Jalisco | Mar adentro Entre líneas invisibles y fortalezas inquebrantables La migración, el arte de rebasar las fronteras, es un fenómeno que se multiplica día con día Por: EL INFORMADOR 8 de enero de 2011 - 05:31 hs / Las fronteras son líneas difusas que se mantienen en un eterno movimiento. Inmersas en un vaivén incansable que se repite como un eco sin tregua, estas frágiles líneas delimitan mucho más que la corteza de la geografía que fracciona al mundo en países. Como cómplices silenciosas, las fronteras atestiguan la ruptura de dos mundos, la brecha presente entre dos sociedades. Es decir, además de establecer los límites políticos entre las distintas naciones, estos horizontes separan ideologías, historias, culturas, sueños y esperanzas. En medio de estos contornos de ironía coexisten la incertidumbre, la adversidad y el peligro con la ilusión, el consuelo y la promesa por alcanzar lo inalcanzable. Las contradicciones parecen fundirse mientras que las paradojas se reconcilian. En búsqueda de aquella lejana conquista, los migrantes traspasan estas líneas, que aunque parecen una ilusión, son en realidad fortalezas inquebrantables. La migración, el arte de rebasar las fronteras, es un fenómeno que se multiplica día con día. Según estadísticas de las Naciones Unidas, actualmente existen 200 millones de personas que residen en un país que no es el propio. Es importante mencionar que, con el paso de los años, México ha pasado a convertirse en el primer país de emigración del mundo. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, más de 10 millones de mexicanos viven en un país extranjero, dato que se traduce en aproximadamente 10% de la población nacional. Hombres, mujeres y niños salen de su lugar de origen buscando aquello de lo que su Patria carece. Motivados por conseguir la quimera que representa el sueño americano, se exponen a un caminar interminable entre la aventura y la desaventura. Las consecuencias también se hacen tangibles para los pueblos que ven partir a su gente. Aún con las reconfortantes remesas enviadas, los poblados se tornan fantasmas, la estructura familiar se desgarra y el alma queda dividida por un río y líneas invisibles. El fenómeno migratorio puede considerarse como una nítida radiografía de la situación por la que atraviesa un país. Conozcamos este fenómeno, trabajemos por un México capaz de proveer una vida digna a todos sus habitantes. Gilda Colín Bracamontes “Frontera Vertical”, recorrido de violencia y vulnerabilidad Eduardo González Velázquez, historiador, cronista y analista político — ¿Por qué ha titulado su último libro “Frontera Vertical”? — El término se explica a partir de la realidad que encuentran los migrantes centroamericanos en nuestro país. Las zonas fronterizas, por definición, se inundan de violencia, inestabilidad, persecución, debilidad de instituciones, pobreza... sin embargo, cuando los migrantes centroamericanos llegan a nuestro país, encuentran esa zona de frontera en Chiapas, Tabasco, Tenosique… pero no la dejan atrás cuando se incrustan de lleno a nuestro país. Estos más de cuatro mil kilómetros que algunos tienen que cruzar para llegar al Norte, se significa como una territorialidad permanente de frontera. Por eso el término de “Frontera Vertical”, porque a lo largo de este recorrido los migrantes no van encontrando más que violencia, inestabilidad y vulnerabilidad, que son propias características de las zonas fronterizas. Hoy en día, la gran frontera que tienen que cruzar los migrantes centroamericanos para llegar a Estados Unidos se llama México, que es la territorialidad fronteriza más violenta del mundo. — ¿En qué momento histórico se detona la migración entre México y Estados Unidos como un fenómeno masivo? — La migración México-EU la podemos dividir más o menos en nueve etapas: desde la Guerra de 1847 hasta el momento actual. Cada etapa ha tenido sus características en cuanto a calidad y cantidad del proceso migratorio; sin embargo, la masificación de la migración se da a partir de la segunda mitad de la década de los noventa. En los setenta migraban a Estados Unidos alrededor de 80 mil mexicanos; en los ochenta subió a 150 mil; para los noventas estábamos hablando de alrededor de 350 mil, pero solamente de diciembre de 2000 a diciembre de 2006, en promedio se estuvieron yendo 650 mil mexicanos por año. Esta detonación viene de la mano de la crisis económica que ha hecho que la gente salga expulsada de México y de América Latina. — ¿Cuál ha sido el impacto de la actual crisis económica sobre la comunidad mexicana en Estados Unidos? — Se habló de un regreso masivo de migrantes. La CEPAL, el Banco Interamericano de Desarrollo y las autoridades mexicanas hablaban de un posible regreso de tres millones de migrantes, cosa que no se dio. Hoy en día, la migración está repuntando. Tenemos estadísticas que nos muestran que se están yendo entre 400 mil y 550 mil migrantes por año. La crisis hizo que estas comunidades de migrantes se movieran en otras direcciones; se están autoempleando, cambiaron de empleo o de Estado en la Unión Americana, algunos incluso se fueron a Canadá; en casos extremos comenzaron a recibir remesas de México a Estados Unidos y, en última instancia, se piensa en un posible retorno, pero no se está dando. — ¿Por qué se ha inhibido el diálogo bilateral México-Estados Unidos en materia migratoria? — El fenómeno migratorio detona problemas para los países expulsores y receptores. Si observamos lo que hace Estados Unidos y lo que hace México por atender el fenómeno migratorio, nos guste o no, parece que quien más hace es Estados Unidos. Es decir, podemos estar de acuerdo o no con las leyes antimigrantes, pero ellos hacen lo que suponen que les puede beneficiar. Si en esa misma dinámica observamos lo que hacemos aquí, pareciera que se trata de generar las condiciones necesarias para que se sigan yendo y manden recursos. México