* Promesas

Con el argumento incuestionable de los goles como aval, la fama del “Chícharo” Hernández ya traspasó fronteras...

Además de los promotores y dirigentes de equipos del “primer mundo” futbolístico que seguramente ya le echaron el ojo y esperan las pruebas de que no es “flor de un día” --como tantas que ha habido en la historia del deporte más popular en el planeta--, ya el portal de la Federación Internacional de Futbol (FIFA) reparó en su existencia. Consigna que se trata de uno de los nuevos ídolos del medio; subraya su militancia en el equipo más popular de México, y lo presenta como una de las promesas del futbol mexicano para el Mundial que arranca --con México en el partido inaugural ante el país anfitrión, por cierto-- el próximo 11 de junio en Sudáfrica.

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Se trata, en el sentido más estricto, de una “cara nueva” en toda la extensión de la palabra...

Curiosamente, ni Javier ni Aldo de Nigris --otro prospecto del “Tri” para el Mundial en puerta-- tienen historia, porque cuando la Selección Mexicana alternaba las de cal con las de arena, a lo largo del 2009, en los compromisos de la eliminatoria, ni uno ni otro eran jugadores elegibles: el regiomontano irrumpió en la “liguilla” del torneo anterior, ya a finales del año, inspirado, especialmente, por la inopinada noticia de que la muerte puso fin a la carrera de su hermano Toño como el mayor trotamundos del futbol que ha nacido en México; el tapatío hizo lo propio en lo que va de este año, al responder, con goles que se han traducido en puntos, a la distinción que le dio José Luis Real al conferirle la titularidad para el Torneo Bicentenario.

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Como de costumbre, habrá que hacer “changuitos”. Primero, para desear que los dos prospectos más interesantes que tiene el futbol mexicano para el Mundial, mantengan el nivel futbolístico --y, por ende, la elegibilidad-- durante las semanas que faltan para la cita en Sudáfrica. Después, para que en ese breve lapso adquieran el grado de madurez necesario para pasar, de jugadores de equipo, a jugadores de Selección. Y, finalmente, que a la hora de los mameyes acierten a dar el paso que los convierta, de promesas, de las que ha habido cientos, en realidades, de las que se cuentan con los dedos de una mano... y sobran dedos.