* Reproche

Más vale que sus asesores le hayan explicado a Sven-Göran Eriksson, ahora que seguramente ya ha gastado varios cuadernos haciendo apuntes antes de anunciar la lista de seleccionados nacionales para el primer compromiso de la eliminatoria, ante Honduras, que ninguno de los jugadores que encabezan la tabla de goleadores al término de la primera jornada del Torneo de Apertura, son elegibles para el “Tri”...

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En efecto: ni Vargas, ni Bogado —ambos del Atlas—, ni Cabañas —del América—, aunque mostraron aptitudes muy estimables (velocidad, fuerza física... y, sobre todo, contundencia), cumplen con el requisito básico para ser llamados.

Si acaso, el chaparrito que anotó el gol del triunfo de los “Tecos” como visitantes de los Indios de Ciudad Juárez —el “Pony” Ruiz—, con un espectacular remate de cabeza (Arturo Yamasaki decía, socarrón, que “esos goles hay que anularlos sin titubear”, y se explicaba: “Que un jugador tan pequeñito anote un gol de cabeza, es un insulto al futbol”), podría ser considerado, porque tantos años como lleva de militancia en el futbol mexicano, lo llevaron a tomar la respetable decisión de naturalizarse.

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Eriksson tendrá que acostumbrarse a las peculiaridades de su nueva residencia: dígase en contrario todo lo que se quiera, el futbol mexicano, a despecho de las imperfecciones de un sistema de competencia que sigue siendo muy cuestionado, cumple con creces con la función comercial de llevar gente a los estadios, y cumple con la función social de entretener a los aficionados...

Sin embargo, ese futbol sigue dependiendo demasiado de la aportación de los jugadores extranjeros. Y eso, a la hora de hacer frente a los compromisos internacionales, condena a sus dirigentes, una de dos: a quebrarse las pestañas, tratando de descubrir al material humano técnicamente dispuesto para empresas como las eliminatorias y las subsecuentes competencias formales, y a devanarse las meninges tratando de sacarles el temperamento que se requiere para que no les tiemblen las piernas a la hora de la verdad (como les sucedió, de manera escandalosa, a quienes fueron convocados por Hugo Sánchez para la eliminatoria olímpica)...

Eso... u optar por la antipática fórmula de llamar a jugadores naturalizados, con el riesgo de despertar críticas de los fanáticos, incapaces de reconocer que ese recurso es una fórmula desesperada.

Cada jugador naturalizado en una Selección, es un reproche a todos los nacionales que juegan en su puesto.