Jueves, 25 de Abril 2024

Mostrar solidaridad a través de la lengua

Patricia Córdova Abundis, doctora en Historia, teoría y métodos del análisis lingüístico, ahonda en la controversia actual sobre el lenguaje incluyente o no sexista por el que diversos grupos activistas apelan

Por: Ruth Romero

Mostrar solidaridad a través de la lengua

Mostrar solidaridad a través de la lengua

La lucha por lograr un lenguaje incluyente, en el que mujeres y cada usuario de la lengua se sientan interpelados por el emisor, ha sido una discusión continúa entre gramáticos y hablantes de la lengua española; debido a que este idioma utiliza el morfema masculino, en ciertos sustantivos y adjetivos, como genérico de ambos géneros gramaticales, no sexuales. Sin embargo, varios grupos, principalmente feministas, apelan a un cambio lingüístico.

La doctora en Historia, Teoría y Métodos del Análisis Lingüístico, Patricia Córdova Abundis, también directora del Departamento de Letras del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la UdeG, explica que, desde la postura de los gramáticos, se “propone que la lengua tiene un género que es gramatical, que no tiene que ver con el género sexual; y ese género gramatical está dentro del sistema de la lengua constituido desde el siglo XIII, cuando el español se establece como una lengua”.

Así, se habla de ocho siglos de existencia de esta lengua, en la que “este género gramatical ha sido construido a través de la historia del español, y en este género el morfema masculino se convierte en un morfema de género no masculino, sino no marcado, de tal manera que cuando yo digo ‘compañeros’, no implica que no incluya a las compañeras, porque es el morfema de género gramatical, no el morfema de género sexual”.

Más allá de la prescripción

Desde esta perspectiva gramatical, se puede afirmar que la lengua no tiene por qué “preocuparse de que nosotros usemos los dos géneros cuando hablamos con sustantivos y adjetivos que tienen la posibilidad de ser masculinos y femeninos”. Sin embargo, para los usuarios actuales de la lengua, esta problemática va más allá de la prescripción  o del sistema de la lengua, ya que, se reconoce que el idioma es un vehículo con el que se puede expresar y mostrar poder y solidaridad.

“No es lo mismo en un contexto como el contemporáneo apelar a interlocutores donde hay hombres y mujeres, donde hay bisexuales, homosexuales, transexuales… Comienza a ser caduco que sólo digamos ‘compañeros’ o ‘señores’, entonces se pide que se diga ‘señores y señoras’, porque incluimos los dos extremos del continúo del sexo, donde todos nos sentimos más incluidos”.

Si bien se reconoce que hay un género gramatical que de manera tácita incluye a hombres y mujeres, “de donde el masculino no está marcado y es genérico, también es cierto que vivimos en una época en la que se está luchando por derechos diversos, reconozco esta lucha desde diversos grupos activistas y minoritarios, o que hasta hace poco así eran considerados, para pedir que usemos variantes lingüísticas donde suene más incluyente el español,  por lo que, ciertamente cuando yo estoy en un auditorio, a estas alturas del siglo XXI, sonaré más incluyente si opto por decir ‘señores y señoras’”.

Por una convivencia equitativa

Constantemente, los hablantes del español escuchan o leen los comentarios de gramáticos, miembros de la Real Academia de la Lengua Española e incluso escritores reconocidos como Arturo Pérez Reverte, que señalan como “ociosidad” interpelar ambos géneros en un discurso y destacan una y otra vez la prescripción gramatical del género, para así, callar a los grupos activistas que piden un cambio.

“Ellos piensan que sonará un poco artificial y vamos a impedir un flujo de la lengua y a salirnos de la prescripción del español al usar ambos géneros, pero yo reconozco que sí debemos ser flexibles y si esto, a ciertos grupos minoritarios los hace sentir mejor que los interpelemos utilizando los dos morfemas de género, o como hablan los que defienden la lengua inclusiva de usar ciertos genéricos, como en vez de decir ‘hombre’, decir ‘ser humano’, es decir, usar palabras estratégicas, nominaciones y adjetivaciones donde sonemos más incluyentes, también se respeta esta postura”.

