El Santuario, engentado con festejos de Guadalupe

GUADALAJARA, JALISCO (11/DIC/2011).- La Virgen de Guadalupe es con mucho el ícono religioso con más fuerza en el catolicismo mexicano. Incluso es un símbolo que ha sido exportado a otros países, desde nuestro vecino del Norte, hasta varios de Latinoamérica y de países europeos, entre los que figura El Vaticano.

La Basílica de Guadalupe en la capital del país y el Santuario de San Juan Diego en Cuautitlán, son los epicentros del fervor guadalupano. En Guadalajara, un botón de muestra del guadalupanismo festivo es el Santuario de Guadalupe en pleno centro histórico, donde la fiesta dura varios días, desde la preparación con los 46 rosarios, hasta los días cercanos al doce en los que la concentración de fieles genera todo un suceso social que requiere de un operativo en materia de primeros auxilios, vialidad y seguridad.

Los tradicionales atuendos de los niños vestidos a la usanza del indio Juan Diego Cuauhtlátohuac, (quien ya forma parte del santoral católico); y las niñas también vestidas con ropa típica, forman parte de la semiótica festiva guadalupana, junto con otros elementos, como las misas, las procesiones y los juegos pirotécnicos, además de los puestos de chácharas de diversa índole.

Otras colonias tapatías también festejan a la Morena del Tepeyac en todos los puntos cardinales de la metrópoli, como Chapalita, el Rancho Blanco en Tlaquepaque, la Guadalupana, la colonia Constitución, por citar algunas. Este hecho se repite a lo largo y ancho del territorio mexicano, lo que muestra el gran arraigo del ícono del Cerro del Tepeyac, cuyas raíces se remontan a 1531 (diez años después de la caída del imperio azteca), fecha de las apariciones de acuerdo a la historia católica sobre el tema.

Guadalupe, un fenómeno polémico

Prácticamente desde el inicio de la tradición guadalupana en siglo XVI, se ha tenido una gran controversia por motivos históricos y otros aspectos que han estado ligados al surgimiento del guadalupanismo, como el hecho de que el Cerro del Tepeyac, fuera un sitio dedicado al culto de la deidad náhuatl, Tonanztzin (una de las madre-tierra en la cosmogonía indígena).

La controversia ha girado ante los fundamentos históricos sobre Juan Diego. Dado que hay historiadores que no dan datos concretos sobre este personaje, mientras que otros defienden su historicidad.

Pese a las objeciones que en su momento hicieran diversas órdenes religiosas al culto guadalupano, éste progresivamente se arraigó profundamente en la sociedad mexicana. Dentro de este fenómeno, la imagen de Guadalupe se convirtió en una bandera de lo que el nacionalismo de los criollos mexicanos de la entonces Nueva España que buscaron la independencia ante la corona española.

Así las cosas, mientras que los estudios del fenómeno guadalupano siguen con su polémica en varios frentes, desde lo histórico, hasta lo antropológico, las devociones guadalupanas siguen vigentes entre los ciudadanos de a pie, como se ve en diferentes manifestaciones, desde las playeras del roquero Alejandro Lora, hasta en los danzantes y peregrinos y devotos de la Morena del Tepeyac que la celebran sus fiestas.

PARA SABER
Al interior del catolicismo mexicano, hay posturas divergentes en torno a la historicidad del llamado suceso guadalupano. Un ejemplo: el historiador de la Pontificia Universidad de México, Manuel Olimón, discrepa de tesis de sus colegas, como José Luis Guerrero, Fidel González y Eduardo Chávez, en varios temas ligados a San Juan Diego.

San Juan Diego fue beatificado en Roma en 1990. Fue canonizado en la Basílica de Guadalupe en 2002. Ambos hechos fueron a cargo del entonces Papa Juan Pablo II.
El primer presidente de México: Miguel Férnandez Félix, se cambió al nombre de Guadalupe Victoria, en honor de la Morena del Tepeyac.

EL INFORMADOR / SALVADOR Y MALDONADO.