Jueves, 16 de Octubre 2025
Deportes | A Propósito, por Jaime García Elías

* Penitencia

A Propósito, por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Que la Selección Nacional perdiera ante su similar de Estados Unidos, como sucedió el mes pasado, entraba, de antemano, no sólo en el terreno de lo posible, sino en el de la lógica. Habría sido sensacional si hubiese sucedido lo contrario. (La vieja definición sostenía que “Si un perro muerde a un hombre, no es noticia; es noticia si un hombre muerde a un perro”... aunque en tiempos de crisis habría que poner en tela de duda la segunda parte de esa aseveración).
Así, aunque no faltaron los desgarramientos de vestiduras ni los alaridos histéricos de quienes irrumpieron en las plazas públicas gritando el proverbial “¡Crucificadle: caiga su sangre sobre nosotros!”, en alusión a Sven-Goran Eriksson, al final de cuentas prevaleció la cordura: habrá motivos para darle gusto a las turbas, no cuando se pierdan partidos que normalmente deberían perderse, sino cuando empiecen a perderse los que deberían ganarse... y no se ganen, en compensación, algunos que deberían perderse.
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Ayer que dio a conocer la lista de convocados para el encuentro amistoso del próximo miércoles ante Bolivia, Eriksson, a pregunta expresa de los reporteros, lo admitió: una derrota --e incluso un empate-- ante Costa Rica, el próximo día 28, en México, puede costarle el puesto...
Esa drástica conclusión no es resultado de su aprendizaje intensivo de las peculiaridades del público mexicano. Son las leyes no escritas del futbol, vigentes en todo el mundo, y que se condensan en siete palabras: “Los técnicos son hijos de los resultados”.
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Si hubiera, como antaño, un solo boleto disponible para el Mundial para los países de la Concacaf, el aspirante tendría la obligación de pasar a cuchillo prácticamente a todos los rivales. Pero como hay tres directos y uno más accesible por la vía del “repechaje”, los apremios son mucho menores... Sería sensacional seguir siendo, como en los buenos tiempos, “El Coloso del Norte” en esta materia. Pero si hay que reconocer que esa calidad se perdió --como estaba escrito que sucedería-- en cuanto los estadounidenses tomaran al futbol en serio, no sólo se puede: se tiene la obligación de aspirar, cuando menos, al premio de consolación de clasificar al Mundial como segundo de la zona.
Quedarse por debajo de esa meta sería exactamente el tipo de pecado que en cualquier país civilizado se castiga con la penitencia del oprobio público. (Y del desempleo, desde luego).

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