Jalisco | Cuidador de autos cuenta su experiencia sobre su trabajo en el Centro tapatío ''Tomé un trapo y una cubeta, nunca una pistola'' Cuidador de autos cuenta su experiencia sobre su trabajo 'en el Centro tapatío Por: EL INFORMADOR 19 de febrero de 2013 - 14:22 hs El muchacho se encarga de cinco espacios para estacionar, en una calle oscura e insegura. ARCHIVO / GUADALAJARA, JALISCO (19/FEB/2013).- Gonzalo tiene 23 años; seis de ellos trabajando en las calles de la Perla Tapatía, pues es originario de Tabasco. Logró su independencia a los 17, luego de una pelea con sus padres que no tuvo reconciliación. Reunió tres mil pesos al retirar un porcentaje mínimo de su sueldo por meses para abandonar su ciudad natal, y eligió abordar el camión con el letrero de Guadalajara, pues consideraba era un sitio “en relativa calma”. Pero a su llegada un grupo de maleantes le demostró lo contrario: sus papeles, ropa y el dinero que le quedaba se fueron con ellos, luego de que lo golpearan para quitarle sus maletas. Con la suerte en su contra, buscó un albergue para dormir y pasó semanas pidiendo comida en restaurantes o casas. La respuesta más común: “busca trabajo”. Pero él no pretendía mendigar el apoyo, sino hacer un “trueque” por cualquier trabajo de electricista, albañilería o plomería que le fuera concedido. Es lunes por la tarde y varios automóviles aguardan turno para ser lavados en el Centro de Guadalajara. Gonzalo accede al diálogo con este medio bajo tres condicionantes: habrá qué seguirle el paso mientras trabaja, pues no ha de demorar la entrega de esos vehículos; su nombre real será omitido en el texto y de igual forma lo será el punto exacto en que se le encuentra. “Si no, al rato la Policía viene a dar lata”. Sorprendido y a la vez complacido por acceder a sus términos, Gonzalo continúa su relato: “Un día una persona me socorrió y me puso a trabajar en una escuela de computación haciendo el aseo. Me daban 800 pesos y pues claro que no me rendían; después logré tramitar mis papeles, y ya con ellos entré a una empresa donde descargaba tráilers y ganaba mil 100. Los del albergue me recomendaron y duré dos años, pero hubo un recorte de personal y me liquidaron con dos mil 200 pesos. No alegué porque lo que me preocupaba era encontrar un nuevo jale”. Ofreció su habilidad como “mil usos”, pero el resultado escasa vez fue favorable. La experiencia en papel es un lujo que no se puede dar quien apenas consiguió la manera de corroborar su identidad. Esa “falta de experiencia” le cerró las puertas en empresas y prolongó las fechas sin bocado en el estómago. “Ya de plano le pregunté a un ‘compa’ que lavaba carros si tenía jale”. Y la respuesta que tantas empresas establecidas le negaron, la calle se la otorgó: cinco espacios para estacionar en una calle oscura e insegura, pero en el Centro tapatío al fin. “Al principio le batallé porque no se paraba mucha gente y aparte, con poquito que me descuidaba para ir al baño o comer algo, llegaba y había un cristalazo o habían abierto un carro, y luego el cliente cree que es uno, y uno lo que quiere es que se lleve su carro bien para que regrese al día siguiente”. La persecución policíaca también fue constante. Su reciente aparición en la zona y la imagen poco aseada de quien permanece bajo el sol por más de 12 horas con la única protección de una gorra, levantaron sospechas a la autoridad por un tiempo. Hoy, tres años después cuidando la intersección que prefiere mantener bajo anonimato, la historia es distinta, pues en su “padrón de clientes” obran 30 personas; todas le entregan sus llaves “para lo que se pueda ofrecer”. “Para tener un cliente primero debes ganarte su confianza. Como dice el dicho: la confianza no se da, se gana; y esa la tiene que ir ganando uno. Es un servicio que tanto a ellos como a nosotros nos ayuda. Un trabajo honesto para no andar robando y ganarse el pan de cada día, carnal. Para no hacer lo que mucha gente hace, y eso que tienen las posibilidades y maneras de salir adelante”. Los vecinos celebran su estadía. Durante el diálogo varias personas se acercan a preguntar por la esposa e hijo de Gonzalo. “Discúlpame, carnal; ¿En qué nos quedamos?”. Su sana relación con quienes viven en las proximidades queda comprobada cuando desconecta su aspiradora de un acceso de luz oculto en una cochera. “Me lo dejan para trabajar; la señora también me regala agua para llenar los baldes, pero cuando llegan las cuentas yo pago la mitad, no importa quien gaste más; ése es el acuerdo”. Cierra el diálogo con una crítica al Gobierno, a quien pidió una beca —que le fue negada— para concluir la preparatoria. Su idea es “superarse profesionalmente”, pues aunque cerca de dos mil 500 pesos a la quincena estén asegurados por su “cartera de clientes”, y las ganancias le permitan pagar su renta, cuidar a su familia y hacerse de herramientas para su tarea diaria, no busca cuidar y lavar autos por el resto de sus días. “Yo quería ser abogado, pero mi familia me decía que ‘ahogado’ iba a acabar en el río, porque no había billetes para estudiar. Pero a mí me gusta el diseño, la computación y las matemáticas me encantan”. EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA Temas Municipios Calles y vialidades de Guadalajara EL TEMA INFORMADOR Lee También Celebran la participación de 3 millones de personas en la Romería 2025 En misa de bienvenida de "La Generala", cardenal pide por una reforma judicial justa Los mejores Day pass en GDL, según calificaciones de Google Así se vive la Romería 2025 este domingo 12 de octubre (FOTOS) Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones