* Mediocres

Que el Torneo de Apertura del futbol mexicano vaya a tener, a partir de hoy, como consta en actas, una “final norteña”, debe sacudir algunas conciencias y dejar algunas enseñanzas...

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Por supuesto, que Monterrey y Santos Laguna hayan llegado a la instancia suprema del certamen, no es obra de la casualidad. Uno y otro están ahí porque han hecho merecimientos. Los hicieron su cuerpo técnico y su plantel de jugadores, evidentemente, porque los títulos, en el futbol, sólo pueden conseguirse a base de sumar resultados en la cancha. Y los hicieron sus dirigentes, porque detrás de campañas como las de los protagonistas de la final en puerta, tiene que haber sendos proyectos respaldados con esfuerzo y paciencia.

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Llegar a la cima del futbol mexicano implica, también, desplazar a otros. En el caso, el primer desplazado sería el Toluca: el equipo mandón en los últimos torneos, se quedó esta vez en la ruta. Que no haya conseguido el boleto para estar, al menos, entre los aspirantes formales al gallardete, sugiere, probablemente, que su equipo ya cumplió su ciclo, y que así como se tomó la decisión de franquear la puerta para la salida de Mancilla, su goleador, a los “Tigres”, probablemente haya que agregar otros nombres a la lista.
En similar tesitura estarían dos equipos capitalinos: América y Cruz Azul. Ni uno ni otro estuvieron a la altura de los anhelos de sus simpatizantes... ni de las pretensiones e incluso de los afanes de sus dirigentes. Aunque “olieron” el título, nada los salva, en el balance, de un calificativo bastante ominoso para sus respectivas campañas: mediocres.

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Otro tanto habría que decir del Guadalajara; no del futbol de Jalisco, conste, porque la hegemonía que Jalisco llegó a tener se basó, ante todo, en los títulos del Guadalajara “Campeonísimo”: las aportaciones de Atlas, Oro y Universidad Autónoma, en ese aspecto (a razón de un título cada uno), fueron prácticamente simbólicas.
El de la campaña que está por culminar fue un Guadalajara que, a cambio del logro que significa hacer realidad su proyecto de construir un estadio “de Primer Mundo” --con los consabidos “asegunes”...--, en el otro aspecto quedó a deber...
También fue mediocre. Tampoco estuvo a la altura de su brillante historia de habitual protagonista de los campeonatos mexicanos... ni, mucho menos, de las bravatas, baladronadas y charlatanerías sistemáticas de sus actuales dueños.