Viernes, 19 de Abril 2024

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¿Vientos de fronda?

Por: Eugenio Ruiz Orozco

¿Vientos de fronda?

¿Vientos de fronda?

El título tiene que ver con la confrontación que se vivió entre la aristocracia y la burguesía francesas durante la regencia del Cardenal Mazarino, en el siglo XVII, en pleno auge del absolutismo. Durante las últimas semanas nos hemos enterado, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de una creciente cantidad de noticias y comentarios relacionados con la escalada de violencia verbal entre las autoridades políticas del país y un importante segmento de clase media, debemos preocuparnos, y mucho. Cuando Palacio Nacional se transforma cada mañana en coliseo y, como en los tiempos de Nerón o Calígula, se suelta a las fieras sobre aquellos que no piensan igual que el Presidente, se están creando las condiciones para poner en riesgo la armonía social entre ciudadanos que deberíamos trabajar en términos de complementariedad.

Inexplicablemente, alguien que por muchos años aspiró a convertirse en el campeón de la justicia, la igualdad y la equidad tiene, o parece tener, como único propósito de su gobierno, el tomar revancha contra aquellos a quienes juzga responsables de los males del país. ¿Por qué, lejos de sentirse orgulloso de representar a todos los mexicanos y trabajar para resolver los graves problemas que enfrentamos, señala, divide, excluye, separa? Aparentemente, el Presidente entiende la política como una batalla en la que se debe aniquilar al opuesto, confundiendo con enemigos a quienes no se ajustan a su voluntad.

Es ley física que toda acción genera una reacción: cuando López Obrador tomó Paseo de la Reforma, convirtiéndolo en dormitorio y letrina durante 48 días, muchos nos irritamos por la ofensa que eso representaba para la ciudad y por la tolerancia de un gobierno omiso en el ejercicio de su autoridad. Hoy, el Presidente ofende a la inteligencia al decir que “él garantiza la libertad de expresión y manifestación de las ideas”. No puede ser de otra manera, es un mandamiento constitucional, y lejos está la época en la que los súbditos hablaban a su graciosa majestad, rodilla en tierra y con la cabeza gacha. La conducta del Presidente ha propiciado, a lo largo y ancho del país, todo tipo de manifestaciones exigiendo su renuncia, situación que no deja de llamar la atención, pues acaba reproduciendo los métodos de lucha en contra del gobierno con el que se está en desacuerdo, acudiendo a formas y procedimientos similares a los del ahora mandatario. Cuando existe un orden constitucional, como es el caso, se debe acatar. Debemos tener claro que personalidades como la del Presidente necesitan un contrario, un opositor, un sparring; no es un político, es un pugilista; no es un estadista, es un vengador de agravios reales o supuestos.

Los ciudadanos debemos construir ciudadanía, expresar nuestras opiniones con fundamentos, proponer soluciones, usar los medios de comunicación, desde la oralidad hasta los más sofisticados, para hacer conciencia. Finalmente, no podrán cancelar ni diferir los procesos electorales pues son garantía de democracia, así llegó el Presidente al poder y así se deberá ir.
 

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