Violencia en las escuelas: agravio multicausal

Ante la violencia en las escuelas y las agresiones del narcotráfico, la Secretaría de Educación Pública acordó con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), utilizar un fondo de 40 millones de pesos para que las universidades elaboren protocolos de seguridad. Escaso monto que quizá ayude a la instalación de cámaras, bardas, detectores de metales, contratar personal de seguridad, como lo señaló el subsecretario Tuirán, pero el problema de la violencia en la escuela, un lugar que tiene que ser preservado por la sociedad, implica encarar el problema en su complejidad, con sus innumerables interacciones, analizando la sociedad donde la escuela se vuelve objeto de violencia.

Abramovay, de la UNESCO, registra que la violencia genera que 45% de los estudiantes reporte incapacidad de concentrarse en sus estudios; 32% se sientas amenazados y temerosos; 31% deje de asistir. Sobre el desempeño educativo, ante la violencia: 39% de planteles desarrollan un ambiente educativo tenso, la calidad de las clases empeora debido a la no participación de los propios estudiantes. Esto deja las relaciones entre profesores y alumnos, profesores y administración, alumnos y alumnos, muy deteriorada, afectando aun el ejercicio pedagógico. Además, se producen robos, amenazas, daños materiales, abusos sexuales, aun homicidios.

Pero las causas de la violencia, dicen Abramovay y Rua, son varias: la desigualdad y exclusión social deja a los jóvenes, entre 15 y 24 años, como la población más expuesta a la violencia, privando a la escuela la posibilidad de ser refugio pacífico; se suma el colapso de la estructura familiar, porque el actual sistema económico no deja espacio para la familia, donde ambos padres trabajan y el cuidado de los hijos se relega; están los negativos roles-modelo que ofrece la programación televisiva comercial, cada vez más violenta; además de la pérdida de espacios y actividades para la socialización desde las instituciones, las calles, los parques, los centros deportivos han sido tomados por la delincuencia o han sido abandonados por las autoridades, según señalan Candau, Lucinda y Nascimento. Y, desde luego, se suma el fracaso de los proyectos político-pedagógicos que desde la Federación se llevan a cabo.

Así, la violencia en las escuelas no se resuelve sólo con cámaras… el trabajo es de todos y demanda de las autoridades un compromiso cabal para con la población. Otra cosa es engañar, otra cosa es volver a las escuelas prisiones y cancelar la posibilidad de que la sociedad y la escuela sean generadores de cambio, de valoración y organización de los jóvenes, de vinculación de diferentes áreas de gobierno (educación, justicia, cultura), de la creación de espacios de socialización. Y ante esta complejidad, la solución no está sólo en 40 millones de pesos…