El nuevo amigo de las curvas

GUADALAJARA, JALISCO (03/OCT/2015).- La ruta más corta al siguiente semáforo con frecuencia se conseguía sentado al volante de un Mustang. Y esto fue verdad con más reiteración en las ediciones especiales. Ya en las curvas las cosas cambiaban y mucho. No más. Con el GT350 el potro perdió la timidez ante la sensualidad del camino y despertó esa parte del macho alfa que siempre trajo dentro de sí.

Primero fue necesario que las cosas cambiaran atrás, es decir, que Ford decidiera ponerle una suspensión trasera independiente, lo que se hizo en esta generación. Y así fue gracias a la decisión de transformar este símbolo norteamericano por excelencia en un ícono global y venderlo en más de 100 naciones. Con esto, Ford tiene el volumen suficiente para dotarlo de una suspensión más cara, refinada y eficiente. La globalización, sin embargo, conlleva muchas responsabilidades. Y una de ellas es el hecho de que sus rivales ya no son sólo los similares Camaro y Challenger. Ahora el corcel estadounidense necesita estar a la altura de enemigos como el BMW M4 o el Audi RS5. Y el GT350 se hizo justo para esto.

Como quitar peso es más efectivo que añadir potencia, Ford puso “solamente” 526 caballos en su Pony. Los acomodó en un motor nuevo y puro, sin la adulteración de los súper-cargadores o las turbinas, que aumentan la fuerza pero quitan algo que el Mustang siempre tuvo: linealidad. El resultado es brillante, sin duda, pero de alguna manera es tal vez un poco “menos” Mustang de lo que hubiéramos esperado.

Porque el GT 350 es un devorador de pistas, no tanto de ciudad. En las calles no siempre hay cómo llegar al momento en el cuál las 429 libras-pie de torque están disponibles, lo que comienza a suceder cuando la aguja del tacómetro marca 3,750 revoluciones por minuto. Una vez ahí, 90% de ese poder estará a la disposición del dichoso piloto hasta las 7,000 rpm. Sí, este es un V8 estadounidense capaz de revolucionar mucho, tanto que su línea roja llega a las 8,250 rpm y ahí los 526 caballos de fuerza están en su plenitud haciendo girar las ruedas traseras y nuestra mente.

Agarre de gente grande

Si en el semáforo de la esquina este no es un Mustang como solía ser, por fortuna en carretera o, aún mejor, en un circuito, tampoco. Entra a las curvas y verás que el esfuerzo de Ford para quitarle peso paga dividendos a sus compradores. El coche es ágil, rápido, seguro y sin ninguna duda producirá placer a cualquiera que disfrute manejar un buen auto, poniéndole en la cara una sonrisa que tardará buen rato en borrarse.

Sin embargo, la suspensión independiente trasera no libra al conductor inexperto de los peligros de un auto con mucha fuerza en las ruedas posteriores. Tome la buena caja manual, acelere fuerte hasta hacer el tercer cambio, reduzca hacia segunda un poco antes del tiempo y verá la trasera saltar hacia un lado con singular alegría. No será tan difícil corregir. Tratado con cuidado, este probablemente sea el Mustang más dócil de toda su historia. Nada que ver con la brutalidad absoluta del anterior potro que usaba la famosa Cobra en la parrilla y presumía de nada menos que 662 caballos sobre dos ruedas ligadas por un eje rígido. Que no se confunda esa docilidad con debilidad. El auto es muy, muy rápido y en una carretera o en una pista llegará antes que sus rivales incluso en sus versiones más radicales como el ZL 1 del Camaro o el Hellcat del Challenger. Y esto es decir mucho. Probablemente llegue también antes —o al menos pelee muy de cerca— contra alemanes acostumbrados a borrar a sus enemigos del mapa con facilidad. Me refiero a esos que usan letras M o AMG en sus carrocerías.

Sí, este no es un Mustang como solía ser. La excepción es el interior, que se ve parecido a los demás potros excepto por la pantalla que es más chica para ahorrar peso (y el que quiere un GT350 no están pensando en pantallitas, sino en desempeño) y en los asientos, que son de cubo y ofrecen gran soporte, algo que vas a necesitar si quieres sacar provecho de esta magnífica máquina oriunda de Dearborn.

Algunos podrán pensar que el GT350 es la respuesta de Ford a la fuerza bruta del Dodge Challenger Hellcat y sus 707 caballos de fuerza. No lo es. El nuevo Shelby es un auto refinado como nunca antes lo fue un Mustang. Vencerá al “Gatito del Infierno” tantas veces se pongan a correr en un circuito, aunque no pueda llegar antes que aquél al siguiente semáforo. Tal vez decepcione al “mustanguero” tradicional, pero el resto del mundo —al menos a los que conozcan y disfruten de un deportivo de verdad—, estará complacido y feliz por dar la bienvenida al más rápido y global Mustang de toda su historia, que por si fuera poco, suena como si Dios en persona hubiera bajado a cantar.