* “Dios es Chiva”

GUADALAJARA, JALISCO.- Se repitió la historia: el rival —esta vez el América— estuvo más cerca del marco, pero el Guadalajara se llevó el gato al agua porque tuvo el argumento supremo del gol... y porque sigue vigente el axioma por excelencia del futbol: “Goles son amores...”.
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Fue inútil el dominio territorial del América en los primeros minutos del segundo tiempo... Ese dominio territorial, por cierto, se explica por dos vías. Una, que el cuadro capitalino estaba obligado a dar las cartas; el 1-1 de la etapa inicial, a estas alturas de la película —y en el entendido de que los dos equipos tienen la mira puesta en sacar boleto para el verdadero campeonato—, era mejor resultado para las “Chivas” que para los cremas. Otra, no tanto que los rayados empezaran a pagar tributo al desgaste físico ocasionado por el viaje a Buenos Aires para el partido de media semana contra River Plate, sino que ese estilo, consistente en dedicar a la mayoría de sus jugadores a defender, es el que hoy por hoy dominan... y el que les está funcionando.
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Por lo demás, no se puede pretender que los manes del futbol hayan sido injustos con el “Pelado” Díaz y sus danzantes. A cambio de la enjundia con que se lanzó al abordaje, el América fue un equipo limitado en materia de calidad individual y de plan de juego para traducir el dominio territorial en claridad ofensiva propiamente dicha.

La mejor prueba de lo anterior estriba en que, a diferencia de lo ocurrido en el River-Guadalajara del miércoles, esta vez Hugo Hernández no tuvo necesidad de convertirse en el héroe del triunfo rojiblanco. El guardameta de las “Chivas”, ayer, fue más espectador que actor —aunque a ratos presenciara el partido en primera fila, desde la Zona VIP—, porque Cabañas, Moreno y Esqueda no pudieron con el bloque defensivo tapatío... y porque Vera, en la más clara, con el zaguán abierto de par en par, en vez de aportar el clásico “pase a la red”, hizo lo que parecía más difícil: desperdiciar el gol “hecho”.
Esa pifia de Vera, más la de Cabañas al perder en el medio campo el balón que Ávila recogió y sirvió para que Arellano hiciera el segundo gol, fueron las mejores pruebas de lo consignado allá arriba: “Dios —por ahora, al menos...— es Chiva”.