Robo a casas golpea Tlajomulco

TLAJOMULCO DE ZÚÑIGA, JALISCO (25/JUL/2012).- Tlajomulco paga la factura por ser el municipio “dormitorio” de la metrópoli. Desde hace una década registra el mayor crecimiento demográfico de Jalisco, pero la inseguridad, la lejanía de los centros de trabajo y la falta de oportunidades detonan que tres de cada 10 casas estén abandonadas.

“El robo es el delito de mayor incidencia, sobre todo en casa-habitación”, reconoce Marisela Gómez Cobos, directora de la Policía Municipal. “Hay zonas dormitorio en las que la gente sale a trabajar desde temprano y regresa hasta en la noche —tardan entre tres y cuatro horas en sus traslados—, entonces las casas están solas y los delincuentes tienen más tiempo para robar”. Sin embargo, dos horas fuera de casa son suficientes para que la delincuencia entre en acción: en lo que Esther Rodríguez fue al supermercado, los malvivientes se llevaron los artículos de más valor de su vivienda en Chulavista. Su familia es una de las que abandonó el municipio.

Los principales “focos rojos” de inseguridad están en Chulavista, Hacienda Santa Fe y Cabecera Municipal, pero se añaden Los Agaves, Cajititlán, La Calera, Balcones de la Calera, Chivas, Haciendas Santa Cruz, San Sebastián, San Juan Evangelista, Santa Cruz de las Flores y Tulipanes, entre otras zonas en las que se registran robos a casas, vehículos, comercios y transeúntes.

La oferta de nuevos fraccionamientos originó que la población se triplicara en los últimos 10 años en Tlajomulco: mientras en 2000 se contabilizaron 123 mil habitantes, en 2010 se triplicaron a 416 mil. El municipio se convirtió en el principal receptor de la migración intraurbana, que ahora se arrepiente de haber adquirido una vivienda: de 171 mil casas, 57 mil están abandonadas (de acuerdo con el Inegi). La mayoría está desmantelada en diferentes grados por la delincuencia.

Chulavista y Santa Fe encabezan el anterior fenómeno. En 2010, el director operativo de la Policía, Aurelio Hernández, afirmó que uno de los métodos de los delincuentes era reclutar a niños para introducirse a robar en los domicilios. A dos años, los afectados confirman esta actividad: “Pero como son niños o adolescentes no los pueden meter a la cárcel y los sueltan en la siguiente esquina”, lamenta Cecilia Mendoza, de Chulavista, mientras su perra bulldog es testigo de la entrevista. “Tenemos que blindar las casas, pero también nos roban las protecciones. Tememos por los robos y asaltos”.