Un director aspira a ser la música que toca: Kiesler

GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2012).- Tercera temporada; tercera: la Orquesta Filarmónica de Jalisco está lista para volver a deleitar al público tapatío. Todos los fines de semana, desde este viernes 19 de octubre y hasta el domingo 18 de noviembre, el Teatro Degollado será el escenario donde suenen cinco programas musicales a cargo de cuatro directores invitados, además de la directora artística Alondra de la Parra.

Quien inaugura la temporada es el estadounidense Kenneth Kiesler, uno de los pedagogos de la dirección orquestal más respetados en el orbe. “Fue un maestro que cambió mi vida”, expresó hace algunos meses Alondra de la Parra, cuando invitó a Kiesler a impartir un curso intensivo para jóvenes directores en la ciudad de México.

Fue también gracias a la invitación de su alumna mexicana, que Kiesler estará por primera vez dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ). De ésta, Kiesler dijo haber escuchado que es una de las más importantes del país y que se encuentra en una nueva etapa gracias al reciente cambio de dirección. “En verdad estoy esperando conocerla”, expresó el estadounidense vía telefónica, unos días antes de que aterrizara en Guadalajara para empezar a ensayar con la OFJ.

El programa, compuesto por cuatro piezas, lo describió  Kiesler como uno “muy inusual”. Para comenzar, se escuchará la Obertura Trágica, de Johannes Brahms, y a continuación sonarán las Variaciones Concertantes, del argentino Alberto Ginastera, donde se contempla un solo para cada instrumentista principal.

La segunda mitad es la que más le emociona al decano de la dirección orquestal. En ésta se incluye la pieza para cuerdas Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, compuesta por el inglés Ralph Vaughan-Williams, que Kiesler describió como “simplemente hermosa”.

En la parte final se escuchará Pinos de Roma, del italiano Ottorino Respighi, sobre la cual explicó el estadounidense que fue la primera pieza musical en utilizar un elemento electrónico. Se trata de la grabación del canto de un ruiseñor, y hoy en día se sigue utilizando la grabación original que data de 1924.

Actualmente, Kiesler es director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Michigan, donde también dirige y es profesor de uno de los programas de conducción de orquesta más reconocidos en el mundo. Su metodología de enseñanza —que según Alondra De la Parra se distingue por ser muy exigente en cuanto a la técnica corporal del músico— ha llevado a Kiesler a dirigir programas pedagógicos en Canadá, Brasil, Alemania, Francia, entre otros.

El director, que acaba de cumplir 59 años de edad, ha estado al frente de numerosas orquestas sinfónicas desde sus veintes, entre ellas la de Chicago, Utah, Detroit, Florida, Indianapolis, San Diego, Portland, Jerusalem, Puerto Rico, Bulgaria y la Hang Zhou en China.  

—¿Cómo describiría el papel del director de orquesta a alguien que no sabe de música?

—Si lo pudiera comparar con los deportes, diría que somos el entrenador del equipo, excepto que en lugar de estar sentados por un lado y mirar el partido, estamos en el campo con ellos. Así que somos colegas y compañeros, pero también somos líderes. No sólo trabajamos con el oboe, sino con el oboísta. No sólo tenemos que saber de música sino de psicología y sociología. Es una profesión donde pasamos 90% del tiempo estudiando. La mayoría de los directores se pasan horas y horas cada día estudiando la música, leyendo acerca por qué y cuándo fue escrita y de la persona que la compuso. Nuestra principal tarea es hacer que 80 o 100 personas puedan sonar como una hermosa orquesta.

—¿Qué es lo primero que les enseña a los jóvenes que quieren ser directores de orquesta?

—Mi enseñanza es muy diferente, porque trabajo con la persona y no sólo con el músico. La primera cosa que quiero que sean es personas auténticas; que no quieran actuar como algo que no son, sino como un simple ser humano al servicio de los músicos y los oyentes. Yo creo que los grandes directores de orquesta se convierten en la música que tocan.

—¿Cómo logra el director de orquesta llegar a un ensamble sinfónico que no conoce y establecer una conexión con los músicos?

—Es algo muy interesante. A veces podemos viajar a cinco orquestas diferentes y dirigir el mismo programa, y la música suena muy diferente en cada lugar. Antes los directores eran más como tiranos o dictadores, ahora somos más como colegas que asumen el liderazgo. Creo que es muy importante ir más allá de la música y tener empatía con las personas que están tocando.

—¿Qué distingue a la Sinfónica de la Universidad de Michigan, que usted dirige?

—Es una orquesta poco común, porque somos la única orquesta de conservatorio en el mundo con un contrato de grabación y cuatro Premios Grammy. Tenemos cerca de 12 grabaciones y la siguiente está por salir.