Tal cual si hubiese entregado espejitos como en la época de la Conquista: el Gobierno federal logró crear una falsa sensación de seguridad entre quienes finalmente han conseguido inscribir su nombre o el de algún ser querido en la deficiente página de registro para la anhelada vacunación contra la enfermedad denominada COVID-19.Yo también fui uno de esos “afortunados” que, tras dos días de insistir frente a la computadora, conseguí el registro.Como muchos de mis amigos y familiares que lo comentaron en las diversas redes sociales, sentí ese alivio de saber que mi nombre ya está considerado en algún servidor del Gobierno de México y que en cualquier momento me llamarán para ser inoculado contra la enfermedad que ha dejado en nuestro país más de 163 mil muertes de acuerdo a las autoridades, y más de 200 mil, según el Inegi.Yo también experimenté una especie de logro al ver en la página la leyenda “Ud ha sido registrado exitosamente. Con el folio... Espere nuestra llamada donde le indicaremos su fecha y lugar de vacunación”.Yo también, por escasos momentos, me imaginé de nuevo haciendo mi vida normal. Me sentí seguro, me sentí aliviado, como si un gran peso que cargaba sobre mi espalda hubiese sido sacudido.Por instantes, me sentí liberado de esa melancolía que me acompaña cada vez que me despido de mis hijos sin saber si los volveré a ver. Caí en la falsa ilusión de poder volver a abrazar a los míos, de salir a la calle sin cuidarme y sin sentir miedo de que alguien tosa, estornude o me hable sin cubrebocas.Me vi conviviendo con mis amigos, disfrutando del béisbol y pudiendo gritar un home run o un triunfo sin temor a contagiarnos.Fueron pocos minutos de júbilo, luego sobrevino el golpe de realidad; sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y pasé saliva al darme cuenta que la verdad era que no tenía nada, salvo un folio en una captura de pantalla.Sentí pena y dolor por mí y por todos a los que nos vendieron una ilusión con un registro para una vacuna que ni siquiera ha llegado a México y no tenemos certeza de cuándo lo hará, por más que confiamos en que se contará con las 174 millones de dosis, que conforme a información vertida por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, habrán de llegar este año de acuerdo con los contratos que el Gobierno de México ha firmado con empresas internacionales.El grave problema es que están arribando a cuentagotas, de esos 174 millones de biológicos prometidos no ha llegado siquiera un millón, siendo que, en el Plan Nacional de Vacunación se había proyectado cubrir en la primera etapa -entre diciembre y febrero- al personal de salud que atiende COVID en primera línea, y en la segunda fase -de febrero a abril- a personal médico restante y personas de 60 años y más. Una meta que al ritmo que vamos ni por mucho se alcanzará.Aunado a la falta de inmunizadores, el sistema de vacunación es un fracaso; se determinó prescindir de un aparato exitoso como el que se tenía a través del Sistema Nacional de Vacunación, para echar mano de militares y servidores de la nación en labores que desconocen y no les corresponden, sin menoscabo de una fallida logística.Para colmo, en lugar de dar prioridad al sector de la población que atiende enfermos de COVID, algunos funcionarios públicos han acaparado las vacunas para ellos y sus familiares; por instrucciones del Presidente se ha inmunizado a los llamados servidores de la nación -que su única función conocida en la estrategia de vacunación es acompañar la caravana y tomar nota de las personas que recibieron la dosis- y a maestros en Campeche.Las fallas y ocurrencias son tales, que a los médicos y enfermeras que recibieron la primera dosis no se les ha puesto la segunda y no tienen fecha para ello; ya hay casos de galenos que recibieron la primera dosis y fallecieron antes de obtener la segunda.El jueves 4 de febrero, muchos vimos la luz al final del túnel tras alcanzar el ansiado registro. No sé si alguien más cayó ulteriormente en ese golpe de realidad, pero no iba a ser yo quien rompiera el encanto.Ya muchos de mis amigos y conocidos han sido víctimas fatales de esta pandemia. Se fueron esperando un fármaco que resultase efectivo contra el virus, una vacuna que no llegó.¿Cuántos más de nosotros con registro en mano no alcanzaremos a llegar a esa fecha que no tenemos, a ese día que no tiene una cruz en el calendario?opinión.salcosga@hotmail.com / @salvadorcosio1