El arte de Leandro y el valor de Aguilar...

Madrid (Segunda corrida isidril).-  Hacía tiempo, mucho tiempo que no veía los huecos en los tendidos que se han presentado.  Y seguramente que habrán en otras tardes muchos más dada la confección de la mayoría de los carteles que conforman el ferial. La reventa se está quedando con papel y así…

Así, bajando un pelín la entrada se dio la segunda del ciclo con cinco astados de Gerardo Ortega y un auténtico mulo de Sepúlveda parchando, — ay, cuando años atrás las figuras se apuntaban al salmantino hierro —, tirando por la borda las ilusiones que pudieron haber tenido los toreros del festejo.

¿Cómo salieron..?  Los de Ortega desrazados, desarrollando sentido, acusando mansedumbre y varios con devanadoras en sus cabezas poniendo los “¡Ayy..!” de susto pasando los astifinos pitones por las chorreras de la blusa y las hombreras de sus matadores. Un puntazo para Leandro al ser colgado por la parte posterior del muslo y un fuerte palotazo en un ojo para Aguilar cuando le derrotó en la cara toda vez que entregados ambos, créalo, les salió barato.

Recuerdo a los dos artistas desde sus principios cuando el vallisoletano se anunciaba con su nombre completo: Leandro Marcos dejando constancia de un corte de torero fino, elegante y de expresión, aunque abusaba del toreo de espejo, y el madrileño Sergio Aguilar con proyección acompañada de cierta frialdad soportada en un valor cabal que puso de manifiesto a lo largo de toda su actuación porque cómo se la ha jugado de verdad, sin concesión alguna desde saludar con un quite por gaoneras ceñidas sembradas las zapatillas en la arena, y dos faenas de plena disposición y gallarda actitud.  La afición le batió las palmas quedando con la esperanza de que en Aguilar hay un valor rescatable al que hay que seguir.

Con diferente personalidad y formas en la misma tesitura el de Valladolid.  Más afinado y natural, dominador del oficio lo que le da firmeza y confianza, Leandro está en su momento; sí, en ése que le permite echar para afuera el mensaje artístico de su toreo.  Fuerte se le ovacionó y el buen ánimo para seguirle viendo.

Antonio Barrera fue el primer espada pechando con lo más malo del encierro desenvolviéndose en un tenor frente a toros sin fondo ni condiciones que aburrieron al diestro, éste a los toros y ambos…  Ambos a la concurrencia.

Para hoy, va la tercera… Pupilos de Salvador Domecq para Miguel Abellán, David Mora y… Y otra más para “El Capea”, — ¿Ya cuántas van..? – que continúa empecinado en seguir los cada día más lejanos pasos del gran torero que ha sido Pedro Gutiérrez Moya, de la misma Capea pero de la que salió desde niño. Sí, su señor padre.

Se verá y se dirá…

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