Miércoles, 24 de Abril 2024

"El Chovy" Cordero y su legado fantástico

Hacemos un viaje a través de la genialidad del pionero en efectos especiales en México, Laurencio Cordero

Por: Norma Gutiérrez

00:07:36

Si algo recuerda Daniel Cordero de su infancia son explosiones, lluvias, carros volcados, disparos, poleas, cuerdas, cámaras, claquetas y el ingenio de su padre, Laurencio, uno de los mexicanos más destacados de la cinematografía nacional y que gracias a su creatividad, fue el pionero de los efectos especiales y su consolidación más allá de las fronteras mexicanas.

Quizá el nombre de Laurencio Cordero Benítez “El Chovy” no suene con tanta popularidad entre las nuevas generaciones -aunque deberían conocerlo- pero si han visto “La máscara del Zorro” y “Licencia para matar” de James Bond, han visto la genialidad de Laurencio en los efectos especiales de estos filmes de la cultura cinematográfica mundial.

Los Cordero han dedicado su vida, ojos y manos a la creación de efectos especiales y aunque Don Laurencio optó por descansar de la profesión hace un par de años, su legado es importante en la historia del cine mexicano e internacional. Si también han visto “La invención de Cronos”, la ópera prima de Guillermo del Toro, Laurencio fue el responsable de ejecutar parte de la magia del filme y eso le mereció uno de los 12 Arieles de Plata que la película recibió en 1993.

“Nos conocimos en esa película, hicimos muy buena amistad (con Guillermo del Toro). Él quería una escena particular con una flecha casi rozando la oreja del actor, por ejemplo. En esa época no había más en efectos especiales más que yo, por inercia me buscaban. Lo aprecio, mantuvimos contacto durante algunas veces. Una vez llegó y me dijo que se iba de brasero porque a su película la boicotearon mucho, no se la dejaron exhibir y perdió mucho dinero ahí, él no veía otra forma de conseguir más”, explica Laurencio al recordar parte de los últimos trabajos que realizó en el cine tapatío.

¿Destino o casualidad?

Laurencio -ahora de 89 años de edad- no fue un niño que soñara con convertirse en un engrane de la industria cinematográfica, pero las dificultades y los múltiples trabajos de su adolescencia lo llevaron a ser un experto en crear explosiones, tiroteos y tormentas para productores y cineastas internacionales que, a diferencia de Laurencio, le temían a las tomas de gas que este mexicano convertía en verdaderas llamaradas para el encuadre, teniendo al principio solamente conocimientos como soldador.

“Me gustaron todas mis películas, no es presunción, mi trabajo lo hacía con muchas ganas. Yo disfrutaba hacer lluvias, tormentas, choques, autos volteados, de todo. No puedo decir que me inclinaba más por hacer algo, todo me gustaba, desde los balazos en el cuerpo y la frente”.

Laurencio nació el 14 de noviembre de 1928 en la huasteca de Hidalgo y de ahí su infancia lo fue llevando hacia el Norte mexicano. Entre los recuerdos frescos de su memoria resalta que la Revolución le arrebató a su padre, quien en una guerrilla siguiendo a Francisco Villa, ya jamás regresó a casa y eso obligó a Laurencio a trabajar desde pequeño, sin saber que ese destino lo llevaría a los sets de filmación, teniendo como primer punto de partida a los Estudios Churubusco gracias a su tío Daniel Mundo, un electricista reconocido en el circuito cinematográfico.

“En el estudio Churubusco lo respetaban mucho, cuando me llevó filmaban un bailable. Ahí conocí un estudio, tenía 20 metros de alto para mover las luces de la tramoya, ahí estuve dando vueltas. Me preguntó que si me gustaba el lugar, que si quería trabajar ahí, dije que sí y me dieron a cuidar dos generadores. Después me pasaron a la tramoya durante todo un año”.

Películas como “Depredador” con Arnold Schwarzenegger y “Romeo y Julieta con Leonardo DiCaprio, son algunas de la docena de producciones para las que trabajó como supervisor y realizador de efectos especiales.

Más allá que destacar los nombres de los actores y el ambiente de fama de sus antiguos sets de filmación, Laurencio prefiere presumir el ingenio que ponía detrás de cada efecto, de cómo lograba formular un balazo en la cabeza, volcar un carro sobre un puente o clavar una lanza a pocos milímetros del rostro del protagonista.

“Mi papá tuvo muchos trabajos, de soldador, eléctrico, plomero, repartidor de refrescos, en la época de los 30 y 40, estuvo en el Norte del país, en Sonora, Chihuahua, en la construcción de la segunda línea ferroviaria. Él, si le gustaba algo, lo buscaba y lo aprendía independientemente que fuera en la escuela y eso le ayudó a formar su carrera y hacer todo lo que se ve en las películas. Aprendió de todos los oficios y así lo invitaron a la que sería la primera película como jefe con ‘Viento Negro’, que fue un ‘boom’ en su época”, comenta Daniel, hijo de Laurencio.

