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Cultura | ‘Dicha y desdichas de Nicocles Méndez’, historia del script creado en los años 40

Cantinflas no pudo filmar un guión

‘Tengo como ocho baúles llenos de guiones, tanto en español como en inglés’ dice su hijo de Mario Moreno

Por: SUN

CIUDAD DE MÉXICO (07/AGO/2011).- Cantinflas pudo haberse convertido en Nicocles Méndez; o al revés, Nicocles Méndez pudo haber sido Cantinflas.

La metamorfosis no se llevó a cabo, pues el libreto cinematográfico Dicha y desdichas de Nicocles Méndez, escrito para el comediante por Efrén Hernández, Rosario Castellanos, Dolores Castro y Marco Antonio Millán, no cumplió el tránsito a la pantalla, aunque sí se publicó en el número 65 de la revista América, de abril de 1951, año en el que se estrenó Si yo fuera diputado, e incluso fue registrado ante Derechos de Autor por Efrén Hernández en 1957, cuando en los cines se exhibía La vuelta al mundo en ochenta días.

¿Qué ocurrió?, ¿estuvo ese guión en manos de Mario Moreno? No lo sabe Dolores Castro, sobreviviente del equipo de literatos metidos a guionistas. Y tampoco lo sabe Mario Moreno Ivanova, quien explica que eran muchos los guiones que recibía su padre: “Tengo como ocho baúles llenos de guiones, tanto en español como en inglés. Hubo una temporada, a finales de los 60 y principios de los 70, en que le mandaban muchísimos libretos de Hollywood y, claro, no todos se filmaban.”
 
“Casi iguales, casi nuevos”

Uno de los guionistas de cabecera de Cantinflas fue Jaime Salvador, con quien hizo, en la época en que Efrén y amigos trabajaron el asunto para el comediante, Romeo y Julieta (1943), A volar, joven (1947), El mago (1949), El portero (1950) y El bombero atómico (1952). Otros con los que se sentía a gusto fueron Marco Antonio Almazán, José María Fernández Unsaín o Carlos León…

Según Moreno Ivanova, la cosa funcionaba así: don Mario tenía una idea, o le llevaban la idea de una película, y si le gustaba la pensaba un rato, la discutía con los guionistas y se empezaba a escribir el libreto. Si se ven las cintas de Cantinflas una tras otra se dará uno cuenta que las tramas son similares: siempre hace el bien, si roban un collar él es quien lo recupera, vence a los malhechores, enamora a la muchacha…

Ocurre igual en Dicha y desdichas de Nicocles Méndez. Como en una película clásica de Cantinflas, pasa Nicocles por distintos oficios: primero es una suerte de ropavejero, luego es profesor en una escuela rural, después lo disfrazan unos estudiantes, en son de broma, como el pedagogo eminente que imparte una conferencia magistral en una colegio de señoritas y termina boxeando en el cuadrilátero de un teatro municipal. También hay una chica inalcanzable, María Elena, que al final se convence de que el pícaro, el modestísimo Nicocles, es el hombre de sus sueños.

En el comienzo de esa cinta no filmada el protagonista vende chácharas en la colonia, y en sus pregones cuenta la historia de aquello que ofrece, con lo que el chisme se propaga. Grita, por ejemplo: “¡Calcetines! ¡Calcetines! ¡Calcetines! Ahora sí que se vendieron. Sin remedio se vendieron. Un gran par de calcetines. Casi iguales, casi nuevos. De menos de un mes de uso. Que fueron del difunto don Andrés Belaunzarán. Un difunto que murió del corazón. Enteramente bueno y sano de sus pies. Sin callos, sin juanetes. Un par de calcetines, inmensamente higiénicos. Casi iguales, casi nuevos. De la herencia de don Andrés Belaunzarán. Seda, elegancia, higiene, calidad garantizadas”.

No se podría imaginar a otro comediante encarnando a Nicocles Méndez, pues éste y Cantinflas fueron hechos el uno para el otro… sin que se celebrara la unión fílmica.

Dice Moreno Ivanova: “Puede ser que el guión de estos autores no le llegara en buen momento. Mi padre decidió filmar sólo una película por año, para no hacerse competencia él mismo ya que incluso había cintas que duraban más de un año en cartelera, como ocurrió en El padrecito, que duró 64 semanas en los cines… No necesitaba hacer más de una película al año, no le gustaba hacerse competencia, y por eso muchos de los guiones no se filmaron”.
 
Guionistas por encargo


En cuanto a los escritores, la historia es esta: hacia 1945 Andrés Serra Rojas, que dirigía el Banco Cinematográfico, encarga a Efrén Hernández trabajar un guión para el comediante. El escritor conformó un grupo de apoyo con Marco Antonio Millán (director de la revista América) y las “jóvenes poetisas” Rosario Castellanos y Dolores Castro.

Según una nota periodística de la época, cada uno por su lado ideó “situaciones de fina comicidad y luego se reunieron para comunicarse lo que habían elaborado. Para esto ya Efrén había construido la base, la columna dorsal del asunto: la vida de un hombre provinciano muy ingenioso, que poco a poco se va abriendo paso, en diferentes actividades, hasta llegar a triunfar en lo que es su vocación: el teatro. En cierto modo es la biografía del propio Mario. Muchos hechos verídicos de su vida están recogidos ahí”.

También podría decirse que la que se presentaba ahí era la biografía del mismo Efrén, quien encontró en el comediante una suerte de alter ego en el retrato de un provinciano ingenioso que hace de todo para sobrevivir, e incluso por la mezcolanza caricaturesca del habla popular con una lengua pretendidamente culta o literaria.
Sigue la nota periodística: “Efrén, que no había escrito nunca para el cine y que no es un técnico en ese arte, elaboró el argumento con una intuición sorprendente.

Consultando libros especializados y haciendo rendir un jugo inusitado a su experiencia de espectador cinematográfico, está por terminar, no sólo el asunto, sino también el script, el guión. Y su perfección es tal —según personas competentes y autorizadas para juzgar— que al director de la cinta ya no le costará ningún trabajo realizarla. Todo está previsto, está en su lugar”.

En el recuerdo de Dolores Castro hay imágenes vagas de cuando se reunían a discutir el guión en un café cercano a las oficinas de la Secretaría de Educación Pública… Ella asegura, no obstante, que la escritura fue más bien de Efrén Hernández, y que acaso como un acto de generosidad él las hizo copartícipes, a ella y a Rosario Castellanos, así como a Marco Antonio Millán (el mejor amigo de Efrén), del proyecto. “La mayor parte sí creo que fue de Efrén. Lo que tiene de inconexo se debió a que todos estábamos ahí metidos”, dice.

Hay una solicitud de registro del libreto del 28 de enero de 1957, que firma como recibida Luis Echeverría, abogado, Oficial Mayor de la SEP; y en una carta del 18 de mayo de 1957 se le comunica a Efrén Hernández Hernández que “habiéndose terminado los trámites de registro del argumento cinematográfico ‘Nicocles Méndez’ de la que es usted autor, remito con esta nota el Certificado y un ejemplar sellado con el número de registro que le correspondió”, misiva firmada por el licenciado Manuel White M.

¿Cuáles eran los fines de ese registro? Al poco tiempo, la tarde del martes 28 de enero de 1958, muere Efrén Hernández.

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