Sábado, 11 de Octubre 2025
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Historias de resistencia entre México y España

'Méjico', con jota, es el título de la reciente novela de Antonio Ortuño, escritor jalisciense que presenta un texto provocativo desde su título

Por: AP

Con 'Méjico', Antonio Ortuño, mira de reojo a la historia de su familia materna y adereza la novela con otros elementos. EL INFORMADOR / R. Tamayo

Con 'Méjico', Antonio Ortuño, mira de reojo a la historia de su familia materna y adereza la novela con otros elementos. EL INFORMADOR / R. Tamayo

GUADALAJARA, JALISCO (25/OCT/2015).- En “Méjico”, de Antonio Ortuño, se entretejen dos historias contadas en paralelo, pero distanciadas por un lapso de medio siglo. El vínculo entre ambas son los lazos familiares de sus personajes. El autor evoca la situación límite que vivieron los partidarios de la Segunda República Española, que frente a la debacle de la causa y entre riñas internas salieron de la Península Ibérica; la otra historia se remite a los problemas contemporáneos con los que debe lidiar uno de los descendientes de españoles exiliados en México, en medio de la violencia cotidiana y la venganza que lo acecha.

La novela es resultado de años de trabajo, un largo tiempo para encontrar el tono adecuado y claro, en medio ese lapso —dice el autor— hubo otros proyectos que vieron la luz antes.

“Toda esta complejidad de los antecedentes y las historias familiares, la visión sobre el mundo, son sólo las claves. Al momento de escribir uno busca hacer un texto eficaz, ágil, interesante para los lectores, que pueda establecer un diálogo rápido con los lectores. Es una novela casi de aventuras, que tiene cierta clave de thriller, de novela policiaca y de acción. Me parecía la forma de establecer ese diálogo, darle dinámica. No trata de ser un novelón histórico, no me metí 18 años en una biblioteca a investigar el periodo. Sino que recuperé las historias de la familia y mi propia visión de ciertas temáticas, entre ellas la relación tan difícil de lo mexicano y de lo español”, advierte el autor.

Pero “Méjico” es también para Antonio Ortuño un acercamiento a sus raíces: “Soy hijo de una española que vino con su familia después de la guerra. Mi madre murió el año pasado pero llegó en tiempos de Ávila Camacho, vivió prácticamente toda su vida en este país. Vivieron aquí mis abuelos, mis tíos, la familia con la que me crié: mis padres se divorciaron cuando yo era niño, en realidad yo me crié con la familia de mi madre. Mi interés es esencialmente ése. Si bien los personajes del libro no son mis parientes y no trata de reconstruir la historia familiar tal cual, sí aproveché el anecdotario del exilio y de la migración española. Efectivamente algunas de las historias que aparecen ahí son historias del arcón familiar”.

La segunda historia —precisa— está marcada por el crimen y la ilegalidad en todas sus diversas manifestaciones: “Omar el personaje tiene una relación muy conflictiva con la españolidad, pero por las circunstancias se ve obligado a recobrar esa parte de la historia familiar, se tiene que ir a España, tiene el pasaporte que le permite huir cuando necesita hacerlo. La historia familiar le termina aterrizando un poco en los hombros. De ahí la idea de explorar a esta familia que a lo largo del tiempo ha sobrevivido y tratado de salir avante”.

—¿La presencia de la venganza es intencional en la narración de ambas historias?

—La venganza es uno de los elementos, tiene que ver con las persecuciones que se desarrollan en las dos historias. Una de las razones del fracaso de la República Española, que terminó perdiendo la guerra con los fascistas, tenía relación con sus profundas divisiones internas, que en este caso están ejemplificadas con la relación de dos amigos que terminan en dos bandos opuestos. En la República se dividieron entre demócratas, demócratas de izquierda, separatistas de izquierda, comunistas, anarquistas... terminaron en una especie de guerra civil dentro de la Guerra Civil. Entonces, desde luego que la persecución está marcada por un deseo de venganza.

En el caso de la historia contemporánea, tiene que ver con la delincuencia común, hasta cierto punto. Omar, el personaje, es testigo a medias de un crimen pasional.

