Jueves, 25 de Abril 2024

Nacimiento navideño, con sello mexicano

Con La Navidad a la vuelta de la esquina, una de las tradiciones con mayor arraigo entre las familias mexicanas ya se hace presente en los hogares

Por: Francisco González

Nacimiento navideño, con sello mexicano

Nacimiento navideño, con sello mexicano

Invierno. Momento de pausa para muchos, perfecto para promover la unión familiar. Instante ideal para decorar hogares y corazones por igual. Y en este mar de viandas y sabores, hay un infaltable por tradición y belleza: El típico nacimiento navideño, una herencia europea que en nuestro país adquirió de a poco nuevos colores y profundo significado.

Pero, ¿cómo surge esa costumbre de poner nacimientos en Navidad? De acuerdo a investigadores, fue San Francisco de Asís quién concibió la idea como una manera de incrementar el interés popular durante la temporada navideña. Al principio, de hecho eran personas reales las que reproducían la escena de la “Adoración de los pastores”, con la Virgen, San José, el Niño Dios, los pastores, un burrito y un buey. Pronto y para hacer las cosas más sencillas, las personas fueron sustituidas por figuras.

En México, durante el siglo XVI ya se aprecian en algunas iglesias pinturas y retablos que representan esta escena, aunque no hay constancia de que los “belenes”, como también son llamados los nacimientos, hayan sido montados en nuestro país con anterioridad.

Pero de aquí en adelante, el nacimiento mexicano comienza a adquirir tintes muy particulares. El aspecto desértico del Israel del siglo I cambia por la vegetación exuberante del Centro de México y la Costa del Golfo del siglo XIX. Adiós a las dunas del desierto, hola palmeras cocoteras. Los nacimientos populares comienzan a agregar cactus, nopales y hasta plantas de maguey, árboles frutales y maderables cuando se tienen a la mano. Además, los Reyes Magos ganan un lugar preponderante en un pesebre donde no faltan los pastores con sarape y hasta los guajolotes más horondos del mundo.

Pequeños detalles eternos

Algunas cosas, sin embargo, se mantienen escrupulosamente apegadas a la tradición. Por ejemplo, se comienza a colocar desde el 16 de diciembre, con la presencia de los animales, pastores, la Virgen María y San José, quienes observan atentos el pesebre vacío. En este nicho de paja se coloca el Niño Dios y a partir del 6 de enero los Reyes Mayos hacen acto de presencia junto al pequeño Jesús, aunque estos se van “acercando” poco a poco durante las fiestas.

Desde el siglo XVIII las figuras suelen ser fabricadas de madera o cera, aunque en los últimos años ha resurgido el gusto por las de barro. Nuestro país cuenta con artesanos expertos en la fabricación de nacimiento, siendo muchos de ellos de Tlaquepaque, Salamanca (Guanajuato) y Jacona (Michoacán). Debido al exquisito y cuidado trabajo que imprimen en sus obras, no es raro que sus obras sean exportadas incluso a Europa cuando es posible.

Aunque en los últimos años se han incorporado diversos elementos comerciales en la Navidad, como el árbol y Santa Claus, el Nacimiento se mantiene como un elemento profundamente arraigado en las familias mexicanas, y es de paso un excelente exponente del sincretismo cultural que marca la riqueza de la cultura mexicana.

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