Hace falta un plan nacional aéreo

GUADALAJARA, JALISCO (09/AGO/2010).- Ayer, la página en internet de Ryanair, la principal aerolínea de bajo costo de Europa, ofrecía vuelos sencillos de seis euros (100 pesos) para volar de Madrid a Bruselas, Barcelona, Marsella, Milán o Fez. Obviamente, este precio tiene un montón de restricciones. No es para cuando el pasajero se interese sino sólo en algunas opciones en las que a la empresa le interesa vender uno o dos boletos, y sólo por su cuerpo.

Adicionalmente tiene que pagar adicionalmente el equivalente de 84 pesos por la facturación en línea del boleto, otros 84 pesos si paga con una tarjeta que no sea de prepago de Mastercard, 67 pesos si quiere que le den prioridad en el abordaje del avión (la aerolínea no ofrece asientos asignados); 250 pesos si quiere viajar con maleta (de 15 kilogramos de peso máximo), más otros 250 pesos por esa primera maleta si el vuelo es en temporada alta (En Europa lo es en julio y agosto). Es decir, que si usted acepta todas las restricciones, usted y su maleta pueden volar de Madrid a Fez, una de las ciudades más alucinantes de Marruecos y de todo el mundo musulmán por el equivalente de 835 pesos. Y si quiere llevar, adicionalmente, un instrumento musical para alegrarse el viaje tendrá que añadir otros 334 pesos, si no pesa más de 20 kilogramos. Y no espere que le den en el vuelo ni cacahuates.

Esta aerolínea con sede en Irlanda, fundada por Tony Ryan en 1985 y ha generado una revolución en el mercado aéreo en el mundo.

Menos generosa, otra aerolínea de bajo costo de origen estadounidense, JetBlue, ofrecía ayer un vuelo redondo Nueva York-Cancún en 410 dólares, acompañado de una maleta de no más de 23 kilogramos, pero sólo si sus vuelos son el 31 de agosto y el 3 de septiembre próximo, porque cada vuelo y cada fecha varía hasta en 100% de precio, de acuerdo con la demanda.

Este modelo, que en México surgió hace años con las ya desaparecidas Taesa, Aerocalifornia y Aviacsa, parece ser el modelo a seguir en la aviación del planeta: le cobramos poco por su boleto, pero cualquier cosa adicional que quiera, le cuesta.

¿Quiere asombrarse? Ryanair tiene la intención de cobrar 1.60 dólares (21 pesos) por cada vez que el pasajero use el baño, como en cualquier sanitario público en México, y también tiene la inquietud de innovar llevando a los pasajeros de pie, para que quepan más en cada vuelo. Estos proyectos aún no se aprueban por las autoridades.
Por cierto, Ryanair es socia de la empresa regiomontana Vivaerobús, que forma parte de la empresa de los autobuses ETN. Por cierto, un vuelo en esta aerolínea de Guadalajara a la ciudad de México cuesta, en temporada baja, unos mil 200 pesos, casi lo mismo que el mismo trayecto en un ETN.

El modelo de fragmentar el consumo de cada pasajero ya fue adoptado por aerolíneas consideradas de prestigio. Por ejemplo, American Airlines le ofrece gratis sólo refresco, agua o café. Pero si quiere consumir una cerveza debe pagar seis dólares, o 3.40 dólares por unas papitas. Continental, por su parte, ya comenzó a cobrar por las maletas que lleve.

En este contexto internacional, el mercado aéreo mexicano va a la zaga. No hay un plan estratégico nacional, más allá de que el Gobierno federal resolvió, hace un lustro, que no iba a vender Aeroméxico y Mexicana como una sola empresa, para favorecer la competencia, y apoyar el surgimiento de nuevas empresas, sobre todo de bajo costo, en los últimos cinco años.

Esta decisión se vio controvertida cuando el secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, abogó por que el país tenga una sola “aerolínea bandera”, en lugar de dos grandes. Hoy tiene, con el proceso de concurso mercantil en Mexicana, una gran oportunidad de influir no sólo en la inquietud expresada, sino en impulsar un plan de largo plazo para el uso del espacio aéreo mexicano y el mercado nacional.

Los analistas especializados en el negocio aéreo auguran que a largo plazo el uso de este medio de transporte se va a potenciar, en detrimento de los viajes terrestres y sobre todo en naciones, como la nuestra, con una orografía que dificulta las autopistas rápidas.