Aunque el legado de Laurencio es evidente en los créditos que presumen su nombre al final de las películas, reconoce que el dar por terminada su época como realizador de efectos especiales no fue una decisión sencilla, a pesar de amar su trabajo, las circunstancias salariales y la llegada de la tecnología fueron factores que lo determinaron a ausentarse de los sets de filmación a principios de los años 80.

“Ya no era lo mismo, ya no querían pagar por los efectos especiales, ya no había buenos sueldos. Los sueldos de efectos especiales deben ser considerables, es un trabajo de riesgo, uno no puede regalar el trabajo. Yo siempre gané en moneda nacional, en el Sindicato había muchas mañas para que te bajaran el salario, yo sabía inglés y así arreglaba mis asuntos con las producciones internacionales. Yo cobraba un sueldo fijo semanal por proyecto, como también los hacían los tramoyistas, los electricistas”.

Gusto heredado

De los cuatro hijos varones que tiene Laurencio, tres decidieron continuar el legado del apellido Cordero: Pepe, Manolo y Daniel, se enfrascaron a su modo en la realización y supervisión de los efectos especiales. Daniel, quien actualmente forma parte de la producción de la serie “Narcos” de Netflix, recuerda la condición de su padre para que pudieran adentrarse al cine: estudiar.

“Mi papá nunca quiso que hiciéramos efectos especiales porque no le parecía ser un trabajo muy bueno y nos dijo: ‘mientras no estudien no trabajan conmigo’ y así fue durante muchos años.

Sí nos llevaba a ver lo que él hacía en las filmaciones, estábamos prácticamente en el ojo de la cámara”, explica Daniel Cordero, quien se graduó como ingeniero en mecánica industrial.

En 1982, Daniel comenzó a trabajar con su padre en la película “The Evil That Men Do” (“Justicia salvaje”) con Charles Bronson, y aunque durante varios años fueron equipo de trabajo, Daniel también tenía la inquietud de hacer carrera por su propio mérito.

“Llegué al cine con la mesa puesta porque era hijo de ‘El Chovy’, a mí no me importaba otra cosa más que aprender. Afortunadamente y por estímulo de él, las cosas se me facilitaron, tenía ya toda la teoría dominada en poleas, cables, construcciones, explosiones, engranajes y pólvora y cuando terminamos ‘Licencia para matar’ de James Bond, le dije que me iba a independizar y preferí dedicarme a la publicidad, no iba a ser competencia de mi padre”.

Sacrificios

Al ver que los efectos especiales absorbían gran parte del tiempo de su padre, Daniel prefirió incursionar con mayor fuerza en la publicidad, pues aunque los salarios y la reputación son atractivos en las películas, reconoce que los periodos de desempleo son otro precio que también se tiene que pagar.

“El cine como tal puedes trabajar tres o cuatro meses y de repente dejas de trabajar otros cuatro o hasta siete meses. Para mí había más trabajo en la publicidad, es más constante y así alternaba con otras películas. La publicidad te deja más tiempo, las películas te sacan de tu vida familiar, social y de todo”, detalla Daniel Cordero, que en su trayectoria también tiene un Ariel por el filme mexicano de “Pastorela” en 2010.

“Todas las cosas físicas y naturales que se pueden reproducir son los efectos especiales, en la actualidad ahora es más espectacular por los efectos especiales visuales que se hacen en postproducción donde la tormenta se puede hacer más grande, el fuego lo pueden duplicar, clonas a la gente para llenar un estadio”.

Parte del trabajo de Laurencio Cordero Benítez:

“Cronos”

“Vida nocturna”

“Licencia para matar”

 “Vínculos de sangre”

“Depredador”

 “La aventura más milagrosa jamás contada”

 “Remo, desarmado y peligroso”

 “Pequeño tesoro”

“Tras el corazón verde“

“Justicia salvaje”

 “Bajo el fuego”

 “Desaparecido”

 “Alto riesgo”

 “Evita Perón (Historia de un mito)”

 “La leyenda de Bill Doolin”

 “Calzonzín inspector”

 “Sweet Sugar”

 “Tarzan’s Deadly Silence”

Algunos trabajos de Daniel Cordero:

“Narcos” de Netflix con dirección de José Padilha.

 “Los 33”, con dirección de Patricia Riggen y Half Circle.

 “Hands of Stone”, con dirección de Jonathan Jakubowicz.

 “Héroes del Norte”, producción de Adicta Films.

Comerciales para “Garnier”, “Honda Fit 2015”, “Doritos” y “Jumex”, por ejemplo.

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