Miércoles, 22 de Octubre 2025
Entretenimiento | En México se tiene un pudor particular, y en la crisis se generan nuevas narrativas

Alejandro Springall comparte sus retratos fílmicos

En México, señala el creador, se tiene un pudor particular, y en la crisis se generan nuevas narrativas

Por: EL INFORMADOR

El cineasta toma conciencia de México y situación tanto en sus películas como en la vida privada.  /

El cineasta toma conciencia de México y situación tanto en sus películas como en la vida privada. /

GUADALAJARA, JALISCO (13/JUL/2012).- Alejandro Springall es un hombre de conceptos y de acción. Cineasta. Guionista. Trabaja hoy como productor de ''La delgada línea amarilla'' junto con el director tapatío Celso García. Es coproductor de ''La casa de los Babys'' película dirigida por John Sayles —con quien tiene una larga lista de colaboraciones— en la que participan Rita Moreno, Daryl Hannah, Bruno Bichir y Pedro Arméndariz (q.e.p.d.). El 17 de julio estrenará Sisters en Los Ángeles, película que él mismo dirige.

No hay que olvidar que Springall debutó también como coproductor —junto a Bertha Navarro— de ''Cronos'' (1992) cinta dirigida por el tapatío Guillermo del Toro. No contento con esto, también se aventó la producción del corto de Toño Urrita ''De tripas, corazón'' que fue, por cierto, nominado al Oscar y marcó el debut de Gael García Bernal en el cine mexicano.

Estuvo en la escuela de teatro de la UNAM pero pronto se decidió por el cine y estudió pues en la London Film School. Fue Santitos (1998), su debut como director —afortunado por cierto— en el mundo del largometraje. En 2006 dirigió Morirse está en hebreo y en 2010 una comedia protagonizada por Eugenio Derbez: No eres tú soy yo.

La carrera de Springall es variable, constante. Un tipo subjetivo en su hipotalamidad artística, intuitivo y crítico, también con México.

“Lo que ha pasado en estas elecciones, es una radiografía bastante patética. México no es una democracia. Eso es ficticio. Tenemos muchos problemas y muchos discursos polarizados. No es cierto que se votó por lo que la mayoría quiere. Hay 18 millones de votos, dudosos”.

—Dolores Heredia en entrevista (EL INFORMADOR, 6 de julio de 2012) señalaba que sentía al D.F. como de luto... ¿cómo lo sientes tú?

—En la esquizofrenia emocional. Acá ganó el PRD porque realmente fue votado en su mayoría y al mismo tiempo es la ciudad sede de los Poderes Federales... pero también aquí podemos pedir la ciudad que queremos.

—Bueno y frente a todo esto ¿el arte se vuelve útil o inútil?

—Sí creo que el arte en ciertos momentos ha logrado plantear preguntas, muchas. Ha sido reflejo de la realidad y la vida en ese momento, pero no veo al arte como un tema funcional. El arte no tiene un impacto material. Sí tiene una función social para la transformación, pero creo que el arte es una confrontación personal. Siempre va hacia lo personal.

—Sin embargo sí creo que al momento de estar en contacto con él, como con cualquier obra cinematográfica, uno mismo se sensibiliza y eso es educación y también inteligencia.

—Bueno, sí. Cuando yo hago una película no pienso a nivel de masa. Pienso en las mentes particulares. Cuando hice Morirse está en hebreo pensé en lo muy particular, en el judío no mexicano, en el mexicano no judío, en los judíos. Es una comedia críptica.

—Bueno, y en ese sentido, ¿cómo eliges tus historias?

—No sé si las historias son las que me escogen a mí. Todas mis historias arrancan con una pérdida, en Santitos es la ausencia del rito lo que lleva a este personaje (Dolores Heredia) a hacer toda esa travesía. En mis películas hay una búsqueda personal, siempre encuentras una paradoja, ideas encontradas. Y en Morirse está en hebreo al contrario, hay un rito que es “la shivá”, que es un rito sumamente riguroso. No eres tú soy yo, es un viaje de pérdida, es una película simple y sencilla. Además es un hombre —a diferencia de todo lo que nos enseñaron— con sus afectos y en el hombre los afectos sí son el centro de tu vida... Sobre esa película me decían, “es que el personaje reacciona como mujer”.

Por otro lado, siempre tengo mucho cuidado de cómo presento a mis personajes femeninos. En Santitos miras a una mujer que se mete al fango sin contaminarse. Sin embargo sigo creyendo que son los hombres los que por otro lado siguen dominando.

—Puede ser que sí... y ahora que hablabas de los judíos, quizá son las culturas más antiguas las que siguen manteniendo a la mujer como eje ¿no? Me vienen a la mente los gitanos, por ejemplo.

—El gitano es un sin tierra. Una nación articulada, y como se mueve tanto, el peso cae en la mujer que es la que da la raíz. El pueblo judío adapta y adopta, es una nación matrilineal pero tiene un concepto patriarcal. Trabajo en un nivel de sutileza con los personajes femeninos en mis películas. Son fuertes y con alta autoestima.

—¿Por qué cine?

—Porque el cine tiene una capacidad infinita de emociones. Llega a un lado del hipotálamo que es donde se da el ensueño. Te da una absoluta libertad interpretativa. Tiene una tremenda capacidad narrativa y la dosificación de sus elementos narrativos es fascinante.

—¿Cómo sientes al cine mexicano?

—Me ha costado trabajo el término cine mexicano, es como decía Borges... la literatura no es buena porque sea literatura mexicana, es literatura y ya. Me gusta que hay oferta y que se manejan todos los géneros. Hay trhiller, western, sexycomedy y drama. Como nación no hemos superado vernos en el espejo y eso afecta nuestra distribución y exhibición. En Latinoamérica tenemos una indiosincracia de sometimiento y eso viene desde la educación pública.

—Y de la educación emocional también.

—Hay una parte de amor-odio en lo nacional. Otra con pudores complejos. Pero hay directores que quieren proponer otra manera de ver a México. Y hay una afectación a la cinematografía mexicana porque no ha habido desde la educación pública, formación de públicos.

—¿Tú crees eso de que de la crisis surgen cosas buenas?

—Creo que la crisis genera narrativas nuevas. México nunca ha tenido realmente tiempos de bonanza y te diré algo, mis películas son profundamente mexicanas. Santitos, por ejemplo, es descendiente de los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Y yo me veo más cerca de Gavaldón, de El Indio Fernández, Julio Bracho y eso se puede ver. México es mi set. Y el cine no dice cosas, cuenta historias, que es diferente.

—El patio de tu casa es México, ¿cómo está ese patio?

—Mi México me duele, se está perdiendo el sentido de la ética, se manipulan los conceptos desde el poder hasta el tejido social, no existe democracia porque en las familias no existe la democracia. Este es un país donde el ganador es ungido con la verdad pero no se le cuestiona su ética. Pero... hay grandeza. Somos de las pocas naciones que entendemos a todo el mundo, a los europeos los entendemos, a los norteamericanos los entendemos, a los latinos los entendemos, a los africanos también los entendemos. El gran problema de México seguirá siendo la educación, y el cine es el álbum de familia de esta nación. La cultura sube la autoestima y en este país ¡urge!


Dolores Tapia

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