* Saber perder

Si es cierto, como dicen, que “Un hombre grande se restablece fácilmente de una derrota”, y que, en cambio, “un hombre pequeño jamás se restablece de un triunfo”, es obvio que el Guadalajara tendrá, el sábado que reciba a los “Pumas”, la oportunidad de demostrarlo.

Si es verdad, como decía el “Cuyo” Hernández —mánager de varios legendarios boxeadores mexicanos: desde el “Toluco” López hasta Rubén Olivares—, que “La experiencia no es lo que a uno le pasa, sino lo que uno hace con lo que le pasa”, es posible que el rotundo 4-0 del sábado pasado, en Tuxtla Gutiérrez, haya sido una lección, y que las “Chivas” den señales, en su próxima salida, de que la aprendieron.

Si tenía razón Donoso Cortés, al llegar a la tribuna después de sufrir un espectacular tropiezo en el camino, que “Así como el caído tiene opción a levantarse...”, pudiera ser, en fin, que los “Pumas” paguen los platos que los “Jaguares” rompieron la otra tarde en la alacena del equipo que, pese a todo, conserva la calidad de líder de la clasificación general en el futbol mexicano.

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Algo, en medio del cataclismo del sábado en Chiapas, debe encomiarse al Guadalajara: que ni su técnico ni sus jugadores ni sus dirigentes se suscribieron, al final del partido, al cómodo expediente de querer endosar al árbitro sus propias culpas.

Desde José Luis Real hasta el más modesto de los jugadores, pasando por las supuestas figuras —Bravo, Bautista, el “Chícharo”...— que fueron retirados del cuadro titular y terminaron en la banca, anonadados, con cara de velorio, todos tuvieron la honradez profesional de reconocer lo evidente: su incapacidad absoluta para meter las manos; para tratar, al menos, de que la derrota (imprevisible, si se quiere, pero de ninguna manera inaudita porque en los duelos futbolísticos siempre estará latente la posibilidad de que se reedite la historia bíblica del gigantón Goliath, humillado por el pequeño David) se produjera con guarismos más decorosos.

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Vaya: si el Guadalajara, a medida que fue sumando victorias y escribiendo capítulos para convertirse en protagonista de una historia —como de sobra se ha dicho— sin precedentes en el futbol mexicano, dio muestras de que sabía mostrar, cuando la suerte le volvió la espalda dio señales de que también sabe perder: algo que, bien visto, exige tanta entereza y tanta categoría como lo otro.