Martes, 28 de Mayo 2024
Entretenimiento | Un sabor distinto en cada canción

Sara Valenzuela entra “en la cocina”

La cantautora vuelve a la escena alternativa con un álbum en el que una “combinación de músicos” pone el sazón

Por: EL INFORMADOR

En años recientes, hicieron que la nueva producción tenga el espíritu y la energía para que sea memorable. ESPECIAL  /

En años recientes, hicieron que la nueva producción tenga el espíritu y la energía para que sea memorable. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (12/OCT/2011).- Seis años pasaron para que del horno pudiera salir, listo y en su punto, el nuevo disco de Sara Valenzuela, En la cocina. “Me tardé un montón, pero así se dieron las circunstancias”, dice ya con el CD en sus manos. Y entre estas circunstancias sí que hubo de todo: su hijo Matías llegó al mundo luego de Lado Este –su primer álbum como solista de 2005-; encontrar a su productor ideal, Gerry Rosado, significó tres o cuatro intentos previos con otras personas del medio; y el fallecimiento de su padre vino a provocar una recapitulación en varios aspectos.

Si bien algunas ideas y canciones para este nuevo disco estaban listas anticipadamente, los tratos con diversos sellos discográficos parecían no acomodarse, pero por fortuna Sara encontró al titular del sello  Intolerancia que se distingue por ser “un productor realmente comprometido con la escena alternativa y que está fuera de lo que es el mainstream”. Entonces comenzó un periplo que tardó años y que pasó por una diversidad de procesos, tal y como lo hacen los grandes platillos de la cocina.

— Se dice que las cosas a fuego lento salen mejor.

— Sí. Un proceso tan largo nos dio tiempo de que se incluyeran canciones previas –que ya tenía después de Lado Este- e incluso una que se hizo tres meses antes de terminarlo. Y otra cosa buena fue que por coincidencias y cuestiones azarosas, se aprovecharon visitas como la de DJ Logic que se echó una rola (Peces en mi boca), y otros más que si los quieres hacer en un periodo concentrado de tiempo es más difícil.

— ¿Esto te permite mejorar y perfeccionar, más sal, menos pimienta?

— Sí, eso fue también muy interesante porque podías descansar las canciones. Hubo unas que a los tres meses de grabadas me daba cuenta que no iban por ahí, entonces movías la batería u otra cosa y eso nos permitió hacer otros tratamientos.

— ¿Pero también tendrá sus momentos de enfado?

— Sí. Para el próximo disco me gustaría tener un tiempo más concentrado de producción porque también te dispersas y me pasaba que ya no sabía si tal canción la quería en el disco o no. Pero una vez que estuvo todo producido, Gerry le dio una coherencia a todo, otro ángulo. Y así fue, lento pero muy afortunado por toda esta serie de colaboraciones que se pudieron hacer.

— ¿Quiénes participan contigo en el disco?

— Hay gente que admiro muchísimo y estoy encantada de que hayan colaborado. Algunos grabaron más que otros, hay quienes nada más hicieron una cosita, como por ejemplo Daniel Zlotnik, que es el saxofonista de Los Dorados: grabó clarinete en una canción nada más pero sabíamos que eso le iba a dar el carácter que buscábamos para En la cocina. O Hernán Hecht, que es un baterista increíble, está en una canción (Vida en tus ojos) en la que necesitábamos alguien como él. O Frankie Mares, el baterista de Troker, en realidad las bases del disco fueron hechas por él. También está Hans Glawishnig, un bajista austriaco-americano que ha tocado con Chick Corea y dijo ‘va’, llegó, hicimos una toma de cada canción con él y grabó cuatro. Después está Jay Rodríguez que es un saxofonista de Groove Collective y buen cuate. Él estuvo en el disco pasado y ahora se aventó un arreglo de metales en Otro lugar que estuvo increíble.

— ¿Cómo le haces para conseguir a esas personalidades?

— Es gente que he ido conociendo a lo largo de varios años, un poco a través del programa Sólo Jazz (Radio Universidad de Guadalajara), o de Tónica (seminario y ciclo musical), y ha sido padre saber que esas relaciones de trabajo se convierten en amistades y que puedes llevarte la fortuna de tenerlos, como Alonso Arreola y Alex Otaola que, en términos de cocina, son como las diferentes sazones o ingredientes de cada canción.

— Entonces ¿cuál es en sí la sazón de “En la cocina”?

— La idea era mantenerlo todo muy orgánico, por eso hay canciones muy básicas que nada más tienen guitarra, batería, voz y un poquito de teclados y bajo, como una formación roquera pero muy simple. También hay canciones más elaboradas, hay una más electrónica y hay varias que son muy acústicas, con instrumentaciones que a lo mejor yo no había explorado antes, por ejemplo hay una con banjo y contra bajo, poquito de batería, voz y ya; hay otra que tiene ukulele –guitarra de cuatro cuerdas- con contrabajo y guitarra resofónica; hay otra con clarinete y contrabajo que también suena distinto.

Es muy diferente el carácter pero me gustó mucho cómo fuimos dándole diferentes colores a las canciones. Además me fue importante hablar de cosas que para mí son difíciles porque además es un disco en el que en su proceso viví situaciones muy fuertes de índoles diversas, por lo que de este disco lo que podría resumir es que a fuerza de los golpes te das cuenta que lo importante es aprender a dejar atrás las cosas que ya no te sirven, las que ya no te están haciendo bien, y aprender a estar en el momento.

— ¿Cuál o cuáles son las que más reflejan esas vivencias?

— Hay una que se llama Suerte y para mí es una canción de pérdida. Habla del momento de la muerte de mi padre, pero cuando la hice salió una canción de pérdida pero de alegría por la suerte de haber podido conocer a alguien así y haber podido tener un papá así. Y la gente que la oye ha sentido una mezcla de tristeza pero de cierta esperanza y, bueno, por ahí va. La idea también es que tenga esas otras lecturas. También hay una canción de cuando estuve embarazada, Peces en mi boca, que es toda la cuestión que en su momento me provocó el darme cuenta de que adentro había algo vivo desarrollándose y todo lo que implica.

De las más nuevas hay una que se llama Cereza, la del ukulele, y salió de unas vacaciones en Buenos Aires. Es una canción muy del momento en que te rindes de esa lucha de querer controlar todo y saber que no puedes, que mañana va a pasar lo que va a pasar, y es un poco naif pero en el fondo para mí habla de eso.

— Y luego de todo eso, ¿por qué “En la cocina”?

— Justo cuando empezamos a grabar el disco, mi papá muere y él era un fan de la cocina. Tuvo un restaurante y le encantaba ser chef, era alguien a quien le gustaba probar cosas y siento que la música es un poco parecida a la cocina, en el sentido de que los tiempos no los puedes apurar. Yo quería que este disco saliera del horno cuando aún no estaba y me di cuenta que lo tenía que soltar porque es como no poder hacer un pastel en cinco minutos ni el pavo en media hora. Pero cuando haces un platillo en los tiempos requeridos, vale la pena.

Fue pensarlo así y también en la mezcla de ingredientes, que fue lo que pasó con el disco: hay un montón de especias regadas. Aparte siento que las cocinas son, de la casa, el lugar donde acabas platicando las cosas más importantes o triviales, pero siempre nos agrupamos en la cocina. Es un lugar donde igual te sientas a platicar de algo banal pero también es un confesionario en el que salen unas cosas que necesitas un café para entenderlas. Por eso la canción En la cocina, que para mí representa todo eso.

Ana Guerrerosantos 

PARA SABER
Arma agenda de primera

Sara Valenzuela iniciará las giras promocionales de este nuevo disco en breve. Cuenta que el material ya ha sido invitado a participar en el Festival Vive Latino y que los conciertos están por empezar. “Hay que tocarlo”, acota con una gran sonrisa.

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