Por otro lado, Concepción Company Company, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, ha expresado en los últimos días que la búsqueda y el uso de la nominación incluyente no garantiza los derechos de las mujeres, aunque, esta postura no elimina el derecho de los grupos activistas por luchar para que se les interpele y así sentirse más incluidos, “porque el lenguaje inclusivo no sólo se trata de las mujeres, también tiene que ver con usuarios de inclinaciones sexual diverso, con los indígenas, minusválidos, la tercera edad, es toda una cuestión que ha estado en debate durante muchos años”, detalla Córdova.

Al respecto, la doctora Patricia destaca que la conducta lingüística correcta en relación a los grupos diversos minoritarios, “es un comportamiento que no solo está en las palabras, está también en los gestos y en las actitudes. Tiene que ver con cuestiones kinésicas, de los gestos, con una actitud y, por lo tanto, con una formación humanística de los ciudadanos. Entonces, yo creo que lo que está en juego cuando se dan estas controversias sobre el lenguaje inclusivo, es la lucha por dar un reconocimiento a distintos grupos, y en este caso, lo que más se ha tomado es el grupo de las mujeres. Podemos reflexionar sobre el uso de la lengua y de cómo éste puede permitir que tengamos una convivencia más equitativa”.

Ideología detrás del masculino genérico

A través de los siglos de existencia del español, desde el siglo XIII en adelante, se fue instaurando el uso del masculino como genérico, por lo tanto quedó este morfema como no marcado. “La lengua es historia y en ese proceso histórico se han tomado las decisiones para normativizar el español de una manera u otra, en este proceso de cambios lingüísticos definitivamente está de por medio no solo el uso, sino las restricciones y normativización que se hace de la lengua”.

Durante este proceso, que continúa, el español ha sido un diálogo entre su uso y quienes lo institucionalizan, sean académicos, escuelas, escritores; “en este sentido, por supuesto que han habido elementos ideológicos que se han filtrado. Por más que digamos que el español tiene este morfema no marcado, si escarbamos, históricamente por supuesto que debe haber una preferencia, ¿por qué no fue el femenino el no marcado? Pues  porque la mujer era menos protagónica, no estaba en los puestos de poder”.

Sin embargo, el idioma llega a un punto de cambio semántico en el que “se ‘desemantizan’ los fenómenos lingüísticos, como sucede con las metáforas, cuando decimos ‘estoy muerta de risa’ pero no es que esté muerta, o yo como mexicana cuando alguien me interpela puedo decir ‘A sus órdenes’, y cuando digo esto no quiere decir que seguiré fielmente sus órdenes, la frase está ‘desemantizada’”.

Lengua por y para los hablantes

Al igual que el lingüista Eugenio Coseriu, la doctora Patricia afirma que la lengua se debe por y para los hablantes, no para los gramáticos. “El uso lingüístico siempre acaba en la realidad ganando la batalla a las instituciones académicas, entonces, lo que yo quiero decir es que al final del día tiene que haber recomendaciones: no puedes referirte con ‘hombre’ cuando hablas al ‘ser humano’…”.

Ante estos cambios, Córdova Abundis propone la posibilidad de otorgar espacio a las sugerencias del uso de la lengua, sin relación con la prescripción, “sino con sugerencias para hacer sentir a los interlocutores más incluidos. Lo que yo estaría previendo ante esta lucha, en todo caso es la existencia de entidades, grupos o asociaciones intermedias, no solo la academia y los hablantes, surgirán asociaciones sensatas con formación lingüística y gramatical, pero que al mismo tiempo son sensibles a la situación social y biológica que estamos viviendo y que en este sentido podrían generar instrumentos, talleres, cursos, en los que se vean pautas sugeridas para hacer sentir a los otros incluidos a través del uso de la lengua”.

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