Jueves, 16 de Octubre 2025
Internacional | La coreografía de Gabriela Medina, creada tras los ataques de 2001

El Hershey Man, entre la violencia y la belleza

La coreografía de Gabriela Medina, creada tras los ataques de 2001, plantea la visión del humano frente a la tragedia y el horror

Por: SUN

La contundencia de la obra, y la reflexión constante sobre el dolor y la tragedia, causó aceptación y rechazo. ESPECIAL  /

La contundencia de la obra, y la reflexión constante sobre el dolor y la tragedia, causó aceptación y rechazo. ESPECIAL /

CIUDAD DE MÉXICO (08/SEP/2011).- La coreógrafa Gabriela Medina vivía en Nueva York poco tiempo después del ataque a las Torres Gemelas. La cotidianidad se transformó drásticamente tras el suceso. La sociedad neoyorquina se vacunó contra el dolor. Esto lo entendió el día que mientras compraba una papaya, escuchó gritos, volteó y vio cómo el chino que atendía el lugar golpeaba salvajemente a un negro vagabundo. Ella, junto con otras seis personas más, permaneció como espectadora.

“Fue sorprendente, de verdad le daba una paliza frente a todos nosotros. Ahí trabajaba un mexicano, quien le avisó al chino que el vagabundo se había robado unas latas de chocolate Hershey. El negro finalmente sacó las latas de las bolsas de su abrigo y empezó a gritar que las devolvería. Ahí acabó todo. Me impactó lo que vi, pero me conmocionó más mi reacción y la de la gente que estaba alrededor. No hicimos nada. Sentirme paralizada frente a un acto de violencia fue una de las preocupaciones más grandes que se despertaron en mí. Al día siguiente comenzó la guerra en Irak, o, mejor dicho, la invasión en Irak”, narra en entrevista.

La guerra inició el 20 de marzo de 2003, cuando las fuerzas estadounidenses empezaron los primeros bombardeos aéreos sobre los objetivos iraquíes. Dos meses duró la ocupación, cuando el presidente George Bush declaró el fin de los principales combates.

“Estudiaba en la Universidad de Columbia cuando empezó la invasión. Recuerdo que pensé que todos los alumnos, donde supuestamente están los que tienen un alto nivel intelectual, iban a protestar, que nadie iría a clases o que tal vez habría huelga. Fui ingenua. Nada pasó, la vida siguió su rumbo como si no pasara nada, con excepción de la maestra Maxine Green, quien impartía educación estética, fue la única que trajo a colación lo que sucedía. La parálisis personal y la de la multitud fue el punto de partida para comenzar a trabajar en cómo reaccionamos frente a la violencia”, dice.

De esta experiencia nació la videoinstalación coreográfica El Hershey Man, estrenada en 2005 en Japón, en la que aborda la guerra que se desató tras el 11 de septiembre; y hace un recuento de varios episodios cruentos en la historia de la humanidad, como los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki, en 1945, en el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Junto con el cineasta Mario Villa, quien creó el diseño visual, y el músico Carlo Nicolau, la coreógrafa mexicana planteó en la obra la visión que el ser humano tiene frente a la tragedia y el horror. A través de la estructura de una pelea de box y vinculando estos hechos con una base ecléctica de datos, El Hershey man es una declaración estética interdisciplinaria en torno a dos extremos de la condición humana: la violencia y la belleza.

En 2006 se presentó la obra en Nueva York, donde obtuvo el Award Show. Ese mismo año se estrenó en México durante el XXVI Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López en San Luis Potosí, donde recibió las mejores críticas y fue tal el éxito del montaje, que se mantuvo intermitentemente en cartelera durante dos años, convirtiéndose en una de las obras contemporáneas más importantes de los últimos años.


Vacuna contra el horror

El Hershey man es, antes que nada, una estructura coreográfica impecablemente construida: el escenario resulta un cuadrilátero de boxeo, sin cuerdas, cuyos límites, marcados en el piso, establecen los senderos y el espacio interno en el que se desarrollan los “acontecimientos”.

Al respecto, Mario Villa, director de arte de la compañía La Manga, explica que decidieron simular un ring de box, pues es el espacio donde la violencia no sólo es permitida, sino que también es celebrada.

