Viernes, 29 de Marzo 2024
Deportes | Liguilla dedicada a Antonio de Nigris

Rayados de campeonato

Monterrey le pega a Cruz Azul también en la ‘‘vuelta’’ y levanta el título del Apertura 2009

Por: EL INFORMADOR

MÉXICO, D.F.- Antonio de Nigris partió sin cumplir dos de sus más grandes deseos: ser campeón con el Monterrey y jugar en una Copa del Mundo. No estuvo anoche en el estadio Azul, pero su estela fue el motor de un equipo que mató sus propios miedos.

Su hermano Aldo le dedicó la Liguilla y ayer la culminó de una manera mágica: invicto, con él como principal figura y con la corona del futbol mexicano.

Es el tercer título de liga en la historia de los Rayados, logrado ante un Cruz Azul que continúa atrapado en su propio nerviosismo. La nueva corona de Rayados se consumó tras un marcador global lleno de goles, 6-4, con tres tantos más en el partido de vuelta: el 1-0, marcado por Aldo de Nigris al minuto 54; el 1-1 llegó al 77 con gol de Alejandro Castro, y Humberto Suazo mató las esperanzas azules de tiempos extra y penales al 90 para el 2-1.

La Máquina se esfuerza en hacer más triste a su afición cada torneo. Nunca antes, había perdido los dos duelos de una final, sin importar el certamen. El Monterrey se los hizo, para provocar más dolor en un pueblo que ya no tiene nada en qué creer.

Los Cementeros ya tienen mayor número de subcampeonatos (nueve) que coronaciones (ocho). Son el eterno "ya merito" de nuestro balompié.

El equpo que hoy es monarca fue aún más precavido que en las vueltas de las series ante el América y el Toluca.

Walter Ayoví arrancó como volante por izquierda, pero William Paredes fue incapaz de controlar los arribos de César Villaluz y Rogelio Chávez. A la media hora, el habilidoso ecuatoriano ya fungía como carrilero, mientras que Paredes se unió a José María Basanta y Duilio Davino en el centro de la zaga visitante.

Los Rayados fueron arrinconados en el inicio. Así lo quiso Víctor Manuel Vucetich, quien se mostró demasiado tranquilo en la zona técnica. Nunca se sentó, pero tampoco dio muchas indicaciones, a diferencia de Meza, cuyo nerviosismo se reflejó desde el silbatazo inicial.

Como en todo el torneo, al “Ojitos” le preocupó la fragilidad de la retaguardia cruzazulina. Humberto Suazo y Aldo de Nigris fueron más que suficientes para mantener ocupados a Julio César Domínguez, Melvin Brown y Fausto Pinto. Ni qué decir cuando Ayoví se animó a llegar a línea de fondo.

La ilusión que privó en el Azul cuando los rayos del sol todavía pegaban con fuerza, se esfumó con el crepúsculo. El pueblo celeste pasó del convencimiento al miedo. Los fantasmas de 12 años sin títulos lo volvieron a aterrorizar.

La Máquina hizo su parte, al menos en cuanto al ímpetu. Antes del minuto 20, Villaluz y Pinto ya habían estremecido el travesaño de la portería de Jonathan Orozco. La eterna y caprichosa historia celeste: el balón se negó a entrar.

La fuerza mental también se fue extinguiendo con el pasar de los minutos. Gerardo Torrado y Cristian Riveros perdieron el dominio que ejercieron sobre Luis Pérez y Gerardo Galindo durante los minutos iniciales.

Los regiomontanos pudieron tomar un poco de aire, aunque no se animaban a llegar al área rival.
Aquel polémico encontronazo entre De Nigris y José de Jesús Corona fue la más clara que tuvieron en la parte inicial. Pidieron penalti, pero Marco Antonio Rodríguez no lo otorgó, igual que en la acción en la que Galindo jaló a Mario Ortiz dentro del área visitante.

En el entretiempo, Vucetich le quitó a su equipo el freno de mano y las condiciones del partido cambiaron durante 10 minutos. Sólo 10, porque el Monterrey no se tardó más en anotar el gol que lo decidió todo (54’).

Aldo volvió a mostrar ese mágico resorte y el Azul se cayó completamente. Las lágrimas cementeras comenzaron a aparecer.

Fue hasta entonces cuando Meza refrescó a su equipo. Ya era tarde.

Javier Orozco sustituyó al gris Ortiz, mientras que el “Cata” fue castigado por sus errores de marcación. Emilio Hernández ocupó su lugar, pero no fue el revulsivo que se esperaba, al igual que en toda la temporada.

Villaluz había sido el mejor hombre de los locales en el primer tiempo. Su “premio” fue ser sustituido por Alejandro Castro a 25 minutos del final.

Ya con dos goles de ventaja en el agregado, Rayados se tiró aún más atrás. Eso sí, el “Chupete” y De Nigris se mantuvieron listos para armar un contragolpe. Ambos fueron apoyados por un fresco Osvaldo Martínez, el arma que Vucetich se guardó para terminar de aniquilar a los celestes.

Lo del final fue la misma historia de los más recientes 12 años. El Cruz Azul lució desesperado, sin imaginación y disminuido mentalmente.

Buscó llegar al arco rayado, pero sus argumentos sólo fueron servicios al área y uno que otro desborde. Disparos de media distancia, como los de la primera mitad, no existieron.

El cabezazo de Castro (77’) le dio emoción a los últimos minutos. El pueblo cruzazulino despertó. Por fin, los capitalinos se sintieron locales. El problema es que, al igual que los cambios de Meza, la anotación del canterano ya fue muy tarde. Para colmo, Suazo (90') marcó el 2-1 definitivo (6-4 global).

Eso explicó el sonoro abucheo del final. Los Cementeros caminaron al vestuario llenos de amargura, con el llanto como única expresión al nuevo fracaso en pos de romper esa interminable sequía de más de una década sin dar la vuelta olímpica.

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