El don de contar de Martha Cerda

Dice Leticia Villagarcía que la propuesta literaria del tercer milenio es el cuento y, particularmente, los textos de Martha Cerda. Por eso la invitó a charlar sobre su nuevo libro, Cuentos y recuentos. Antología personal (Arlequín), en el ágora de la librería Mariano Azuela.

Como la idea de Villagarcía -coordinadora editorial y de proyectos de la librería Mariano Azuela- era hacer una presentación informal y desenfadada, invitó al poeta Jorge Orendáin a hacerle preguntas a Cerda sobre sus cuentos. Y Orendáin, autor de Telescopios de papel, planteó, como niño: “Martha, yo he hecho trampa y he llevado algunos textos míos a mis alumnos, sin decirles que son míos, para tallerearlos. Quisiera saber si tú has hecho lo mismo”.

No. Martha Cerda nunca ha hecho eso. Es tímida, según confesó.
Cuando Orendáin le preguntó sobre la “fina ironía”, la parodia y el sentido del humor en sus cuentos, Cerda respondió que “no soy tan seria como parezco”. Y lo demostró al leer sus relatos.

La tertulia transcurrió entre la vida de la escritora y algunas anécdotas más personales, pero no menos interesantes. Orendáin le interrogó sobre su paso por el taller de poesía de Elías Nandino y la autora recordó que “él me comentó que la literatura no es un juego, que hay que tener pasión”.

Jorge Orendáin aseguró que el cuento es el género donde se siente más fluida y auténtica a Martha Cerda, aunque la escritora ha incursionado en el teatro y en la poesía. “Sí soy más cuentista -reconoció la escritora-, pero llegó un momento en que me dio miedo repetirme, porque el cuento tiene esa característica, si no tienes cuidado te puedes repetir, por eso empecé a escribir novela”.