Jueves, 16 de Mayo 2024
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Amor por la sopa de tomate

La película Fecha de caducidad ya está en las salas cinematográficas del país

Por: EL INFORMADOR

Bondad. Hay madres que harían cualquier cosa por sus hijos, como el caso de Ramona (Ana Ofelia Murguía). ESPECIAL /

Bondad. Hay madres que harían cualquier cosa por sus hijos, como el caso de Ramona (Ana Ofelia Murguía). ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (15/SEP/2013).- cómo cambian los tiempos! En los años 40, Pepe el Toro lloraba conmovido por la muerte de su madre, que vivía paralítica y muda al amparo de su pobre hijo. En los 70, Eufemio (Manolo Fábregas) con los restos de su “jefecita” (Sara García) en el asiento contiguo, pedía a los furiosos conductores atorados en un embotellamiento de tránsito “por favor no me la mienten que la traigo de cuerpo presente”, y recibía así el respeto asombrado de todos ellos.

A diferencia de aquéllos entonces, el gandul que aparece ahora en Fecha de caducidad, da de inmediato muestras claras de que tal reverencia expiró: “¡Tas bien tonta!”, le grita a la mamá, mientras malhumorado hace mutis para siempre de la película. Acontecimiento que forma una arranque intrigante y que impulsa el resto de los sucesos que integran la trama.

La señora se llama Ramona y es el primer personaje de la narración. La desaparición de su hijo la hace relacionarse con una secretaria del depósito de cadáveres, con un tipo sin ambiciones personales y que se gana la vida haciendo de todo, y con una misteriosa muchacha que acaba de llegar a la ciudad.

Durante el desarrollo cambia el punto de vista, y con ello se explican más a fondo tanto el personaje de Genaro como el de Mariana (la enigmática joven). Al mismo tiempo, el recurso de componer un segmento para cada personaje, impone al espectador la necesidad de replantear la idea que se formó de uno y de la otra, así como de algunos de los hechos que ya conocía.

Si bien los hechos que se cuentan son macabros y patéticos, la realizadora los construye sin énfasis sentimentales chocantes ni escándalo. Prefiere recaer en el humor negro que en el melodrama moralizante. Incluso de modo bastante ingenioso, se anima a explorar las posibilidades de la sopa de tomate como un motivo simbólico que va transformando su sentido. Desde ser un elemento que ofrece la primera pista para sospechar la desaparición definitiva del hijo, pasando por expresar también el temperamento obsesivo de la protagonista, hasta la posibilidad última de que un objeto inofensivo, una lata de sopa, adquiera la condición de una verdadera arma mortal.

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