Viernes, 03 de Mayo 2024
Jalisco | Pórtico

Salvemos Los Colomos

Por: Luis René Navarro

Por: EL INFORMADOR

El bosque de Los Colomos, como tal, no existía en la primitiva Guadalajara, y fue hasta la segunda mitad del siglo 19 cuando las autoridades de la ciudad decidieron crearlo para proteger y aprovechar los yacimientos acuíferos, de muy buena calidad, que había en la zona.

En los primeros años de Guadalajara, sus habitantes se surtían de agua en el río de San Juan de Dios, en los veneros de la zona del Agua Azul, en el arroyo de Atemajac y en el arroyo de Mexicaltzingo.

Como datos curiosos de esos años, aprovechando las aguas del río de San Juan de Dios, a la altura del parque Morelos, funcionó el primer molino de trigo que hubo en la ciudad, y en el arroyo de Mexicaltzingo, a la altura de la actual calle Colón, estaba el famoso Puente de las Damas, llamado así por la concurrencia que tenía de varones que iban a contemplar a las mujeres que después de lavar su ropa, aprovechaban las aguas del arroyo para bañarse.

En tiempos más recientes, cuando se construyó el Condominio Guadalajara en la avenida 16 de Septiembre, al trabajar en sus cimientos se encontró un arroyo subterráneo, que llevaba todavía bastante agua.

También como anécdota, en el centro de la Plaza de Armas, donde ahora está el quiosco, había una fuente, de la cual se surtían de agua numerosos vecinos.

Para crear ese bosque se procedió a la plantación masiva de arbolitos en una amplia área, para posteriormente dar adecuado entorno a esos yacimientos y a varios arroyos que ahí concurrían.

Luego de realizar las obras de captación y de estanques apropiados, se construyeron dos acueductos, uno del ingeniero Gabriel Castaños, y el otro del lego franciscano Pedro Buzeta, que se conectaron a las redes de agua de la ciudad.

En esta forma, junto con los yacimientos de la zona del Agua Azul y del parque San Rafael se tuvo un buen abastecimiento para esa Guadalajara y para la que había en buena parte de la primera mitad del siglo 20.
Con el agua de Los Colomos se surtía buena parte del Sector Hidalgo, hasta que se empezó a aprovechar el agua de Chapala, que se traía hasta la planta de tratamiento que se construyó en la parte sur de esta capital.
Fue entonces que Los Colomos se jubilaron, para continuar como área de esparcimiento, deportes y sitio de reunión para comidas campestres de las familias tapatías. Luego, se empezó a utilizar como parque, al que han estado concurriendo hasta la fecha numerosas personas que hacen ejercicio, ya sea con bicicletas, corriendo o simplemente caminando.

Pero en todo este último lapso, Los Colomos se han visto divididos en dos secciones por la construcción de la avenida Patria y otras vialidades.

También ha contribuido a este deterioro la construcción de numerosos fraccionamientos en sus alrededores, que con todas sus calles y construcciones pusieron punto final a varios arroyos y a la absorción de agua para reabastecer sus mantos acuíferos.

Asimismo, ha sufrido diversos robos de sus terrenos, unos en forma descarada y otros disimulados, como son los de muchas mansiones que han aumentado su superficie agregándole a su parte trasera pedazos de ese bosque.
En este aspecto, por fortuna las autoridades federales y estatales y la Universidad de Guadalajara han determinado que por ningún motivo se permitirá que se quite un solo metro más a Los Colomos, denunciando  y consignando a quien lo haga.

Para esto es necesario que el Ayuntamiento de Guadalajara y el Gobierno del Estado pongan en todo el perímetro de sus dos secciones una buena barda que evite toda posible invasión.

Además, sería bien que los habitantes de Guadalajara y de Zapopan se conviertan en firmes defensores de Los Colomos, que son no sólo un área de recreación y deporte, sino un importante pulmón, con aire purificado, para toda la Zona Metropolitana.

En esta defensa, la Universidad de Guadalajara y demás instituciones de educación superior deben jugar un papel muy importante, a través de su personal y de sus alumnos.

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