Autoridades mexicanas combaten la Santa Muerte

CIUDAD DE MÉXICO.- Un grupo de soldados mexicanos revisa hasta el último rincón de una casa palaciega, pintada de color de rosa y blanco, en busca de armas y drogas.

Los soldados no encuentran nada de eso, pero sí hallan una pista, la cual les sugiere que están en el camino correcto: una sala entera dedicada a la Santa Muerte, la figura de un esqueleto con túnica y guadaña, adorada por los narcotraficantes mexicanos, que le piden protección en sus peligrosas operaciones clandestinas.

Ahora, el gobierno mexicano la está emprendiendo contra lo que antes se consideraba una mera figura folclórica, al destruir altares de la Santa Muerte durante su guerra contra los carteles del narcotráfico.

``El gobierno tiene la idea de que esto promueve el narcotráfico y es un símbolo al que no debe exponerse la población, los niños en particular'', dijo George Grayson, analista especializado en temas de México.

Pero las autoridades han provocado desde hace tiempo acusaciones de persecución por motivos religiosos.

La Santa Muerte es la figura central de un grupo escindido de la Iglesia católica, cuyo fundador dice que la congregación no tiene relación alguna con criminales ni narcotraficantes.

David Romo, ``arzobispo'' de la secta, insta a los seguidores (que según él mismo suman 5 millones), a enfrentar la ``intolerancia religiosa''.

``De nosotros hay muchas leyendas, pero ninguna es realidad'', dijo Romo durante una misa el 1 de abril, mes en que se celebra a la Santa Muerte.

Las autoridades no reconocen que están atacando los altares de la Santa Muerte.

Pero hace poco los soldados montaron guardia mientras topadoras del gobierno derribaban más de 30 santuarios públicos de la Santa Muerte en la ciudad de Nuevo Laredo, fronteriza con Texas. Otros altares fueron destruidos recientemente en forma misteriosa y al amparo de la noche en Tijuana.

Las autoridades no han dicho si ordenaron la demolición.

``Es un paso marginal contra los narcotraficantes'', dijo Grayson, profesor del College of William and Mary, en Virginia. ``Pero sin duda, el gobierno quiere adoptar una estrategia amplia, e irá contra estos iconos''.

México libra una guerra contra el narcotráfico que ha dejado casi nueve mil muertos desde diciembre del 2006, cuando el Presidente Felipe Calderón asumió el cargo y envió fuerzas militares y policiales a zonas controladas por los carteles.

En el estado de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos y sede del poderoso Cartel del Golfo, la 8va División del Ejército mexicano suele encontrar figuras de la Santa Muerte durante sus patrullajes, incluido el altar encontrado en la casa color de rosa, ubicada en el barrio de Los Angeles. La vivienda era propiedad de un presunto traficante apodado ``La Yesca''.

Un mural muestra al supuesto narcotraficante arrodillado y besando la mano huesuda de la Santa Muerte. Un sillón, el único en la habitación, estaba colocado frente a un altar con velas negras.

Cerca de ahí, durante una redada en la ciudad de Reynosa, en una casa donde fueron torturados 55 inmigrantes centroamericanos, los soldados encontraron una calcomanía de la Santa Muerte dentro de una alacena de la cocina, junto con un pequeño vaso usado para beber tequila y dos velas usadas.

Los antropólogos consideran que no están claras las raíces de la secta de Romo, pero destacan paralelismos con religiones precolombinas que adoraban representaciones de la muerte.

Unas 200 personas se sentaron en sillas de plástico y bancas de madera a principios de abril para una ``misa'' en la sede general de la llamada ``Iglesia Católica Tradicional Mex-USA'', fundada en el 2001 en Tepito, un céntrico barrio de la capital mexicana, conocido como centro de venta de contrabando y otras actividades ilícitas.

El término ``USA'' en la denominación del grupo religioso refleja el hecho de que muchos de sus adeptos han emigrado a Estados Unidos.

Dos estatuas de la Santa Muerte, del tamaño de una persona, flanqueaban el altar, y los muros estaban cubiertos con carteles de la Virgen María y de Jesucristo.

La organización atrae a seguidores muy diversos: Familias con niños pequeños, madres solteras, así como hombres y mujeres con tatuajes de la Santa Muerte.

Siguiendo la tradición precolombina y católica, los seguidores suelen colocar ofrendas de alimentos, dulces o flores, en los altares de la Santa Muerte, a cambio de favores. Muchos piden conservar la vida en barrios asolados por el crimen, donde la muerte violenta y anticipada es parte de la vida.

``Hace muchos milagros y lo principal es que estamos aquí con vida, tengamos o no tengamos dinero estamos aquí'', dijo Yadira Rivera, de 26 años, quien tiene dos hijas y las lleva con ella durante el recorrido de una hora en autobús hasta la iglesia en Tepito, el primer día de cada mes.