Jueves, 09 de Octubre 2025
Cultura | A 110 años de su fundación, la agrupación mantiene la esencia musical

Al compás de la Revolución

A 110 años de su fundación, la agrupación mantiene la esencia musical con la que se creó

Por: EL INFORMADOR

La agrupación originaria de Cocula está integrada por 20 músicos, quienes tocan instrumentos de viento y percusión.ESPECIAL  /

La agrupación originaria de Cocula está integrada por 20 músicos, quienes tocan instrumentos de viento y percusión.ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (05/NOV/2010).- Tras el estallido de la Revolución Mexicana, los compases de las melodías interpretadas por la Banda Orquesta Santa Cecilia, de Cocula, no estaban estructurados solamente por instrumentos de viento y percusión, sino también por balazos y bombazos que estremecían los campamentos de Venustiano Carranza, Pancho Villa y sus hombres, quienes “secuestraban” a los integrantes de la agrupación para que musicalizaran su sublevación.

“El estallido de la Revolución afectó también a la agrupación porque cuando los caudillos llegaban a Jalisco, algunas veces entraban hasta Cocula o a los municipios de aquí cerca y los músicos huían a Guadalajara para refugiarse. A los que se quedaban, Carranza o Villa los apresaba y se los llevaban a sus campamentos”, relata emocionado Rafael Plazola, trompetista, actual director de la orquesta y heredero de una de las tradiciones más ricas del pueblo, que encabezó su padre Víctor Plazola al fundar la agrupación en 1900.

Sin embargo, en ambientes menos hostiles la banda llegó a tocar también para el entonces presidente Porfirio Díaz, durante la inauguración de la estación del tren en Cocula, en la primera década del siglo pasado.

“La Banda de Santa Cecilia tocaba para quien la contratara; lo que uno busca cuando está en la música es tocar. Mi padre y sus músicos igual se presentaban en la plaza principal, que en el templo, en fiestas populares y en actos funerarios. Hay repertorio para todos los
acontecimientos, hasta en la Revolución, donde los caudillos pedían sobre todo música popular, corridos”, explica el trompetista, quien recientemente inauguró una muestra iconográfica en el Museo de las Artes Populares, con motivo de los 110 años de la agrupación.

Cuando los músicos eran “liberados” por las tropas revolucionarias y regresaban a Cocula, así como los que se habían ido huyendo a la capital jalisciense, otra desbandada se presentó entre 1926 y 1929. “La Cristiada también hizo correr a algunos músicos para todos lados, cuando creían que las cosas ya estaban en paz, pero nunca fueron acontecimientos que pusieran en riesgo la vida de los integrantes de la banda, se trataba de no andar en la bola”.

Versatilidad musical

Fiestas patrias, corridas de toros, serenatas, novenarios, peregrinaciones y el tradicional concierto dominical en el quiosco de la plaza central del pueblo eran los escenarios y ambientes en los que solía presentarse la agrupación, con repertorios que se adaptaban según las circunstancias.

“Los repertorios se armaban de acuerdo al escenario, pero principalmente se tocaba música buena, una característica muy especial de las bandas de pueblo, que se ha ido perdiendo. En dichos programas se incluye principalmente música clásica y semiclásica, marchas y jazz, pero cuando es un ambiente más popular se agregan canciones tradicionales mexicanas, pero de las buenas, como de José Alfredo Jiménez, es decir, que expresan el sentimiento de México y que se escuchan en todo el mundo”, resalta Rafael Plazola, quien tiene 50 años como trompetista de la agrupación.

Para conseguir las partituras había que venir a Guadalajara o ir a la Ciudad de México, “porque en los pueblos era muy difícil hacerse de ellas, sólo las había en las grandes ciudades, en las escuelas de música”.

Además, durante el porfiriato hubo un gran auge por “la buena música”, debido a la influencia europea de aquel tiempo. “Conseguir partituras de buena música fue muy grato, aunque tampoco es que las hubiera en abundancia; ya cuando uno las tenía se copiaban a los demás compañeros o a quien quisiera aprender a tocar algún instrumento”. Lo mismo sucedía con los instrumentos, que comenzaron a proliferar en las diferentes casas de música de la capital jalisciense.

La formación de las bandas en los pueblos es una tradición que se transmite entre los miembros de las familias, “constituyen grupos firmemente cohesionados, pues sus miembros están unidos por lazos de parentesco y compadrazgo. La banda misma representa una escuela en sí, pues la mayoría de sus integrantes se forman musicalmente dentro de ella, ya que su ingreso a las agrupaciones empieza en la infancia”, explica Manuel Espinosa Apolo, historiador ecuatoriano, quien ha realizado diversos estudios sobre las bandas de pueblo en nuestro país.
Por su parte, Rafael Plazola Armenta lamenta que en su familia ninguno de sus hijos se haya interesado por la música, por lo que teme que con su muerte la tradición familiar de la música se pierda.

“Cuando uno tenga que retirarse, quién sabe si la agrupación continuará. Espero que los muchachos, los más jóvenes de la banda, tengan el interés por darle seguimiento a esta tradición, pero que no la desvirtúen. Esta es una banda de pueblo, como las originales que no han perdido su esencia, no como otras que han surgido y que son comerciales; lo nuestro es el pueblo y tocar la buena música”, afirma Plazola Armenta.

Precursor de la trompeta en el mariachi

Víctor Plazola Serrano es quien introdujo las trompetas a los mariachis en 1933, “y lo tengo registrado en un papel, aunque el crédito se le ha dado al Mariachi Vargas, pero es un error, mi padre es quien las incorporó formalmente, ya que el Mariachi Vargas lo hizo, pero en 1934”, explica Rafael Plazola.

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