“En el ring se acepta la violencia, siempre y cuando se sigan las reglas. En este sentido, se permiten cosas inverosímiles, por ejemplo, a Saddam Hussein lo acusaban de echarle gas mostaza a los kurdos, algo que se supone era ilegal. Por otro lado, era permisible lanzar misiles contra la gente inocente. Es absurdo cómo justificamos la violencia, el fin es el mismo: destruirnos, pero nos importan las formas. Por eso nosotros decidimos usar un ring de box, tener un espacio donde hubiera cabida a estos absurdos, a estas contradicciones”, explicó Villa.

Sobre el trabajo, el crítico de danza, Alberto Dallal, escribió en 2006: “Mario Villa ha ‘acondicionado’ el ring de manera original, exponiendo sobre el piso el interjuego de las imágenes y luces electrónicas que nos hablan de un ‘universo otro’ a la manera de las metáforas icónicas de un cuadro cambiante, bello, abstracto y sintético: la pantalla donde se exhibe esta belleza es el mismo piso del ring y en ocasiones los movimientos a ras de suelo de Gabriela se entrecruzan con las secuencias lumínicas de Villa”.

A la distancia, Villa recuerda cómo fue el proceso creativo que llevó a la construcción visual de la obra, en donde lo mismo cabe aquella fotografía que captó Daniel Aguilar durante la guerra en Haití —en la que se observa la mirada muerta de un hombre, mientras otro le pisa la cara con su bota— que imágenes que remiten a Irak y todo aquello que el ataque de las Torres Gemelas desencadenó.

“Durante un año recopilamos mucha información que salía en los medios. Luego seleccionamos las que finalmente se usaron. Pensamos que uno lee notas de dolor y observa las imágenes, pero le das vuelta a la hoja y te pones a revisar tu horóscopo, es decir, ahí está la tragedia, pero nos es fácil evadirla. En la obra no queríamos jugar a la sutileza, queríamos que hubiera momentos en que nadie tuviera oportunidad de ignorar lo que estaba frente a sus ojos, no hay poesía, no hay metáfora, son sólo imágenes a las que deberíamos brindarle nuestra atención, pero no lo hacemos”, dice Villa.

 
Objetivo: la reflexión

Para Villa, el 11 de septiembre le recordó a la humanidad lo frágil y autodestructiva que es, pero el tema no acaparó el trabajo de los artistas. Medina coincide: “Durante un tiempo estuvo a flor de piel, de pronto se volvió una especie de moda, pero nunca fue un tema generalizado. Supongo que era muy fuerte para ser abordado, no lo sé. En mi caso, que creamos la obra dos años después del atentado, se trató de algo muy duro para mí, después de 100 funciones sentí la necesidad de cerrar el ciclo y voltear a lo opuesto. No podía más con eso, sentí que tenía que mirar no sólo la violencia extrema de la que somos capaces, sino también la belleza que podemos crear”.

De hecho, agrega, El Hershey man también tiene elementos que buscan dar cuenta de la belleza en el mundo. “Es increíble que nadie la percibía, era tan contundente y avasallante la tragedia, que no podían ver más allá de eso”.

Hoy, señala, cuando es México quien enfrenta una guerra, no se pueden mantener los ojos cerrados. “Pienso en los jóvenes, no quisiera que ellos pensaran que la vida es así, que la alternativa para sobrevivir es agredir al otro, pero tampoco podemos evadir esta realidad”.

Para Villa, la sociedad tendría que entender su monstruosidad. “Estamos en un tiempo macabro, en donde los ejercicios de poder son los que están causando un gran daño. Después del 11 de septiembre, el mundo sigue siendo igual, es decir, las guerras existen y pareciera que estamos condenados a vivir así. Mi visión es muy desoladora, es como si no aprendiéramos de las lecciones”, refiere.

La contundencia de la obra y la reflexión constante sobre el dolor y la tragedia causó aceptación y rechazo. En NY, las referencias a Irak interesaron al público. En México fue donde más cuestionamientos provocaron. “Causó incomodidad y a la gente no le gusta eso”, dice.

 
Sobre la compañía

* La Manga. Fundada en 1994 por Gabriela Medina y el artista visual Mario Villa, La Manga es una agrupación que produce instalaciones, espectáculos de danza y teatro, y proyectos de investigación sobre el tema

* Metodología. La compañía ha desarrollado la Metodología de Danza Teatral Integrada y la usa para su trabajo artístico, para impartir seminarios, y para dirigir proyectos de investigación con varios sectores de la sociedad

* Premios. En 2006, la compañía ganó The A.W.A.R.D. Show Series de NY, por el que compitió con 150 participantes más de varios países

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