Poemas de horror para asustarse

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2014).- María Baranda escribe al final de la “Casa del Dragón y otros poemas de horror”, su nuevo libro, que le gustan los textos que la llevan a otros lugares porque así es la poesía, “como subirte a un pájaro hecho de palabras y llegar hasta las nubes”.

Dice que los poemas se gestan muy cerca del corazón, por eso tienen ese sonido como de río o de viento. Que hay que leerlos en voz alta para que suenen más y más, pero también en voz baja para que nos cuenten, en silencio, sus secretos.

Es por eso que con su más reciente poemario —que presentará en la Feria Internacional del Libro (FIL) el día de hoy— espera que el lector eche a volar su imaginación hacia un mundo de seres fantásticos como dragones, osos, ahuizotes, arañas y gatos. “Cualquier postulado de lectura, por el simple hecho de leer ya te hace viajar”, refirió la poeta y narradora mexicana.

El texto habla de los miedos a través de personajes irreales o situaciones como un grito oculto en una cueva o monstruos que se llevan tu nombre.

María confiesa que siempre ha sido muy miedosa. “Quería trabajar desde lo mío, desde lo que me produjo durante mucho tiempo temor. Fui una niña miedosa y hasta la fecha no me gustan las películas que asustan”.

Pero lo que la empujó a finalmente escribir sobre ello fue lo que le pasó en una escuela. La autora estaba de visita cuando una pequeña le comentó que le encantaban las historias de terror. Cuando la escritora le preguntó que si no le daba miedo, ella le respondió que sí pero que le gustaba. “Me encantó su propuesta, de que en el fondo lo que nos da esa abstracción del miedo es que nos conduce a un nuevo mundo. Fue a partir de ahí que empecé a dibujar a esos seres”.

Aunque su semblante es el de una mujer segura, la autora dice que tiene muchos miedos.  ¿Qué le asusta a María Baranda? Sin pensar  responde que “la clase política que tenemos en el país”. También señala que le teme a no poder decir lo que quiere o cambiar el mundo de la forma en que se sueña.