A PROPÓSITO

Vivimos, por lo visto, en un mundo en que la virtud se cultiva al por mayor en bosques, parques, jardines y macetas. Abunda, por lo tanto. Y, en consecuencia, los virtuosos proliferan... La prueba está en la cantidad de piedras —arrojadas por otros tantos hijos de Adán que, por saberse libres de pecado, se sintieron con derecho— que llovieron a últimas fechas sobre la crisma de Giovani dos Santos.
El joven futbolista mexicano, hijo de Zizinho, antiguo jugador brasileño que echó raíces en México, fue sorprendido por algún “paparazzo” cuando sus  acompañantes —cinco jugadores ingleses del Tottenham— y los guardias de un bar trataban de incorporarlo tras caer en la banqueta, por haberse excedido de copas, para decirlo sin eufemismos.

Un diario sensacionalista londinense, “The Mirror”, aprovechó la ocasión para exhibirlo en sus páginas en esas penosas condiciones, y para humillarlo con una nota en que se refiere al incidente como “la actuación más impresionante que nadie le ha visto hacer en esta temporada”.
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(Gio, campeón mundial Sub-17, integrante de la selección mexicana que  busca la clasificación para el Mundial del 2010, fue transferido hace unos meses del Barcelona al Tottenham. Sus apariciones en la cancha —46 en la campaña— han sido fugaces, y su desempeño, discreto. Además, hace algunas semanas tuvo que ser operado del tobillo derecho).
Avergonzado, Gio explicó que no está acostumbrado a beber, y ofreció disculpas públicas por el suceso.
En el entendido de que no es, ni remotamente, el primer joven —futbolista o no— que vive un episodio de esa naturaleza, y de que su mayor desgracia no consistió en haberse tropezado con una cáscara de tequila (o de lo que haya sido), sino con un triste profesional de la cacería de escándalos, habrá que decir que Giovani, en cuanto figura pública, está expuesto a las críticas por sus actuaciones en la cancha... y que su vida privada merece respeto.
A la vida privada del jugador mexicano, salvo prueba en contrario, corresponde este episodio... En consecuencia, el lamentable incidente apenas si mancilla la carrera de Giovani y apenas si deteriora la imagen que se ha labrado por su calidad y su profesionalismo. En cambio, desdice del profesionalismo y de la ética periodística del fotógrafo y del editor que decidieron asociarse para vender periódicos entre los fanáticos del morbo, convirtiendo un lamentable incidente en todo un escándalo.