* Aldeanos

Han pasado treinta años desde que los jugadores mexicanos accedieron a las ligas mayores del futbol... y seguimos sin crecer.

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Hoy que las noticias propiamente dichas relacionadas con el futbol mexicano consisten, una, en la contratación de Carlos Salcido (ex jugador del PSV Eindhoven de Holanda) con el Fulham; otra, en el compromiso en puerta del Manchester United ante el West Ham de Pablo Barrera, todos ellos de la Liga Premier de Inglaterra, y una más, los moños que se está poniendo Jonathan dos Santos para responder al llamado de la Selección Mexicana, parece haber, a partir de esos hechos, elementos de juicio para llegar a la conclusión de que el futbol mexicano sigue siendo --y no necesariamente para bien--... bastante aldeano.

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A la vista de los espacios que dedican los medios y del tratamiento que dan a las notas informativas relacionadas con los jugadores mexicanos que militan en Europa, se impone subrayar el contraste: en Brasil, Argentina, Uruguay y demás países sudamericanos que históricamente han sido abastecedores de materia prima para los equipos mexicanos (obvia subrayar la excepción que, en ese aspecto, confirma la regla: el Guadalajara), la prensa local apenas si incluye, ordinariamente los martes, una nota de dimensiones bastante modestas, relegada a un espacio ídem, para dar cuenta de los resultados de los equipos en que militan jugadores sudamericanos; en la prensa mexicana, en cambio, se da el relato pormenorizado del desempeño de los paisanos, y hasta se lleva la cuenta hasta de sus minutos de participación en los partidos que disputan con los equipos europeos.

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En el caso de Jonathan, habida cuenta de que difícilmente llegará a ser elegible para la selección brasileña --a la que tendría acceso por la vía del “ius sanguinis”, por la vía paterna--, y, en cambio, parece ser un prospecto interesante para la selección Sub-20 de España (a la que llegaría como naturalizado), sería de dar risa, si no fuera lamentable por la estulticia que denota, la serie de comentarios en que se aduce que el menor de los hijos de aquel Zizinho que vino de Brasil a hacer carrera y a echar raíces en esta tierra, estaría moralmente obligado a clausurar sus oídos al canto de las sirenas, y a proclamar que está a la entera disposición del Tri, porque su corazón --“¡ajúa, í-iñor...!”-- es mexicano.

¡Por favor...!