* Charlatanes

Dicen --lo recordábamos en días pasados-- que si la entre la castidad y el rendimiento futbolístico de un equipo de futbol hubiera una relación de causa a efecto, el acaparador de campeonatos mundiales jamás sería Brasil; probablemente lo sería la selección del Vaticano. Y también dicen que si los sicólogos elevaran significativamente el funcionamiento de un equipo, el representativo de la Castañeda tendría una sala de trofeos, que ni las “Chivas” y el Real Madrid juntos.

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El futbol tiene fama de ser, desde siempre, “oficio de vagos”. Los futbolistas,  vía de regla, son reacios a ejercitar --permítase la metáfora-- los músculos del cerebro. Uno de sus mandamientos supremos, que los retrata de cuerpo entero, es el consabido “Si el futbol perjudica tus estudios..., deja los estudios”. (Después de todo, si comparan lo que gana un profesionista que tiene que quemarse las pestañas durante diez o doce años para obtener un título, con lo que llega a ganar un futbolista profesional de medio pelo, cualquiera diría que no andan tan perdidos).

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El caso es que tanto en el Guadalajara como en el Atlas andan en esas: en buscar “apoyo sicológico” para salir de sus respectivas crisis...

Con los rojinegros, empeñados en terapias individuales y de grupo, a partir de la hipótesis de que dichas terapias no sólo pueden complementar lo que se hace todos los días en la cancha de entrenamientos, sino, incluso, suplir lo que han desnudado los ocho rivales que han enfrentado en lo que va del Torneo de Apertura: falta de recursos técnicos y tácticos.

Con los rayados, más o menos en las mismas, porque a algunos jugadores (Arellano, Bautista y alguno más...) parecen habérseles olvidado las monerías que les ganaron la etiqueta de “cracks”, y porque el que se ha visto a últimas fechas --el sábado pasado ante Jaguares, sin ir más lejos--, en nada se parece al equipo portentoso del que sus publicistas pregonaban, hasta hace mes y medio, que era (“modestia aparte...”) “el segundo mejor de América”.

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Lamentablemente, el kafkiano mundillo del futbol está lleno de vendedores de saliva endulzada; de charlatanes, para decirlo con una palabra.

Y lamentablemente también, a la materia prima que se da al por mayor en el medio, le queda a la medida el viejo adagio de que “hay maderas que no agarran el barniz”.
(El ocote, por ejemplo).