Martes, 30 de Abril 2024
Jalisco | En tres patadas, por Diego Petersen Farah

El costo de la desconfianza

La desconfianza nunca es problema de un solo lado, es del que duda, pero también del que no genera certezas

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

¿Cuánto cuesta la desconfianza? No hay ningún estudio que lo diga, pero es sin duda un gran tema para los investigadores en asuntos de gobierno y administración pública. Como el gobierno no confía en los ciudadanos, entonces nos atiborra de trámites inútiles, según ellos para controlar. Como un servidor público no confía en otro servidor público, entonces se sacan copias de todo y a lo baboso. Como un político no confía en otro político, porque dos perros no comparten un hueso, entonces todo lo que haga otro está, por definición, mal. 

Sobre el motivo de los alcaldes para repetir los estudios de movilidad sólo hay dos posibles alternativas. O bien querían hacer sus propios estudios porque gastar dinero siempre genera dinero. O, pensando bien y suponiendo que nadie se benefició con repetir unos estudios que ya habíamos pagado (habíamos, ellos y nosotros)  desconfiaban irremediablemente (también hay desconfianza ciega) que los estudios que habían hecho los funcionarios del partido de enfrente estaban hechos a modo.

Razones para dudar había y la desconfianza nunca es problema de un solo lado, es del que duda, pero también del que no genera certezas. Algún desconfiado normal lo que hubiera hecho es una auditoría a los estudios, pero la desconfianza ciega (queremos suponer que fue eso) los llevó a repetirlos.

Pues bien, 20 millones de pesos y seis meses después resulta que el aforo del eje Tesistán-Ávila Camacho-Tonalá es el mismo que el estudio anterior había arrojado. Con esos datos, que ya tenían pero en los que no confiaban, los alcaldes tendrán que tomar decisiones. Solo hay de tres sopas. La primera es decir: ‘Señores, después de realizar los estudios necesarios resulta que nos equivocamos: tenían razón, para lo que da este aforo es para un sistema tipo BRT, retomemos pláticas y proyectos para corregir lo que haya que corregir y sacar adelante el tema’. Esta opción, que pareciera la más cuerda y normal entre adultos sensatos, es impensable entre políticos. No pueden hacerlo, al menos no antes de que exista un candidato a la gubernatura.

La segunda es que sostengan que, de acuerdo con los estudios, la mejor decisión es optar por el tranvía, pero eso significa comenzar estudios, meterse a la cola del Fonadin y arrancar, si bien nos va, en 2012 ó 2013 un proyecto menos feo, pero también menos eficiente. La tercera es que como los alcaldes ya no se confían ni entre ellos, independientemente de los resultados de ambos estudios, cada quien siga por su hebra: uno con la idea de tranvía, otro pensando en tren ligero subterráneo y el tercero esperando que los otros dos se pongan de acuerdo. Como están las cosas, hoy es la más factible.

¿Cuánto nos ha costado la desconfianza? Mucho más de lo que imaginamos. Lo de menos son los 20 millones. A eso hay que sumarle los dos mil 500 que no llegaron para el proyecto, el tiempo que se ha perdido, el costo diario de un transporte más ineficiente, los millones de horas perdidas por ciudadanos que esperan, inútilmente, que se hagan las cosas.

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