Jueves, 09 de Octubre 2025
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Alaquines

Como una caja llena de sorpresas, San Luis Potosí ofrece experiencias sorprendentes al visitante

Por: EL INFORMADOR

TRANQUILIDAD. La Huasteca Potosina, un lugar donde reina la belleza y la paz. EL INFORMADOR /

TRANQUILIDAD. La Huasteca Potosina, un lugar donde reina la belleza y la paz. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (14/DIC/2014).- Entre los cerros: Grande y La joya (de San Luis Potosí), se ubica un hermoso poblado, conocido como, “Alaquines”. De la Gruta la Catedral, nos dirigimos a Ciudad Valles, pasando la desviación a Rayón viramos a la izquierda con rumbo a Cárdenas, después del camino a Las Tuzas nos encontramos con el crucero de nuestro destino, a corta distancia y enseguida de un recodo se mostró sobre una garganta, Alaquines, conformado por expresivas casonas coloniales, que datan desde 1693, año en que el asentamiento precolombino fue colonizado por los hispanos.

Una guía de Rioverde dice: “Estado de San Luis Potosí, aquí convivieron varios grupos étnicos y culturales como negritos, alaquines, cascanos, coyotes, lamagues, guachichiles, mascorros, guascamas y pames, todos conocidos como chichimecos… Hacia 1800 los pueblos, villas, haciendas y ranchos de Rioverde y sus alrededores eran: Divina Pastora; Alaquines, Lagunillas, Gamotes, Pinihuán…”.

A un costado de la plaza miramos la ecléctica parroquia advocada a Santo Santiago y luego a San José, edificada por los hermanos franciscanos en el siglo XVIII, templo que se adoso al añejo convento. El marco de la puerta atrial fue comprendido por columnas estriadas, un arco en medio punto y almenas. El recinto cuenta con vanos moriscos, su planta arquitectónica es en cruz latina, de una sola nave, con cúpula octagonal y una capilla con el Señor del Santo Entierro.

Del lado izquierdo de la portada se levantó el campanario, de planta cuadrada, con dos vanos arqueados por cara. A otro costado de la plaza, apreciamos la Presidencia Municipal, con seis puertas entre la puerta principal, arriba, un balcón y a los lados, tres balcones corridos, las puertas con vidrios biselados. Sobre la cornisa, posa una barbicana con el escudo nacional y por remate un frontón truncado, a los costados, balaustradas con almenas.

Caminamos pausadamente por la calle de la presidencia o de la entrada, calles de buenos empedrados. Una banca de madera nos invitó, estaba afuera de una bizarra casa, de dos grandes ventanas verticales con forja, entre su puerta.

Le sigue una de cuatro ventanas, con dos hojas de madera y remate dórico cada una, en el momento que la contemplábamos pasó la camioneta del pan, y una señora la paró desde la tercera ventana y a través de la forja pidió, “pan de novia”.  La casona vecina, amarilla tenue, de muy altos muros, con tres ventas que presumen de forja curveada.

Las fincas carentes de números, innecesarios, pues cada finca es identificada por sus moradores. Una estrecha calle nos cautivo y la fuimos bajando, admirando sus fachadas, la primera con remates dentados en sus ventanas y dos románticos balcones. Pasando el puente del arroyo La Cañada, de aguas zarcas, sombreadas por robustos árboles, vimos otras bonitas fincas de dos pisos, una un tanto olvidada y otra con vanos arqueados.

La esquina de Morelos y 10 de Mayo, nos enseñó una cautivadora finca, con tres puertas, la primera abre a la casa, las otras dos a la tienda y en altos, un balcón corrido. Recorrimos la calle Morelos, gozando de más fincas, la papelería “El Caracol”, con tres balcones, mostrando volutas.

El abarrote “Los Gemelos”, con cuatro puertas y un tronco de madera para el que quiera sentarse un rato. Otra tienda, que dejó de ser, pero conserva su nombre en relieve y su fisonomía, fue, “La Potosina”, esquina de bonitos vanos, unos rematados por frontones abiertos, una de sus calles lleva a un puente, donde se asoma una fabulosa edificación de muchas puertas y balcones, la morada contigua a la izquierda, alta y con esbeltas ventanas, arriba, varias gárgolas indicaban el nivel de su techumbre.

Más construcciones de antaño nos presumieron de insólitas fachadas, con marcos arqueados de cantera roja y balcones de elaboradas forjas. Cuando un poblado manifiesta atractiva arquitectura en sus fachadas, también refleja su refinado gusto en el campo santo. Alaquines debería de ser considerado Pueblo Mágico, sus bellas fincas lo garantizan.

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