Jueves, 25 de Abril 2024

La Casa de los Azulejos, brillo capitalino

La Ciudad de México tiene uno de los rincones más especiales para los visitantes, con un palacio que es hoy un atractivo indispensable

Por: El Informador

La Casa de los Azulejos, brillo capitalino

La Casa de los Azulejos, brillo capitalino

Gigantesca y espectacular, jamás se termina de conocer a la Ciudad de México. Enorme en dimensiones, magnífica en detalles, de historia larga y leyendas vivas. Pero hay lugares a los que de manera inevitable volvemos siempre, incluso cuando hablamos de una megalópolis cuyas calles, plazas y avenidas se confunden con la eternidad. 

Cada visita a la antigua Tenochtitlán invita a acercarse a su Centro Histórico, siempre con un nuevo ángulo para sorprender a quien decide emprender la aventura. Es un espacio donde las construcciones del siglo XXI, virreinales, art-déco y prehispánicas se encuentran codo a codo. Y de entre esa multitud de tesoros, se encuentra un edificio que destaca por su porte: La Casa de los Azulejos.

Punto de referencia para quienes exploran el corazón de esta urbe, la Casa de los Azulejos logra llamar la atención primero por su fachada, pero husmeando un poco en su historia es posible descubrir que hay mucho más que su exterior majestuoso.

Resplandeciente ante el reflejo del Sol y silente frente al ajetreo urbano, la ahora casa relata en su historia el haber sido ¡palacio! 

La construcción original, más señorial y sobria, data del siglo XVI, y la razón para tapizarla con azulejos se hunde en una serie de leyendas. Una de ellas —de acuerdo a la página mxcity.mx—, señala que doña Graciana  Suárez de Peredo, condesa del Valle de Orizaba, remodeló el edificio que encontró en bastante mal estado, y lo hizo con talavera porque ella vivía en Puebla, cuna de esta pieza artesanal.

A finales del siglo XIX, la casona pasó por varias manos, aunque jamás dejó de llamar la atención de los capitalinos y visitantes. De hecho, durante el Porfiriato fue un elegante club de esparcimiento al que se daba cita la élite de aquellos años. Sin embargo, con la llegada de la Revolución Mexicana, la casa y el país enfrentarían profundos cambios. 

Eternamente bella

En 1919 el antiguo palacio dejó de ser un espacio reservado para los magnates al ser convertido por los hermanos Walter y Frank Sanborn en un almacén comercial como no se había visto en nuestro país. Según la web ciudadmexico.com.mx, tras dos años de restauración, a la Casa de los Azulejos se le incorporó una fuente de sodas, un restaurante, tienda de regalos, una farmacia y hasta una tabaquería. El éxito fue rotundo e inspiró el nacimiento de una cadena que conserva en todas sus sucesoras, si no los azulejos, al menos el apellido de aquellos hermanos.

Aunque el exterior es hermoso, su interior también guarda una belleza señorial. Su patio central es típico de la arquitectura colonial, incluyendo una fuente que ofrece un bello murmullo a los visitantes del restaurante. La parte superior presume un precioso balcón con espejos y unas magnas escaleras.

Del almacén comercial, el espacio que más se quedó en el gusto de los visitantes fue el restaurante. Contiguo al mismo, José Clemente Orozco pintó un mural en 1925, “Omnisciencia”, lo que aumentó aún más el valor intrínseco y comercial de la casa.

Hoy, en el eterno movimiento que se vive en la Ciudad de México, es imposible no detenerse ante la vista que ofrece la Casa de los Azulejos. Un remanso de paz y belleza en una urbe que siempre tiene una nueva faceta para sorprendernos.

Lo que hay en las cercanías

Toda visita a la Casa de los Azulejos incluye disfrutar de la cercana Alameda, el “gran jardín” capitalino, donde los habitantes de la ciudad disfrutan de sus espacios verdes y espectáculos urbanos. Aquí se encuentra el Hemiciclo a Juárez y el Palacio de Bellas Artes, dos tesoros arquitectónicos.

En los alrededores de la Alameda hay varias opciones de gastronomía internacional y mexicana, así como espectáculos en gran formato. En la página https://palacio.inba.gob.mx/ puedes encontrar la oferta que Bellas Artes tendrá en el momento de tu viaje. 

Si gustas ir de compras o disfrutar algún antojito de la “capirucha”, sobre la calle Madero encontrarás tiendas de ambos. Este paseo peatonal te lleva hasta la plancha del Zócalo, espacio donde puedes estar seguro que siempre hay algo nuevo por descubrir. 

¡A viajar!

Disfruta de un viaje a la Ciudad de México. ¿Qué te parece en autobús, en esta ocasión? Desde Guadalajara, saliendo de Plaza del Sol, Primera Plus ofrece corridas nocturnas, con destino al Hotel Casa Blanca, muy cerca del Monumento a la Revolución. Investiga otras opciones de salida y llegada, junto con los precios, en la página de internet www.primeraplus.com.mx.
 

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