Ciudad de historia sorprendente, con un pasado alemán y presente ruso. Así es Kaliningrado, una de las sedes de la Copa Mundial con mayor cercanía con el corazón de Europa.Enclave comercial y militar clave para el país sede de la justa futbolera, tampoco deja de lado su vocación turística y cultural. De hecho es un tanto diferente al resto de los territorios rusos, ya que está separado de esa nación por Lituania y Polonia, además de estar comunicado con el Mar Báltico, lo que lo convierte en el único puerto ruso europeo que no se congela en invierno.Hasta 1945, Kaliningrado se llamaba Königsberg y sus habitantes eran prusianos. Fue fundada por los caballeros teutónicos y para efectos prácticos era una ciudad alemana con todas las de la ley. Pero tras el colapso del régimen Nazi, quedó bajo la órbita soviética.El régimen comunista transformó profundamente a la ciudad. Los habitantes que sobrevivieron a la guerra fueron expulsados y la urbe se repobló con rusos. También monumentos centenarios, como el Castillo de Königsberg, fueron destruidos. Por si alguien tenía duda de quiénes eran los nuevos dueños de la metrópoli, fue rebautizada como Kaliningrado en honor a Mijaíl Kalinin, bolchevique que participó en la fundación de la Unión Soviética.Pero la vitalidad comercial de la ciudad jamás desapareció, y la ciudad y su puerto pronto se convirtieron en una de las regiones económicas más dinámicas de Rusia (su PIB ha crecido en los últimos años casi al 10%, superior al resto incluso de varios países europeos). De hecho, los habitantes de Kaliningrado conocen más de Europa en general que de su propio país.Antes de ser nombrada una de las sedes de la Copa del Mundo, la urbe ya era atractiva para el turismo, aunque en su mayoría alemán y ruso (era poco común encontrar tours o guías en inglés). Sin embargo, la justa deportiva lo va a cambiar todo. Se han construido cuatro hoteles de lujo para albergar a los turistas y se ha remozado el sistema de transporte.Lo que encontrarán los turistas al llegar será una urbe transformada y lista para crecer, y quizás con un poco de suerte, recordar su pasado.Antiguamente amurallada, Kaliningrado todavía conserva algunos detalles de sus fortificaciones defensivas. Una de las más hermosas es la llamada Puerta del Rey (Königstor), levantada en el Siglo XIX y sus ladrillos rojos la convierten en un monumento fácilmente distinguible a la distancia. La coronan tres estatuas: El rey Otokar II (fundador de la ciudad), Federico de Brandenburgo, primer rey de Prusia, y Alberto de Brandenburgo-Ansbach, duque de Prusia y fundador de la universidad Albertina.Otro bello rincón a conocer es la Catedral de Königsberg, en pie desde 1333 y restaurada apenas en 1990 (había permanecido dañada desde la Segunda Guerra Mundial). Es uno de los pocos edificios medievales que sigue en pie.Increíblemente, en esta ciudad hay un restaurante mexicano. Si quieres probar la versión rusa de nuestra comida, asiste a On fire (calle Teatralnaya 30). Es uno de los más famosos de la ciudad (su carta también incluye comida peruana).Si quieres un sabor más germano-ruso, entonces date una vuelta a Zotler Bier (avenida Leninsky 3). Es perfecto para los viajeros, pues se encuentra en el primer cuadro de la ciudad. El menú es sencillo y la ventaja es que está escrito en inglés, aunque durante la temporada mundialista sin duda la atención estará disponible en varios idiomas.
