Sábado, 20 de Abril 2024

Jaral de Berrio, suspiro por el pasado

Guanajuato tiene una de las construcciones coloniales más hermosas de la República mexicana, ¿ya la conoces?
 

Por: El Informador

Jaral de Berrio, suspiro por el pasado

Jaral de Berrio, suspiro por el pasado

Esta historia comienza en el año 1694. Son los años del Virreinato de la Nueva España. Son buenos tiempos para intrépidos exploradores que salen a la aventura por el Norte y el Océano Pacífico. Es la época en la que cientos, quizás miles de europeos abandonan el Viejo Continente en busca de una mejor vida. Son los primeros años de Jaral de Berrio.

No nos adelantemos en esta trama. El primer Berrio llegó a Guanajuato en 1694, a las tierras del valle del Jaral, entonces, una de las más ricas del virreinato. La abundancia daba para fundar una hacienda tras otra, por lo que no es extraño que Andrés Berrio decidiera echar raíces en ese rincón del mundo.

Cuando Andrés se casó con Josefa Teresa de Saldivar, adquirió en el propietario de una rica hacienda. Aquel terreno era tan rico que quienes lo poseían se convertían de manera instantánea en los más ricos del virreinato y se les concedía el título de Marqués. ¿Qué tan rico se podía ser? Bueno, Miguel de Berrio llegó a tener 99 haciendas en 1749. Pero ninguna tan rica y espléndida como Jaral.

Cada propietario le fue agregando algo a la hacienda, que llegó a tener su propia iglesia y hasta capilla de enterramiento. Durante la Guerra de Independencia, ya era famosa por su producción de mezcal, e incluso surtía a otras haciendas. Esa fama llegó a los oídos de Francisco Javier Mina, quien la tomó por asalto y la saqueó, llevándose talegas de oro, barras de plata, efectivo, cereales, cecina y hasta los animales de corral.

Fastuosa, rica y opulenta, Jaral de Berrio se recuperó de aquello. Producía tal riqueza que era tentador pensar que sería eterna. Pero nada es para siempre.

El ahora

En los primeros años, don Francisco Cayo de Moncada mandó a levantar uno de los edificios más característicos de esta hacienda. El palacete o casa señorial de estilo neoclásico, con sus columnas, escudo nobiliario, torreones y balaustrada en la parte superior. De construcción  hermosa, parecía que sus mejores años llegarían de la mano del nuevo siglo. Convertida en una estampa de la riqueza del Bajío, ¿a qué podría temerle? Los instantes más brillantes parecían siempre estar en el mañana.

Pero no. La Revolución pintó las primeras cicatrices permanentes en la historia de la hacienda. Llegaron los incendios y los primeros abandonos. Luego, con la rebelión de Saturnino Cedillo (1938), el cuerpo principal de la hacienda fue bombardeado desde el aire, y entre 1940 y 1950 la casa comenzó a derrumbarse.

Hoy, la gigantesca fachada nos brinda una idea de cómo fue en sus años de gloria. Todavía entre sus muros descarapelados y golpeados por el paso de los siglos, se asoma la riqueza perdida y el orgullo señorial e invisible que alguna vez sostuvieron sus muros. Podría parecer que no, pero la historia de la hacienda todavía puede guardar nuevas páginas por ser escritas.

La llegada

La hacienda se encuentra en el municipio de San Felipe, Guanajuato. Si vienes desde la capital de ese Estado, lo mejor es tomar la carretera a Dolores Hidalgo y desde allí a San Felipe. En ese punto sigue las indicaciones, pues la hacienda se encuentra a 25 kilómetros aproximadamente.

Si vienes desde San Luis Potosí, toma la carretera central a Querétaro y a la altura de Villa de Reyes toma las indicaciones para llegar a Jaral de Berrio, que se encuentra a menos de 20 kilómetros.

Es importante señalar que más allá de los restos de la hacienda, los servicios, gastronomía y hoteles los encontrarás con más comodidad  en la cabecera de San Felipe, que no es otra sino la famosa localidad de San Felipe Torres Mochas.

Además de la fachada, algunas secciones de la hacienda se pueden visitar, aunque esto tiene un costo y no hay guía. Toma eso en consideración.

Infaltable sabor

No puedes irte de Guanajuato sin disfrutar de unas deliciosas enchiladas mineras, una delicia suprema de la gastronomía regional. En la Entidad también es popular el café de olla por las mañanas, una delicia que lleva piloncillo. 

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