Viernes, 26 de Abril 2024
México | Y... PENSÁNDOLO BIEN POR FRANCISCO BARUQUI

Niños y genios…

Se dice que en cada humano puede haber un genio. Lo importante es descubrir en qué se tiene tal genialidad. Yo siempre los he admirado

Por: EL INFORMADOR

Francisco Baruqui.  /

Francisco Baruqui. /

Se dice que en cada humano puede haber un genio. Lo importante es descubrir en qué se tiene tal genialidad.

Yo siempre los he admirado, -- pero no a los de las lámparas --, sino a los de verdad…

Lo de Mozart es un caso. Conquistó a reyes, emperadores, príncipes y hasta el Papa de su época, de lo que se narra que en el miércoles de ceniza de 1770, el jovencísimo Wolfang y su padre visitaron la Capilla Sixtina para escuchar una ejecución del famoso Miserere de Allegri, una de las más bellas obras sacras de la iglesia católica, consagrada desde la muerte de su compositor. De ahí que a nadie le era permitido sacar copias y a los cantantes de la capilla papal se les prohibía, bajo pena de excomunión, sacar las “particellas”.

Tras de escuchar la música, el genio austríaco se impresionó. Retornando a su casa, escribió de memoria toda la complicada pieza musical. Dos días después, el Viernes Santo, padre e hijo volvieron a la capilla para oír una nueva audición del mismo Miserere. El infante llevaba escondido su manuscrito en el sombrero y, furtivamente, corrigió algunos errores.

Por la tarde, reunido con el famoso “castrato” Christofori, miembro del coro papal, dándole su escrito le pidió que cantara cierto pasaje de la obra. Pero el cantante, tomando en cuenta la orden del Papa, varió la melodía con toda intención. Ante esto Mozart no pudo contener su contagiosa y característica risa…

- Es falso lo que he cantado; yo le enseñaré cómo en realidad es, reconoció Christofori. Y ante la sorpresa de todos los presentes, cantó el tema original memorizado por el infante con toda corrección.

Wolfie, diminutivo afectivo de Wolfang, había desbordado su genio. Y temían sus padres de que fuese excomulgado, enterado el Papa Clemente XIV de la hazaña de Mozart de apenas catorce años, lo recibió en audiencia privada, dándole su bendición y concediéndole el título de Caballero de la Orden de la Espuela de Oro….

Más de siglo y medio transcurriría para que otro niño genio del violín, judío de origen, conquistara con su música. Fue Yehudi Menuhin, quien con trece años interpretó en Berlín con un virtuosismo profundo y una abrumadora comprensión los conciertos de Beethoven y Brahms. Al final entre aplausos y vítores regresó al camerino en donde le esperaba, ni más ni menos, el genial físico Albert Einstein quien le dijo que su manera de tocar era la prueba definitiva de que Dios existía...

Una señora le preguntó al señor Menuhin: --¿De quién ha heredado su hijo este talento..? --, feliz el hombre respondió: -- ¡Del rey David, señora, del rey David..! –

Y…  PENSÁNDOLO BIEN.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN, si se dice que no hay un genio sin mezcla de locura, cierto es también que el genio hace lo que puede, y el talento hace lo que quiere…

Talento y genialidad…  Lo máximo, sí.

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