Despierta el volcán de Guadalajara

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ZAPOPAN, JALISCO (31/JUL/2010).- De día, desde afuera, parece una nube sobre el cráter de un volcán. Por dentro, anoche fue un volcán que hizo erupción al latir 45 mil corazones, al unísono, en torno a una cancha de futbol.

El Estadio Omnilife, el estadio de las Chivas, cobró vida al abrir sus puertas por primera vez. Hace ocho años era un sueño que se antojaba inalcanzable. Hoy, después de algunos traspiés  y varios aplazamientos de la fecha anunciada para la inauguración, es, por fin, una realidad.

El gigante que creció lentamente en “El Bajío”, a inmediaciones del bosque de La Pimavera, comenzó a nacer a medida que la tarde declinaba. Para quienes vivieron, hace 50 años, la inauguración del ahora vetusto --¡quién lo dijera!-- Estadio Jalisco, fue como dar marcha atrás a la máquina del tiempo. Con una diferencia: que la nueva casa de las Chivas es más grande, más confortable, más funcional --no es exacto que todo tiempo pasado haya sido mejor-- que la que compartió durante medio siglo con quienes fueron sus hermanos en aquella aventura: el Atlas y el Oro.

A las 20:45 horas, puntualmente, comenzó la fiesta. Las luces se apagaron. El cielo se iluminó con los fuegos de artificio. Las megapantallas, en la cabecera de la plana alta, mostraron una síntesis de la historia del equipo más popular de México. Aludieron al mote que lo popularizó (“Chivas”, obviamente), acuñado por Reinaldo Martín del Campo, “Anotador”, precisamente en estas páginas.. Se dejó oír el nuevo himno del “Rebaño Sagrado”: “Chivas, somos como hermanos: somos mexicanos...”.. Un cuadro coreográfico giró continuamente en torno a once gallardetes y otras tantas estrellas, simbólicas de los títulos obtenidos por el Guadalajara: el mayor ganador de galardones, hasta ahora, en el futbol nacional.

El espectáculo de luz, sonido, coreografía y fuegos de artificio, a los que la naturaleza respetó (los pronósticos de lluvia no se cumplieron), consumió 37 minutos.. Se despejó la cancha. Entraron al campo los dos equipos, encabezados por los capitanes: Héctor Reynoso por el Guadalajara, John O’Shea por el Manchester United, que alineó a su segundo equipo y utilizó su segundo uniforme. Se pidió un minuto de aplausos por el padre de Omar Bravo, David Bravo Jiménez, fallecido la antevíspera. Mame Diouf y Dimitar Dervatov, del Manchester, pusieron la pelota en juego.

Javier “Chicharito” Hernández, estrella del Guadalajara en la temporada anterior y gran protagonista de la jornada, se ganó la inmortalidad al abrir el marcador con el primer gol en el Estadio Omnilife a los 7 minutos y medio de partido. Smalling empataría dos minutos más tarde. Adolfo Bautista, Reynoso, por los locales, y Nani, por el Manchester, redondearían el 3-2 favorable a los rayados.

Para el segundo tiempo, el “Chicharito” Hernández entraría a la cancha enfundado en la camiseta de su nuevo equipo. Se fue, inédito, a los vestidores, en el minuto 65. La fiesta terminó, con toda felicidad, cerca de la media noche.

Jaime García Elías