se desentiende y todo el discurso, si lo observamos, es “en Estados Unidos los tratan mal, no les dan educación, los persiguen”, pero jamás se dice “en México no se genera empleo, no hay salud ni educación”, que son las causas reales por las que se van. Me parece que esta mesa de diálogo es una mesa rota dónde el único lado que está haciendo algo por enfrentar el fenómeno migratorio es Estados Unidos, independientemente de que como sociedad o como gobierno en México estemos de acuerdo con sus políticas. — ¿Qué acciones concretas cree que el gobierno debería de emprender para promover una solución para la problemática migratoria? — Es fundamental establecer políticas que generen la creación de empleo en dos vías: una por inversión del mismo gobierno, la inversión en obra pública; y la otra, que las condiciones del país sean suficientes y adecuadas para que se invierta en fuentes de trabajo y, con eso, los migrantes se queden. — ¿Cuáles son las implicaciones de la llamada “fuga de cerebros” de México hacia Estados Unidos? — De unos años para acá, la migración de gente con mayor preparación académica en nuestro país va en aumento. Se preparan aquí y salen huyendo de la violencia, de la inseguridad, de la falta de empleos y de oportunidades. En otros casos, en los que fueron al extranjero para estudiar una maestría o un doctorado, la universidad extranjera paga a las autoridades mexicanas para que esta persona ya no tenga que regresar a nuestro país. El impacto es muy alto. No estamos aprovechando nuestro bono demográfico. Se está yendo la mejor gente que tenemos, gente joven, preparada, que quiere trabajar y que termina desarrollando ciencia y conocimiento en otros países. Dentro de los migrantes con un posgrado que están llegando a Estados Unidos, los mexicanos están ocupando los puestos de trabajo de más bajo perfil. La frontera sería mejor si respetaran los Derechos Humanos. — ¿Qué es más peligroso: la ignorancia o la indiferencia? — La indiferencia porque te sustrae de la realidad; si estás fuera de la realidad, no haces nada por cambiarla. — ¿Qué debate y entre quienes le gustaría presenciar? — Me gustaría que las autoridades migratorias de nuestro país asistieran a un debate con los académicos que nos dedicamos a estudiar el fenómeno migratorio y a proponer algunos mecanismos para que éste sea más humano. — ¿Cuál es la responsabilidad de la sociedad mexicana con respecto a la migración? — La responsabilidad de conocer, de no ver al migrante como un extraño, tanto el que llega como el que se va, y la responsabilidad de exigirle al gobierno que haga lo que deba hacer para que estas personas no abandonen el lugar en donde nacieron. — ¿Qué sabe ahora que le hubiera gustado saber antes? — Todo. Todo lo que sé ahora me hubiera gustado saberlo antes. Asociación de ideas Frontera: inestabilidad. Esperanza: futuro. Voluntad: trabajo. Valor: honestidad. Debate: intercambio. — ¿Qué mensaje puede dar para los jóvenes de Mar Adentro de México? — Urge que en México tengamos un mayor nivel de conciencia política, económica, histórica y social. En la medida en que la sociedad, desde sus jóvenes hasta sus viejos, sea una sociedad consciente de dónde viene, qué está viviendo y hacia dónde va, podremos ser una sociedad más igualitaria, justa, equitativa y democrática. • Eduardo González es ganador del Premio Jalisco de Periodismo en las ediciones 2007 y 2009. Fe que trasciende Santos de la Migración Cuando la protección física se ve quebrantada, la protección espiritual se convierte en un elemento vital para los migrantes en su azarosa búsqueda del anhelado sueño americano. Como consecuencia de esta inherente necesidad, los migrantes recurren a figuras religiosas que alimentan una fe capaz de trascender fronteras. Los santos de la migración conceden milagros, tales como obtener la visa norteamericana, cruzar la frontera sin ser vistos, obtener trabajo en el Norte, que nazca un hijo en territorio americano y ser protegidos ante situaciones adversas durante su viaje y su estancia. Aun cuando el número de estos santos milagrosos va en aumento, la devoción se concentra de manera especial en algunos de ellos. Entre estas enigmáticas figuras destacan San Pedro Zapiajo, Santo Toribio Romo, Santo Niño de Atocha y la Virgen de Guadalupe, entre muchos otros. San Pedro Zapiajo es también conocido como el “protector de los migrantes”, ya que los ayuda a regresar a México año con año a visitar a sus familiares. A manera de agradecimiento, los migrantes visitan el Templo de San Pedro Apóstol en Michoacán, el cual ha sido construido a partir de las remesas enviadas, y colocan un “billete verde” sobre las vestimentas del santo. Se dice que cada billete representa un milagro concedido. Santo Toribio Romo es mejor conocido como el “Santo Pollero”, ya que auxilia a quienes cruzarán la frontera sin papeles y concede trabajo a indocumentados. Según la historia, dicho santo adquirió su admiración entre los migrantes al habérsele aparecido a un hombre abandonado por un “coyote” en el desierto. El migrante fue salvado por un hombre, quien también lo ayudó a conseguir empleo en el Norte, pidiéndole como único favor que cuando regresara a México preguntara por Toribio Romo en el poblado de Santa Ana de Guadalupe. Frente a la adversidad del camino, los santos de la migración se mantienen como fieles compañeros milagrosos de aquellos hombres que atestiguan día a día el vaivén de la frontera. En su silencio perpetuo, los santos acompañan los sueños, las esperanzas y los destinos de los migrantes en su eterno caminar. Temas Mar Adentro Lee También Por esta razón las personas que viven junto al mar son más felices Sociales: Cumpleaños de Laura Ruiz Velasco “Como el mar” ya está disponible en Disney+ Esta es la estrategia de las estrellas de mar para escapar de los depredadores Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones