* “Clásico” insípido

Uno ya tiene el boleto para la “Liguilla” en la cartera; otro perdió toda esperanza de entrar --aunque sólo sea para hacer bulto-- en el verdadero campeonato...

Ambos andan de capa caída: el Guadalajara porque ha perdido sus dos partidos más recientes --ante el Morelia, como local, y ante el peor equipo del circuito (el ya descendido Indios) como visitante--; el Atlas porque, tras hacer creer a sus simpatizantes --al ganar la semana pasada en Pachuca-- que en la fórmula de prescindir de sus “refuerzos” sudamericanos había encontrado la clave del éxito, la derrota ante el Puebla, en casa, la noche del miércoles, demostró que, viéndolo bien..., tampoco.

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Como si no fuera suficiente handicap tener que prescindir de cinco titulares, los rayados tiene que echar mano, esta noche, de su tercer portero. Si el segundo, Víctor Hugo Hernández, en ocasión de la derrota ante Monarcas, dejó algunas dudas acerca de su solvencia técnica para el puesto, también las dejó con respecto a un requisito “sine qua non” de un guardameta --el que se resume en la vieja fórmula de que “portero sin suerte no es portero”-- al sufrir, en un entrenamiento, la lesión que lo mantendrá varios meses marginado del cuadro.

En el campamento rojinegro, mientras tanto, el técnico Carlos Ischia jugará sus cartas de conformidad con las circunstancias: si éstas, hace una semana, favorecieron a sus críticos al forzar la exclusión de los sudamericanos Barbosa, Fuentes, Bottinelli y Vargas de la alineación, y redundaron, al cabo, en un triunfo en Pachuca que no estaba presupuestado, ahora le ponen en la mano el palito del balero: el castigado purgó su penitencia; los lesionados sanaron de sus percances; se perdió --ante el Puebla, como ya se apuntó-- un partido que teóricamente debía haberse ganado.... Conclusión: el retorno de la legión extranjera, esta tarde, parece ser “carambola hecha”.

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En todo caso, el asunto primordial estriba en que, salvo la añeja rivalidad entre los dos equipos, el partido, como tal, parece intrascendente: ni la victoria aportará mayor beneficio que cierta dosis de alimento para el orgullo de quien la consiga, ni la derrota tendrá mayores consecuencias para quien la sufra.

De ahí que los más ancianos de la comarca tengan que hurgar en arcones polvorientos para recordar desde cuándo no se daba un “Clásico” tan insípido como el programado para hoy.