A propósito

Ver los partidos de la Eurocopa puede contribuir a tumbar vendas de los ojos.
Quienes llegaron tarde a la película y se perdieron, por lo tanto, el “show” que fue la “Naranja Mecánica” de los años setentas, le queman incienso a la selección holandesa actual. Les bastó, para ello, con el partido de su presentación en el actual certamen, con Italia --el actual campeón mundial, por si ya se ha olvidado-- como adversario.

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Es imposible saber qué tan lejos llegarán los holandeses en esta Eurocopa. Es aún más difícil vislumbrar que sucederá con ellos en el Mundial de 2010 en Sudáfrica... Los “tulipanes” de hace treinta años deslumbraron en dos copas del mundo (la de Alemania-74 y la de Argentina-78). Probablemente merecieron más reconocimientos que las escuadras anfitrionas, que se adjudicaron esos certámenes. Por encima de los campeones, pues, los holandeses, por la revolución que significó su estilo de juego, fueron los grandes protagonistas de esos torneos.

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Stefan Kovacs, el autor intelectual de aquella revolución, resumía el concepto en una sola frase: “El máximo de libertad con el máximo de responsabilidad”.
El concepto --ahora que Lakers y Celtics disputan el título de la NBA-- fue ilustrado alguna vez por Nacho Trelles en estos términos: “El ideal del futbol es que algún día llegue a jugarse como el basquetbol”. Es decir, con funciones perfectamente asignadas para cada circunstancia del partido (a la ofensiva, una; a la defensiva, otra); con jugadores plurifuncionales: aptos e imaginativos para atacar cuando el balón se gana; eficientes, ordenados y disciplinados para aplicarse a la recuperación cuando se pierde.

Y el mito que, bien vistas las cosas, se destruye con esas exhibiciones de suficiencia física y de solvencia técnica para imponer un ritmo vertiginoso a las acciones y sostenerlo durante los 90 minutos, es el de que el futbol de antaño era mejor.

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Alguien --¿acaso fue Menotti?-- dijo que “en la actualidad, el futbol no se juega: se corre”... Como mera curiosidad, puede hacerse un ejercicio un tanto vinculado con la arqueología: ver el video de un partido de los tiempos en que es fama que se amarraba a los perros con longaniza, y observar el ritmo al que se jugaba, para llegar a la conclusión de que aquellos futbolistas --en general--, en el futbol actual, no agarrarían el balón... ni con la mano.