Viernes, 26 de Julio 2024
México | Liberación

Ebrard ya sabía de abusos en albergue

La alerta llegó hace seis meses; se especula que se trata de una “limpieza social” en la que autoridades delegacionales estarían vinculadas

Por: SUN

CIUDAD DE MÉXICO.- Medio año antes de la liberación de un centenar de personas del albe

rgue Hospital Santo Tomás, Los Elegidos de Dios, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, fue informado de la existencia de ese lugar.

El anexo, se le hizo saber, aseguraba operar con el apoyo de las autoridades de las delegaciones Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, a través de un convenio para realizar una “limpieza social”.

Las asociaciones civiles Red por los Derechos de la Infancia y El Caracol enviaron una carta —fechada el 1 de junio de 2009— al mandatario capitalino y a ambos jefes delegacionales. Aunque denunciaban que poblaciones callejeras eran llevadas a ese lugar en contra de su voluntad, la jefatura de Gobierno no dio respuesta, dijo Juan Martín Pérez, presidente de El Caracol.

El pasado 16 de mayo, jóvenes denominados callejeros que viven entre las calles Humboldt y Artículo 123, cerca de la estación Juárez del Metro, narraron a esa asociación no gubernamental que ese día, a las 02:00 de la mañana, seis sujetos a bordo de dos camionetas, de color rojo y gris, los agredieron y capturaron a seis.

 “Fueron subidos a las camionetas, privados de su libertad, siendo llevados contra su voluntad a un anexo denominado Los elegidos de Dios, ubicado en la calle Cuauhtémoc 157, colonia Jardines de San Lorenzo”, indica la carta.

Dichos hombres iban escoltadas por la patrulla P2315, cuyos tripulantes sólo observaron los hechos.

Nueve días después educadores de El Caracol, acudieron a ese lugar a solicitar la salida de los chicos, de los cuales uno fue liberado porque su familia fue a buscarlo.

En ese espacio, el encargado de nombre Antonio (José Antonio Villar Ramos, hoy arraigado), aseguró que las acciones de limpieza de los grupos callejeros es parte de un convenio con las distintas territoriales de las delegaciones Venustiano Carranza y Cuauhtémoc, quienes saben que son llevados en contra de su voluntad a los anexos”.

El texto menciona que al solicitarle el escrito de dicho acuerdo, Antonio se negó hasta no recibir autorización “de una funcionaria de la delegación (Cuauhtémoc)”.


“Pedí ayuda, pero ya no me dejaron salir”

Contentos con su liberación, 103 personas que permanecían en condición de esclavitud

Testimonios

CIUDAD DE MÉXICO.-
Cansados pero contentos con su liberación, 103 personas que permanecían en condición de esclavitud en el anexo Los elegidos de Dios, se recuperan de lo que califican como “una pesadilla”.

Miguel Ángel, de 26 años; Efraín, de 36; Juan Carlos, de 44, y Juan, de 81 años, fueron capturados al interior de la Central de Abasto (CEDA).

Todos trabajaban y ninguno era adicto o alcohólico. Tres de ellos ya habían escuchado de la existencia de dicho anexo, y de que una camioneta levantaba a viciosos de la ceda para encerrarlos.

—¿Cuándo y cómo te detuvieron?
—Fue hace tres meses, cuando estaba trabajando como cargador— dice Miguel Ángel.

—A mí me agarraron luego de estar cargando de mercancía un camión. Ya iba hacia mi casa, estaba esperando mi camión y varios hombres me agarraron, y con todas sus fuerzas me aventaron a un microbús— es el recuerdo del hombre con más edad que fue liberado el jueves.

El 11 de noviembre fue secuestrado, no obstante de sus 81 años, y de que no toma ni es drogadicto. El caso de Efraín no es distinto, también descargaba mercancía de los tráileres para un bodeguero.

—Iba a enseñar una sandía a mi patrón, eran como las cuatro de la tarde cuando ocho sujetos me agarraron y me subieron a golpes a una camioneta de color rojo. Hubo varios testigos.

Él ya sabía que era buscado por gente de Los elegidos de Dios pues otro trabajador de la Central de Abasto se lo había advertido tiempo atrás.

Los rostros del abuso
Ángel (arriba) formaba parte del grupo que el jueves pasado fue rescatado. Otra de las víctimas, quien no quiso dar su nombre, tapa su rostro.

Estar parados de pie durante tres días y tres noche era uno de los suplicios que sufrían. Lo golpeaban, encobijaban, amordazaban y amenazaban con matar y tirar sus cuerpos lejos.

El mismo jabón, zacate y toallas eran utilizados por todos, sin considerar que uno tenía lepra y otro viruela.

El personal médico les daban agua con alcohol o té para que “nos emborracháramos; nos obligaban a tomar alcohol del 96, comíamos verdura sin sal todos los días, en la mañana en la tarde y en la noche, nos emborrachaban , luego venía la cruda, y luego a trabajar en la elaboración de las pinzas, y bolsas y cajas de regalos”.

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