Suplementos | Luego de casi cuatro decenios sigo bastante cerca de mi primera impresión del mar El cementerio marino La primera visita al mar que recuerdo no me hizo particularmente feliz, luego de casi cuatro decenios sigo bastante cerca de esa primera impresión Por: EL INFORMADOR 5 de abril de 2015 - 00:39 hs Ir a la playa, en México y ahora mismo, es resignarse a uno de dos males: el camping, o el alboroto de un parador de 'zona hotelera'. ESPECIAL / GUADALAJARA, JALISCO (05/ABR/2015).- Quizá las películas Súper 8 que tomó mi abuelo digan otra cosa, pero la primera visita al mar que recuerdo no me hizo particularmente feliz. Luego de casi cuatro decenios y varias excursiones más a la costa (llevado primero por el entusiasmo de mi madre y ahora por el de mi esposa e hijas), sigo bastante cerca de esa primera impresión. El Sol radiante y el subsecuente calor, la arena, el olor y el sabor del pescado y las multitudes en chancletas no son asuntos que me gusten por separado. Padecerlos juntos me parece, francamente, algo cercano a la pesadilla. Supongo que esta característica mía podría caer en los terrenos del doctor Freud. Porque no puedo quejarme de alguna desgracia particular que me aconteciera en el mar y me lo hiciera antipático. He sido revolcado por un par de olas, como la mayoría de las personas, pero sin más consecuencia que la mínima humillación y el raspado de rodillas. También me han cobrado como diamantes unos camarones que no valían ni siquiera como carbón, etcétera. Ni siquiera puedo argüir, como mi amigo César, algún episodio siniestro, como el que le sobrevino cuando nadó a un islote y llegó tan cansado que ya no se atrevió a volver y tuvo que pasarse la noche aterido y cubierto de arena, en espera de que alguien lo echara de menos y saliera a buscarlo (las fuerzas no las recuperó: unos pescadores le tuvieron piedad y le dieron aventón de regreso la madrugada siguiente). He dado en pensar que todo se trata de la elección entre incomodidad y el ruido. Me explico. Ir a la playa, en México y ahora mismo, es resignarse a uno de dos males: el camping, que me parece horroroso, o el alboroto propio de un parador de “zona hotelera”. Lo siento, porque muchos de mis amigos rechinan los dientes cuando se los digo, pero acampar me parece un tormento. Los sacos de dormir son incomodísimos (y suelen absorber los rastros de la atlética sudoración de sus huéspedes) y la carencia de instalaciones higiénicas es como para cortarse las venas, a menos que uno tenga 20 años y le parezca muy romántico el pie de atleta. Una fogata en la soledad de una playa virgen suena muy bien salvo cuando tienes que desayunar dorilocos en medio de una serie de agujeros repletos de cenizas húmedas y con café tibio, porque no hubo para más. Peor aún son los hoteles de playa (en especial los que adoptan la modalidad del “todo incluido”), esa cruza de centro comercial, vagón del tren ligero y balneario. Como si el alboroto humano que los infama no fuera suficiente, muchos de ellos cuentan con “animadores” armados de micrófonos que, ya sea en plena playa o junto a las albercas, berrean sin parar toda clase de deficiencias, como si uno se hubiera deslizado de pronto a un show televisivo. Así, el mesero le trae a uno una cerveza aguada o un plato de cacahuates que sonrojaría incluso a un bar de mala muerte en la ciudad (una vez conté 11 cacahuates japoneses en un platito, ni uno más) mientras el animador brama: “¿Quién quiere venir a jugar al voleyball? ¿Nadie? ¡No sean rancheros!”. Luego, sin mediar una pausa, alguien pone las obras completas de Laura Pausini a todo volumen, para que uno sufra junto con ella sus abandonos y su incertidumbre ante el porvenir. Por eso, y porque alguna vez me topé en la playa con mis vecinos, igual de repelentes que en casa pero con ropas mojadas y reveladoras, prefiero vacacionar en cualquier cerro solitario que postrarme ante las altas olas. Temas Turismo Tapatío Periodo vacacional Antonio Ortuño Lee También Chivas Femenil, a una victoria de asegurar su lugar en Liguilla Alcalde de Tulum anuncia acceso libre a playas, pero sin alimentos ni bebidas Puerto Vallarta es reconocida como la mejor ciudad pequeña de Latinoamérica KIVA Inversión inmobiliaria integral presenta Atriva, esencia viva Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones