¡Qué pena por Pepín! Suerte y mi enhorabuena

Madrid.- A lo largo de mi peregrinar por plazas del mundo, he asistido a muchas despedidas de toreros que le dicen adiós a la carrera ante un público que siempre les ha animado reconociendo su valor y entrega, su capacidad y orgullo profesional dentro de la vergüenza torera que todos los que se enfundan en la seda y el metal ostentan.

De ahí que la tan significativa fecha reviste un sentido de emoción, de nostalgia, de todo ése cúmulo de sentimientos que se desbordan con el adiós. Y puedo asegurarle, amable lector, que los deseos de triunfo se multiplican en el afán de dejar un recuerdo muy grato de esa última tarde, y más, lo asevero, en la plaza más importante del mundo que no es otra que Las Ventas de Madrid.

Esto sentía en su interior Pepín Liria, un profesional cabal que dijo adiós al público de la capital de España, solo que…

Solo que no contaba que la corrida cuajada y seria, baja, de buenas hechuras y muy en el tipo de la casa, con variedad de capas con colorados en distinta tonalidad y un negro, los más con imponencia por lo agresivamente armados con largas y astifinas defensas con hierro de Doña Agustina López Flores, corridos en primero, segundo y cuarto lugares, como el tercero de su hijo Samuel Flores, — que aunque con flojedad resultó el que más se prestó —,  por dentro traían la mansedumbre desesperante que les hizo cumplir obligadamente a varas, llegando al tercio último distraídos y rehuyendo doblando contrario al salir de los pases, terciándose en una manifestación de deslucimiento a tope, tirando por la borda las posibilidades de triunfo.

Dos fueron devueltos, primero y segundo, al perder las manos y salir arrodillados del capote desplomándose, siendo substituídos  por los sobreros de Fernando Peña, —  de poco juego —, y Jaral de la Mira, que mejor se dejó aunque también con poco fondo para lucir.  Y así…

Así, no obstante el calor con el que la plaza llena recibió a Pepín haciéndole salir a recibir la ovación una vez roto el paseíllo, — algo infrecuente en este coso —, como también al ser arrastrado el quinto sacándolo del callejón con cariñoso batir de palmas, al maestro de Cehegín que se va con el desencanto de no haber podido cuajar un toro en la tarde de su adiós.

¿Pero, cómo estuvo..?

En todo un profesional del toreo dentro de la más pura línea de voluntad y el tesón, echando mano de su oficio y recursos aprovechando la claridad y temple que sacó el jaraleño planteando su faena con buen trazo en toreo por abajo por los dos pitones, insistiendo más por el derecho con sendos remates de pecho que se le jalearon con fuerza.  Vamos, en torero, pinchando en el primer envite para cobrar entera desprendidilla y descabello al primer golpe escuchando la ovación.

Con el quinto, auténtico galafate que salió terciándose sin clase alguna rehuyendo y desparramando la vista al doblar contrario al viaje natural de salida, le dio la lidia adecuada terminando de pinchazo y estocada, saliendo a recibir los aplausos de despedida de un público que le ha reconocido siempre como el profesional de la montera a las zapatillas que ha sido.  Suerte torero en el futuro fuera de los ruedos y…

Y... ¡Qué pena Pepín!

Como pena el paso de Paquito Esplá en este serial del que poco, muy poco, poquísimo recuerdo deja.
Con más entusiasmo que en su anterior actuación, pero sin lucimiento mayor, de capa toreó sobre piernas, tanto de recibo como al quitar con movidas chicuelinas, para escuchar palmas en dos cuarteos en los que brilló, el primero y un segundo por dentro de tablas, repitiendo en la misma forma el tercero pero dejando un solo palo.

Con la muleta, el maestro alicantino indiscutiblemente que domina el oficio y sabe proyectar añeja torería en sus formas, pero sin mayor exposición dejándose ver sobrado de precauciones, despenando de entera baja escuchando pitos, y en el cuarto saliendo monterado como es su costumbre, nada digno de escribir a casa metiendo la espada entera con habilidad alargando el brazo y rematando con descabello al segundo golpe.

Y no… No había tenido la oportunidad de ver a Paul Abadía “Serranito”, un extremadamente delgado artista zaragozano, quien dejó ver sus buenas maneras y determinación con el único “Samuel” que tuvo más viaje, desempeñándose el matador en una faena larga buscando terreno y distancias para imprimir su sello de expresión en series de naturales con la izquierda como ayudados por abajo con la diestra que se le corearon, pero sin acoplamiento total  toda vez que el astado, por lo flojo que era, requería más de caricia  que de sometimiento, sobreviniendo el enganchón y  algunos trompicones, resultando una labor de más a menos con sobrada voluntad, hasta recibir un aviso sin haber entrado a matar todavía, lo que hizo con un pinchazo quedándose en la cara sin pasarse, para sepultar luego media estocada tendenciosa que bastó.

Con el que cerró plaza, un colorado ojo de perdiz, el de más impresionante cabeza con una cornamenta descomunal como para quitar el hipo a cualquiera, “Serranito” mostró voluntad y de nuevo su buen corte, viéndolo con gusto de nuevo, como un artista que seguramente con un ejemplar que le vaya más, lucirá, que insisto y repito, tiene torería y artística expresión.

Para hoy vuelve la triunfal ganadería de La Quinta, de Alvaro Martínez Conradi, que tan sonoros éxitos ha tenido en el ruedo venteño matritense, para tres novilleros con grandes posibilidades como lo son Daniel Martín,  Octavio García “El Payo”, triunfador ya conocido de la afición madrileña auténtica carta fuerte de la torería mexicana en el que se tiene cifradas halagueñas esperanzas y Pepe Moral.

Sí, con la ilusión que siempre voy a ver los novilleros que podrán ser las figuras del mañana, iré…  Iré y se los contaré.

Correo electrónico: francisco@baruqui.com