Una pareja, su jefa y prima, y su amante, un sindicalista, terminan matándose el uno al otro en medio de un pleito conyugal terrible. El pupilo del sindicalista cifra los deseos de venganza de su patrón en Omar, y comienza a perseguirlo. También tiene relación con la visión de la actualidad mexicana donde el crimen y la impunidad han multiplicado las conductas criminales en la sociedad, y aunque no todo mundo sea sicario y esté relacionado con el crimen organizado, crecen incontroladamente los comportamientos de gente que se porta como si fuera sicario, como si fuera parte de una banda criminal. En ese clima de impunidad se multiplican las conductas criminales y desde luego las víctimas. La venganza es un elemento, lo que mueve a estos personajes, los antagonistas que los persiguen.

—En cierta forma la historia contemporánea resulta más íntima, mientras que la historia de 70 años atrás se presenta en un ambiente más abierto.

—De alguna manera quería introducir un poco ese matiz. Al ser la historia de los españoles también una historia social amplia, primero se habla de la guerra de Marruecos, que es la última guerra colonial española, el final de la República, la Guerra Civil, la migración... obviamente son historias en las que se necesita una visión más amplia de los acontecimientos. Me interesaba contrastarla con una historia mexicana contemporánea más escueta y centrada en la esfera de la intimidad. Aunque sí repercuten los factores sociales que están presentes al momento de reconstruir la historia de los dos personajes, el perseguidor y el perseguido. Hay muchos episodios reconocibles para cualquier persona ahora en México, y que tienen que ver con la desigualdad social, con el fracaso de la educación pública, el fracaso de la salud pública, con esos sucesivos fracasos del Estado y del sistema mexicano que han permitido esa multiplicación de la criminalidad.

—Aunque “Méjico” es sobre el vínculo España-México, Colombia aparece por la prima del protagonista. De alguna manera arroja luces sobre la multitud de historias que existen dentro de todo el exilio español, ¿por qué decidiste incluirla?

—La entrada del personaje colombiano, además de divertirme con un personaje perteneciente a un país y una literatura que me fascina, como es Colombia, permite ampliar la perspectiva de un fenómeno que fue mucho más grande. Sin perder el vínculo de México como el eje, da una probada de la multitud de historias que se pueden desprender unas de otras.

—Hacia el final de la novela, hay un guiño hacia la muerte de Jorge Ibargüengoitia

—Hay dos guiños en el libro, justo están ahí como especie de misterios insinuados: hay uno a (Juan) Rulfo y otro a Jorge Ibargüengoitia. Dos manuscritos con los que en algún momento negocia el personaje colombiano. No se trata de hacer un alarde culterano. Son como caramelos que están entreverados para el lector que les interese. Hablar de Juan Rulfo es hablar de mi vinculación personal con el lugar donde nací y donde he vivido toda mi vida. El caso de Jorge Ibargüengoitia tiene que ver con mi devoción, es un autor que me ha fascinado permanentemente. Empezar a leer “Estas ruinas que ves”, “Dos crímenes”, “Las muertas”, fue toda una revelación: había literatura que estaba escrita en el lenguaje que yo hablaba, que oía en la calle. A partir de ahí cobré consciencia de la literatura mexicana, la posibilidad de que ese lenguaje fuera gran literatura, tan grande como las traducciones o los españoles.

—¿En qué proyecto trabajas ahora?

—Otra novela, apenas está en formación. No podría decir nada muy concreto, todavía puede cambiar muchísimo. Escribo ésa y ya estoy pensando en otro par de proyectos adelante, tomando notas. Durante muchos años, cuando trabajé en oficinas, sólo escribía en mis ratos libres, entonces tardaba mucho tiempo en poder redondear un manuscrito. Además de las actividades personales, tengo hijas, compromisos. Desde hace un tiempo estoy dedicado completamente a escribir. He escrito bastante, llevo ya casi un centenar de páginas de la nueva novela.

Otras obras del autor
Toma nota

• Además de “Méjico”, Antonio Ortuño ha publicado las novelas: “El buscador de cabezas”, “Recursos humanos”, “Ánima” y “La fila india”.

• Su bibliografía se complementa con los libros de cuentos “El jardín japonés” y “La Señora Rojo”.

• "Méjico” pertenece a la colección Hotel de las letras de la Editorial Océano.

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