Miércoles, 24 de Abril 2024
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Guadalajara en un llano

Nostalgia de tiempos idos y los años acumulados

Por: EL INFORMADOR

Felipe Arregui, Martha Gaytán, Teodoro Gutiérrez, Cuquita Aceves, Ricardo López Hidalgo y Susan Preciado. ESPECIAL /

Felipe Arregui, Martha Gaytán, Teodoro Gutiérrez, Cuquita Aceves, Ricardo López Hidalgo y Susan Preciado. ESPECIAL /

“La fuerza proviene de una voluntad indomable… la felicidad es la actitud con la que se viaja por la vida”.

GUADALAJARA, JALISCO (24/AGO/2017).- **  Hablar de los cien años de EL INFORMADOR nos recuerda los muchos años acumulados, lo que me motiva a buscar fotos publicadas en este espacio, en su preciso  momento, de los tiempos que aunque se han ido nos ha tocado vivir.

Realmente la única vez en nuestras vidas en las que deseamos envejecer es cuando somos niños.

Estamos tan entusiasmados en eso de ser grandes, que pensamos en fracciones… tengo cuatro años y medio, o siete o nueve o diez, siempre con el medio.

Entramos a la adolescencia con urgencia, aunque sean 13, se presume “ya voy a cumplir mis 15”. Y entonces llegan los días más grandes de nuestra vida, los 18 y los 21. “Ya soy adulto… sí, esa es la clave!!”

Pero llegamos a lo que no nos pareció tan divertido, los 30! Quisimos poner freno cuando nos acercamos a los 40, sintiendo que los sueños se irían.

Crecimos, cambiamos, tuvimos hijos y los enseñamos a caminar y cuando menos pensamos llegamos a los 50, “se nos escapaba la textura de la vida”.

Enterramos a seres queridos, nos dolimos y nos enojamos toda una vida, para darnos cuenta, que toda una vida es mucho y que no valía la pena. Sufrimos heridas e inevitablemente herimos, creímos morir muchas veces y encontramos la fuerza para seguir adelante.

Y sin planearlo hemos acumulado tanta velocidad para los 60 y cumplir los 70 en un abrir y cerrar de ojos, pero hemos construido nuestros propios cimientos con madurez y plenitud.

Después de eso, con la mente activa es cosa de ir día con día… con rostros surcados por la vida que han dejado su huella, y aunque seamos más exigentes, empezamos a disfrutar de las cosas sencillas. Apreciar el aroma de los amaneceres con sus atardeceres, a escuchar música con nostalgia y encontrar que nuestra casa es un refugio.

Los años me han demostrado que mi familia y mis amigos han sido seres de luz que han iluminado mi camino. El gran cambio que los años aportaron a mi vida se ha producido en mi alma, mi fe se ha vuelto ferviente y persistente.

Vivo agradecida a Dios por su amor, a mi bella familia, a mis amigas al regalarme su amistad y compañía en esta  ruta por la vida.

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