Jueves, 28 de Marzo 2024

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¿Votos emotivos o votos reflexivos?

Por: Eugenio Ruiz Orozco

¿Votos emotivos o votos reflexivos?

¿Votos emotivos o votos reflexivos?

Los Homo sapiens, sin ser los únicos seres inteligentes y emotivos en el planeta, hemos alcanzado un grado de desarrollo social superior a las demás especies. Ahora bien, esas cualidades -intelecto y sensibilidad- determinan nuestros comportamientos, de suerte que las decisiones que tomamos cotidianamente son producto de la interacción entre ambas. Cuando recibimos un estímulo positivo o negativo, nuestro organismo reacciona a la incorporación de dosis mayores de substancias adrenérgicas en nuestro sistema neurológico y, una vez superado ese momento, nuestra inteligencia inicia un proceso que nos permite la racionalización de los hechos. El próximo seis de junio tomaremos una decisión muy importante y lo deberemos hacer pensando en México. El escenario se complica porque hay sectores de nuestra sociedad cargados de emotividad que se sienten agraviados por una percepción de injusticia y abuso -no del todo ajena a la realidad- que ha dividido a los mexicanos, alentada por un discurso presidencial que poco abona a la concordia. Frente a este escenario, ¿qué hacer para que la cordura impere?

En primer lugar, es muy importante tener conciencia de que el futuro de México está en juego. Las personas tenemos una tendencia patológica hacia la acumulación de poder, por lo que se han creado sistemas políticos que limitan los apetitos de quienes, una vez instalados en la silla presidencial, se encariñan de tal forma que atentan contra la vida institucional. Los ejemplos sobran: López de Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, entre otros. Montesquieu, filósofo y jurista francés, ante la necesidad de poner límite a las ambiciones de poder de los gobernantes y su consiguiente abuso, planteó en su célebre obra, El espíritu de las leyes, la teoría de la División de Poderes (del Estado) cuyo propósito es -a partir de un sistema de pesos y contrapesos en el que ninguno debe estar por encima de los otros, y menos aún, en unas solas manos- garantizar el equilibrio que debe existir entre ellos.

Es preocupante que, en la mayoría de los casos, se ignoren los antecedentes y méritos de quienes aspiran a “representarnos”. Coinciden, junto a jóvenes que por primera vez incursionan en las lides electorales y quienes merecen una oportunidad, personajes lombrosianos, carne de penitenciaría, trapecistas, e histriones. Las campañas políticas, que deberían ser el vehículo para informar a los electores sobre las propuestas de gobierno de los partidos y las cualidades de sus candidatos, se han convertido en una guerra de lodo en la que se ha perdido el decoro y el respeto a la ciudadanía. Frente a esta realidad, repregunto: ¿qué debemos hacer?

Entre mexicanos no somos enemigos, por el contrario, vivimos en la misma casa y tenemos problemas muy similares: lo que daña a mi vecino, me daña a mí. No nos faltemos al respeto; informémonos, platiquemos con espíritu abierto y construyamos, con nuestros votos, el México del mañana, en donde imperen la justicia, la armonía y la unidad.

eugeruo@hotmail.com
 

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