Deportes | De los toros con verdad Un Cuadri de consagración, las dos caras de la fiesta... De los toros con verdad Por FRANCISCO BARUQUI M. Por: EL INFORMADOR 25 de mayo de 2008 - 21:27 hs Madrid.- Lluviosa la mañana presagiaba chubascos por la tarde, San Isidro se compadeció llevándose el agua dejando un frío que duró hasta la noche pero azulado el cielo con algo de viento. La corrida de ayer, floja para mucho en el papel, tuvo la definición de torería; de valor; de entrega y del autenticismo que como fondo tiene la más hermosa de todas las fiestas… La de los toros. Escribo esto porque en el ruedo venteño ha habido la esencia del toreo en las dos facetas que dan relevancia al espectáculo non. La del dolor de las cornadas, y la manifestación de la bravura, de la casta, de la importancia y la trascendencia que da el toro de lidia cuando sale como el sexto de Cuadri “Aragonés” de nombre, un ejemplar excepcional para consagración. De ocho Cuadris que trajeron solo aprobaron cuatro, completándose el encierro con dos de San Martín, muy en el tipo santacolomeño, uno negro y otro cárdeno gradullón y de afiladas puntas que certero infirió dos cornadas a Frascuelo en instantes de escalofrío que erizaron la piel. Los de los herederos de Cuadri, de excelente presentación, todos con la característica capa negra en zaino, con cuajo y hondura, algunos largos de badana que se dejaron pegar en varas llegando al tercio último con movilidad, manejables, con nobleza el tercero y quinto y complicado pidiendo el carnet el cuarto, con un sexto verdaderamente de bandera, — hay toros que van cuando los citan; éste, “Aragonés” embestía sin que lo llamaran, de largo con celo y codicia, galopando, con emotividad y transmisión, de auténtica consagración —, que da lustre al prestigio del hierro y divisa. Mi enhorabuena al criador Fernando Cuadri, por un toro, auténticamente de excepción y… Y cuánto quiere Madrid a su torero Carlos Escolar “Frascuelo”, que roto el paseíllo lo sacó del callejón para tributarle la ovación. Se veía y sentía que el de la tierra venía a por todas, por el triunfo o… Luego de brindar al público, un toro sanmartino con el que había iniciado su labor con templados doblones de añeja torería, llevándoselo de las tablas a los medios intercalando dos pases de trinchera con solera y expresión, pero al irse por el toreo al natural con la izquierda, descubierto ante el burel, fue empitonado espectacularmente cayendo de cabeza, — me vinieron a la mente escenas trágicas de Robles y Nimeño —, siendo retirado por las asistencias a la enfermería cuando se mascaba que el madrileño iba por la faena grande. Al heridor lo despachó otro matritense, Iván García, joven diestro que por septiembre del pasado año recibió una cornada…. Una cornada de las que retiran. Herida que le destrozó el ano que debió de serle reconstruído dejándole sondas y bolsa de plástico para sus necesidades, con las que entrenaba iniciando su larga y dolorosa recuperación. Una recuperación que no ha completado mirándose, sí, sobrado de voluntad y tesón, muy dispuesto y entregado pero acusando los efectos anímicos del gravísimo percance, — no es para menos —, sin poder plantear las faenas, ni tomar distancias y terrenos para centrarse estando con un toreo distanciado, sin ajustes y sin poder con sus toros, a lo que si se añade lo desconfiado que está con la espada, pues habrá que verle más en delante, que el rubio chaval es joven y tiene vocación para seguir. En verdad le deseo que supere el trance y triunfe, que cuando un torero ha sido calado como Iván, tiene sobrados merecimientos para lograrlo. Por cuanto a Israel Lancho, ese altísimo espada de Badajoz, al que ví el pasado año como novillero, confirmó su alternativa dejando constancia de su valía, primero con uno de San Martín que tuvo tanto nobleza como flojedad y que a punto estuvo de mandarlo al hule propinándole un puntazo en un glúteo pero sin romper la carne y sí el vestido, pasando la pena negra con el acero, para con el sexto… Para con el sexto, el Cuadri de bandera, qué tranco; qué galope; Israel se dio… Sabía la clase de toro que la suerte le había deparado, Y citándolo de largo en el centro del platillo le instrumentó un péndulo para el inicio de una obra en la que el toreo por abajo en ayudados con la diestra como al natural con la de cobrar, fueron expresión de mando y de temple como de largueza con un compás abierto natural dada la elevada estatura de Lancho, que no dejó de ser arrollado en un momento, volviendo con “Aragonés” a muletazos limpios, sin enganchones ni trompicones, justas las pausas y las reposiciones, ni pasos de más como tampoco de menos, centrado el torero dándose y centrado el soberbio Cuadri, — toro de premiación —, marcando los tiempos del pase en series que se le jalearon, aunque a momentos, pese a su firmeza y decisión, acusaba la falta de dominio del oficio, que con el rodaje irá superando, imprimiendo ritmo, mucho ritmo a su obra pero…. Pero haciendo la suerte suprema en los medios, perdió de vista el morrillo, — el único instante de la lidia en el que se DEBE, así con mayúsculas por favor, perderle la cara al toro —, sepultó la hoja atravesándolo, para posteriormente, ya en las tablas, irse muy por derecho hiriendo arriba para ver la muerte del bravo astado, que la vendió muy cara, habiendo petición en minoría. Recibo el parte médico de las heridas de “Frascuelo” que dice: “Herida por asta de toro cara interna posterior del muslo izquierdo de dos trayectorias, ascendente de 20 cms. con sección de músculo bíceps femoral, y otra de 15 cms. que llega hasta el fémur contusionando el paquete vásculo nervioso. Otra en la cara interna superior del muslo derecho con trayectoria descendente de 20 cms. con destrozos en los músculos abductores”. Por la edad del diestro, por cumplir los 60 años, tardará en sanar entre un mes a 45 días. Cuando disfrutaba de la faena al soberbio sexto con el que un torero triunfaba cuando otro era operado en la ejemplarmente equipada enfermería de la plaza, vino a mi memoria algo que años atrás me inspiró a escribir en la Guadalajara mexicana en la última tarde del coso que al finalizar la corrida empezaría a ser derruído, cuando un torero padecía herido la cornada en el quirófano y otro en el ruedo triunfaba: Dos caras tiene la fiesta la de tragedia y de gloria; en una el dolor se enhiesta, la otra es pasión y euforia… Dos caras, que sí, dos caras; Dos caras tiene la fiesta….. Correo electrónico: francisco@baruqui.com Temas De los toros con verdad Lee También Isaac Fonseca busca revancha y triunfo en la “Corrida de las Luces” Sociales: Domingo en los toros, concluye la primera parte de la Temporada Grande 2025 'El Galo' se lleva la tarde en el Nuevo Progreso Sociales: El gran triunfador: Ernesto Javier “Calita” Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones